ACARICIAR AL GATO
La mejor respuesta es a veces el silencio.
No reaccionar, solo sentir, comprenderse, notar dentro qué te dicen las palabras ajenas y cómo duelen las propias que no eres capaz de decir, qué despiertan en ti…
Gobernar tu vida conociéndote y conociendo cada
emoción, cada latido en el pecho, cada escalofrío, cada lágrima pendiente
acumulada. Ser dueño de tus emociones, aceptándolas y abrazándolas y
aprendiendo a usarlas para estar en paz y no siendo un títere en sus manos.
Descifrando el mensaje, tirando del hilo para descubrir qué te está limitando y
haciendo vivir como un autómata.
La mejor decisión, a veces, es esperar sin esperar nada.
Ser, estar, no hacer haciendo.
Porque no sabemos nada. El camino angosto es en ocasiones un gran regalo de la vida que lleva a un lugar maravilloso. Que sea fácil o difícil depende de cómo decidimos mirarlo y del grado de resistencia que oponemos a lo que es…
A veces, nos resistimos mucho a la vida porque pensamos que nos quiere dar una bofetada y en realidad es una caricia. Porque no vemos el mapa que se dibuja ante nosotros sino el mapa mental que tenemos dibujado desde hace siglos… Repleto de creencias y costumbres. Porque no miramos por encima del campo de batalla.Nuestro apego y necesidad de todo hace que no seamos capaces
de ver a veces lo mucho que tenemos y la gran belleza que nos rodea. No vemos
lo que somos porque estamos muy ocupados planeando ser otros y
menospreciándonos por el camino.
La mejor manera de aprender es enseñar. Reafirmarse y no
tener miradas e ideas ajenas.
La mejor forma de no perder algo es renunciar a ello y
soltarlo. Dejar que se, vaya y ver si regresa.
El maestro es el primer alumno siempre. El que más aprende y
el que tiene el honor y el privilegio de compartirse y rearfirmar lo que lleva
dentro cada vez que lo ofrece a los demás. Todos somos maestros, todos somos
discípulos. Cada tramo del camino es una oportunidad para aprender quiénes
somos y valorarnos. Sí, a veces viviendo la carencia para que veamos lo que no
somos. Otras veces, sintiendo la abundancia y el amor que nos pertenece.
La mejor manera de recibir es dar y compartir. Darse.
Tenerse. Amarse. Aceptarse.
Damos porque somos, porque hemos descubierto que tenemos y
que tendremos, que llegará lo que necesitamos. ¿Qué mayor honor en un mundo que
se rompe en pedazos de hambre y miedo que ser de los que dan? Ser de los que
comparten, de los que pueden ofrecer… Por ello, cuando puedas, da. Y te
posicionas en el espacio de los que dan, de los que pueden, de los que
comparten… Y de los que ven como lo que ofrecen a otros se multiplica en sus
vidas.
La mejor manera de vivir es empezar cada día. Sin pasado,
sin futuro, sin más recuerdo que el amor aprendido ni más ansia por el mañana
que el de seguir en este presente en el que todo es.
Empezar de nuevo cada día sin creencias acumuladas que
lastren tu vida. Sin juicios sobre cómo debe ser ni críticas hacia ti ni hacia
nadie. Sin elucubrar sobre qué pasará, sin preocuparse por nada que en el fondo
no puedes controlar. Sin dibujar destinos terribles y tristes que no sabemos si
pasarán pero a los que imaginándolos les ponemos una alfombra roja para que
lleguen.
A veces, la mejor acción que llevar a cabo es no hacer nada.
Deshacer. Deshacer y seguir el hilo hasta encontrar la madeja y deja de dar
vueltas. Volver al origen y borrar, desenmarañar, soltar el nudo que hace que
todo sea un caos.
Dejar que pase si debe pasar. Dejar que llegue. Hacer lo que
puedes, lo que está en tu mano sin que eso te prive de sentir lo que tienes
pendiente sentir. Dejar que tu miedo te alcance y atravesarlo con entereza.
Mirarlo a los ojos y ver que en realidad es pequeño o tú eres grande y no lo
sabías. Sentir y dejar de pensar, dejar de creerse esos pensamientos oscuros
que revolotean en tu mente, esa culpa repugnante que se te pega en el alma y te
avergüenza cada día haciéndote creer que tienes que pagar peaje por existir.
La mejor opción es respirar…
Estar presente y ver qué pasa. Observar. Caminar. Parar.
Descansar. Notar lo que haces y estar presente. Oler. Pisar el suelo y sentir
tu peso en el suelo. Percibir el espacio que ocupas en esta habitación.
Acariciar al gato y ser el gato, él sí que sabe vivir la vida notando la vida.
Que todo sea lo que realmente es.
Que sea de noche en nuestro mundo cuando es de noche.
Que sea de día en nuestra vida cuando es de día.
Que tengamos confianza en nosotros y certeza en la vida para
seguir adelante a pesar de los vaivenes y los zarandeos locos de este sueño
colectivo en el que estamos prendidos esperando despertar.
Que la tormenta nos pille tan concentrados en nosotros
mismos que sepamos disfrutarla.
Que demos gracias por la inmensa fortuna de habernos dado
cuenta de lo que mucho que tenemos por agradecer.
La mejor forma de atraer belleza a tu vida es ser capaz de
ver la belleza que ya está en ella.
La mejor forma de avanzar a veces es parar. Detenerse. Notar
el dolor acumulado por no permitirse ser durante años. Sentir el miedo
pendiente. Romperse. Sacar el drama acumulado. Recomponerse. Observar.
Respirar. Agradecer. Y acariciar al gato sin más pretensión que acariciar… Y
maravillarse por su asombrosa capacidad de saber estar.
Mercè Roura
https://mercerou.wordpress.com/2021/10/25/acariciar-al-gato/
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