AHORA QUE YA SABES QUIÉN ERES
Ahora que ya sabes que tienes alas no puedes seguir
arrastrándote.
Ahora que eres consciente de tu grandeza, no puedes pedir
permiso para ser tú ni quedarte a medias. No puedes soñar corto ni pensar
triste siempre. No puedes seguir creyendo que no mereces lo mejor, ni
seguir demostrando nada a nadie para buscar méritos y recibir alabanzas…
Ya no necesitas que nadie valide tu talento, tan sólo quieres compartirlo y
disfrutarlo.
Ahora que has descubierto que no tienes que competir con
nadie, no puedes seguir mirando de reojo y juzgando, necesitas forjar alianzas
y estrechar lazos. No tiene sentido envidiar ni temer la sombra de nadie
porque nadie aporta lo que tú aportas y cada uno tiene su valor.
Ahora que conoces tu valor no puedes evitar aportarlo y
ponerlo al servicio de otros que también compartirán el suyo para poder sumar.
No se trata de llegar más lejos, sino de sentirse más
cerca de lo que te importa. De estar más cómodo contigo, de vivir sin tener la
sensación de pisar en falso y tener que excusarte a cada paso. No se trata de
gustar sino de gustarte, de valorar lo que te hace distinto y lo que te hace
igual a los demás, de compartir lo que eres y disfrutar siéndolo. No se trata
de que todo sea perfecto sino de amarlo tal y como es y darle la vuelta.
No tiene sentido esperar a mañana para empezar porque lo
que realmente eres siempre ha estado en ti. Sólo te queda explorarlo y
sentirlo… No se trata de subir a la cumbre sino de ser capaz de levantarse
cuando has tocado fondo y comprender que ese no es tu lugar.
No hay metas, hay estados de consciencia, estados
mentales en los que te sientes en paz con quién eres y en coherencia con lo que
haces y dices.
Ahora que sabes que no tienes por qué culparte, dejarás
de buscar compañeros de viaje que te reprochen y castiguen y que están tan
rotos por dentro como tú. Porque ahora que te tratas a ti mismo tan bien
cono mereces, ya no puedes consentir que otros no te respeten y necesitas
respetar a todo el mundo. Ya puedes poner límites y parar los pies a quien crea
que necesita pisar para sobresalir y se acerque a ti para comprobarlo.
Porque ya no necesitas demostrar, ni seguir sufriendo por
arañar migajas, ni esperar que te acepten ni te aprueben, que te admiren, que
te amen, que te vean… Ahora te amas, te ves, te aceptas y te conoces. Observas
con respeto y cariño todas y cada una de tus imperfecciones y las abrazas.
Comprendes cada uno de tus errores y les sacas punta, como a los lápices, sin
reproches ni culpas… Miras al pasado y lo aceptas y cierras tus heridas
abiertas, te perdonas y sigues adelante… Miras al futuro y te das cuenta que no
tienes más plan que seguir en paz y compartiendo lo que eres… Miras al presente
y te das cuenta que vives intensamente en él y que no hay nada más…
No tienes que mejorar, tan sólo tienes que sacarte de
encima lo que te impide ser coherente contigo. Abandonar esos pensamientos y
creencias que te atan a una mirada distorsionada de ti y de tu vida… Por más
que algunos te lo pidan, aunque otros te miren mal e insistan, por mucho que te
quieran recordar lo que fuiste.
Ahora que percibes lo mucho que brillas, no necesitas
deslumbrar a nadie, sólo tender tu mano y compartir tu brillo y disfrutar
viendo como otros brillan. Alegrarte por sus triunfos y abrazarles en sus
momentos bajos para que sepan que estás si te necesitan.
Ahora que sabes que el éxito es esta paz de estar cómodo
contigo, no puedes más que desear que todos tengan éxito.
Ahora que ya sabes quién eres y te parece absolutamente
maravilloso, no puedes más que vivir.
Mercè
Roura
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