LA TRASCENDENCIA: Una fortaleza vital excepcional
Trascender, ir más allá de lo aparente y convencional para
alcanzar conocimientos más amplios, libres y enriquecedores. Este es el último
estadio del desarrollo humano según Abraham Maslow, una fortaleza psicológica
que todos deberíamos desarrollar.
La trascendencia es movimiento, flexibilidad y apertura
psicológica. Es también elevarse más allá de lo ordinario para conectar con
un conocimiento más amplio, libre de convencionalismos, miedos e inseguridades
personales. Abraham Maslow situó esta fortaleza psicológica en la cumbre de su
ya clásica pirámide de necesidades.
Pocos conceptos resultan tan interesantes y atractivos desde buena parte de las principales áreas de conocimiento. Para la filosofía, por ejemplo, se entiende la trascendencia como todo aquello que está más allá del mundo tangible. Emmanuel Kant dijo que este estado define ni más ni menos que la capacidad de la razón para adquirir conocimientos más elevados, más sofisticados.
William James, señaló algo inspirador sobre este
concepto. Para él, la trascendencia era una de las emociones más
intensas y, un modo de acariciarla, de hacerla nuestra, era a través de la
naturaleza. El asombro y la belleza cautivadora de un escenario natural
puede invocar en nosotros esa sensación.
Como vemos, estamos ante una dimensión con múltiples
definiciones y apreciaciones, pero todas ellas resultan reveladoras e
interesantes.
“La trascendencia implica alcanzar un estado más
inclusivo y holístico de la conciencia humana para relacionarnos de un modo más
elevado con nosotros mismos, con los demás, la propia naturaleza y el cosmos”. -Abraham
Maslow-
La trascendencia, una fortaleza vital que todos deberíamos
desarrollar
Es posible que el término “trascendencia” tenga para muchos
una connotación que navega entre lo espiritual y lo místico. Sin embargo, tiene
mucho de científico. La psicología lleva décadas manejando este concepto como
sustrato del propio bienestar.
Viktor Frankl llegó a decir que esta dimensión es la esencia
primigenia que nos diferencia del resto de especies.
Podríamos decir que la trascendencia es la hermana de
la autorrealización y que esta es el punto del
desarrollo humano en el que uno alcanza la plenitud consigo mismo en relación
con el mundo.
Estamos ante una entidad holística que integra todas esas
piezas que deberían conformar el resultado de todos nuestros avances, tanto
emocionales, como intelectuales y sociales.
Tipos de trascendencia
No hay un solo tipo de trascendencia, en realidad hay
múltiples “escalones” que uno va alcanzando en ese viaje personal de
descubrimientos y aprendizajes vitales. De hecho, en el libro de Abraham Maslow, The Farther Reaches of Human
Nature, se nos ofrecen poderosas claves para conquistar esa
autorrealización paulatina.
No obstante, es decisivo comprender primero todas sus formas
y expresiones:
- Trascendencia
del ego. En este caso, implicaría mucho más que desactivar el
clásico narcisismo y egoísmo tan arraigado en
nuestra sociedad. Supone trabajar en uno mismo para ser útil a los demás,
para que nuestro ser trascienda y dé siempre lo mejor de sí al resto. Es
también, saber estar en armonía con todo lo que nos envuelve, incluida la
naturaleza.
- Trascendencia
cultural. La cultura no deja de ser un producto construido por la
propia humanidad. Debemos atravesar ese envoltorio y adquirir una mirada
más crítica para saber qué es verdad y qué es mentira, qué es útil y qué
es mejor dejar a un lado.
- La
trascendencia del pasado. El bienestar psicológico requiere siempre liberarnos
del ayer que duele para abrazarnos al presente.
- Trascender
al dolor. En esta dimensión siempre es de utilidad nombrar a Viktor
Frankl y su búsqueda del sentido, ese intento por seguir encontrando
significantes vitales a pesar del dolor, de la adversidad, del sufrimiento… Trascender a lo
más oscuro de nuestra existencia nos permite ser libres, responsables,
sabios…
¿Cómo puedo alcanzar la trascendencia?
La trascendencia no llega al cumplir los 40, ni los 60.
No es una etapa normativa del desarrollo humano, es un estado de
autorreflexión, de trabajo constante con uno mismo, de voluntad expresa por ser
un poco mejor cada día -tanto con nosotros mismos como con nuestro entorno-.
Señala Jonathan Haidt que la trascendencia requiere
de una emoción que no practicamos en exceso: el asombro. Ese estado
emocional se logra mediante el descubrimiento, la experimentación, la búsqueda
del aprendizaje constante…
Trascender es bajarse del tiovivo
Trascender requiere atrevernos a dar el salto para bajarse
del tiovivo, de esa realidad pautada que solo da vueltas sobre sí misma. Muchos
lo describirían como “despertar de Matrix”, un concepto algo cinematográfico,
pero que encierra una metáfora muy real. Por tanto, estas son las dimensiones
que deberíamos considerar para lograrlo:
- Descubre
aquello que da sentido a tu vida. Clarifica tus valores.
- Practica
la excelencia. Da lo mejor de ti en cada cosa que haces.
- Toma
tus propias decisiones, no te dejes influenciar, ni dominar.
- Sé
curioso, sé crítico, atiende lo que otros no aprecian, pon tu
mirada en esos detalles que a otros se les escapan.
- Revaloriza
tu escala de necesidades. Habrá muchas cosas que no son realmente
útiles.
- Aprende
cosas nuevas cada día.
- Acepta a
las personas tal y como son. Acepta también a la naturaleza tal y como es,
no quieras transformarla.
- Deja
a un lado la polaridad, la diferencia, la distancia… En este
mundo todos somos breves inquilinos, intenta dejar una huella de
crecimiento, no una marca traumática.
Para concluir, la semilla de la autotrascendencia
reside en todos nosotros. Hacerla germinar y florecer es una tarea que
exige dedicación, tiempo y valentía. Los resultados son
extraordinarios.
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