12.5.21

Todo el mundo se cree muy coherente, pero a la hora de la verdad, todo es humo

LA IGNORANCIA Y EL MIEDO  

El miedo lo que produce en el ser humano es la “desconexión de la parte racional”. De hecho, la frase que lo define mejor es: “el miedo te paraliza”.

De eso se valen si anulan nuestra forma de razonar a través del miedo y si nuestra ignorancia no nos permite entender que nos están haciendo el resultado está servido.

La obediencia del ser humano no tiene límites

Hace tan solo un año que a todos nos ha cambiado la vida radicalmente. Es cierto que unos viven este cambio con mayor intensidad que otros, pero lo que está claro es que el mundo que conocimos antes de lo que decidieron llamar virus parece que se ha ido (o se lo han llevado) para no volver (o no traerlo de vuelta) en una larga temporada.

Mucho de lo que nos está tocando vivir es simple consecuencia directa del comportamiento natural del hombre hacia lo desconocido y potencialmente peligroso: el recelo a las relaciones sociales, la limitación de la vida pública,

cambios en los hábitos o la sobreprotección de los más débiles (incluso en muchos casos hasta el punto del abandono), son reacciones que cualquiera puede llegar a tener si realmente teme por su vida o por la de sus seres queridos.

Sin embargo, hay alteraciones que no son naturales ni tan siquiera racionales.

Estoy hablando por supuesto de los arrestos domiciliarios indiscriminados, la imposición de la mascarilla en cualquier situación, el cierre de negocios perfectamente legales, la relativización de los derechos civiles o el abandono de la rigurosidad científica sustituyéndola por la seguridad nacional.

Todas estas anulaciones de la razón humana y la vida en sociedad son medidas arbitrarias, diseñadas por una serie de tecnócratas de poca monta y que en muchos casos carecen hasta de una justificación empírica y se contradicen entre sí.

Tan arbitrarias e injustificadas son que cuando te las anuncian lo hacen en espacio cerrado, en rueda de prensa y sin mascarilla ni distancia. Pese a esto, el relato suele matar al dato, y como consecuencia tenemos a una sociedad dócil que no es capaz de plantearse un debate de mayor trascendencia, Es decir poner en marcha su capacidad de análisis, discernimiento y racionalidad, para entender que está pasando y donde nos quieren llevar.

El peligro a mi entender de toda esta situación ha dejado de ser que la gente no comprenda la realidad de la situación a la que se está enfrentando.

El peligro real es lo que viene ahora: la relativización de los principios. Todo el mundo va de entendido haciendo llamadas de Zoom con una gran estantería de libros de fondo y soltando

Las frases hechas con las que quieren dar un toque cultural como: “la Historia se repite”, “los extremos se tocan” o “no existen soluciones fáciles para problemas difíciles”. Todo el mundo cree que la policía debe actuar con mesura, que los políticos son unos inútiles y mentirosos, que el Estado debe estar al servicio de los ciudadanos y que nadie va a venir a sacarnos las castañas del fuego.

Todo el mundo se cree muy coherente e inteligente con ideas muy sólidas. Pero a la hora de la verdad, todo esto es humo. Incluso los liberales que tanto presumen de su certera posición son incapaces de rechazar medidas propias de un estado de excepción.

Todo el mundo parece haberse vuelto esclavo de una idea: la idea del Estado. Como si de la idea de Dios en la Edad Media se tratase, la gente es incapaz de vivir una vida conforme a sus valores sinceros sin que hayan pasado el filtro de la aprobación de la hegemonía de Estado.

Por mucho que se presuma de irreverencia, objetividad y convicción, las ideas duran lo que duran las circunstancias que las forjan: “estos son mis principios, y si no le gustan (al Estado), tengo otros”.

Parece que han dejado de existir valores universalmente válidos como que la libertad está bien y la coacción está mal, para dejar paso a medias mentiras y parches “por tu bien”. “Tan solo es por unos meses”, “tan solo es una mascarilla”, “tan solo son unos bares”, “tan solo es un toque de queda”, “tan solo es una vacuna”.

Yo creo que debemos reflexionar cada uno con nosotros mismos, ver nuestra forma de actuar y tratar de ser coherentes, estar bien informados por quienes son científicos de verdad, no por políticos, no creernos nada hasta haberlo investigado con racionalidad, discernimiento y mucho… sentido común.

La situación actual es solo el comienzo, se ira poniendo peor cada día que pase si no hacemos lo que debemos hacer y recuerden…”que las cosas estén mal, no significa que no se puedan poner peor”

http://lacienciadelespiritu.blogspot.com/2021/05/el-control-mental-al-que-nos-someten-se.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario