LA MAGIA DE LO IMPOSIBLE
Toca
dar las gracias ahora, por todo lo bueno y por lo que parece terrible
pero acabará siendo energía pura para seguir adelante.
Una de las cosas
que he aprendido los últimos años es que cuanto más se empeña la
vida en golpear, más capacidad de encarar adquieres… Te vuelves
flexible, fuerte, valiente, casi casi… perdón por la osadía, un
poco más sabio… Y claro, osado. Esa osadía es la que te
convierte en alguien distinto.
El enorme poder
que te confiere sobre ti mismo y sobre tu vida llevar un poco la
contraria y no sumergirte en el conformismo… No subsidiarte a ti
mismo sino hacerte levantar y seguir… La osadía de preguntarte
cosas que parecen no tener respuesta y de meterte en situaciones que
dan tanto miedo que a veces, cuando te flaquean las fuerzas, un sudor
frío te invade el cuerpo y notas como el corazón se te acelera…
Es tu yo asustado y antiguo que intenta que te rindas porque no puede
más.
La osadía de
creer que tú eres uno de ellos… ¿Quiénes son ellos? Los que
llegan, los que lo consiguen, los que se dejan a veces pedazos de
vida absurda en el camino y renuncian a su cansancio, a sus ganas de
salir corriendo… Renuncian a estar acompañados si esa compañía
les araña el alma, aunque hacer el camino solos les mantenga el
corazón inquieto y les haga sentir inseguros.
Mejor un alma
alborotada que un alma dormida.
Mejor un sueño
a medias que una parodia de vida.
Mejor dejar lo
que no nos hace bien, que pasarnos la vida justificando lo
injustificable y engañándonos pensando que va a cambiar sin que
nosotros hagamos nada.
Si aceptamos
algo que no respeta nuestra esencia, perdemos nuestra esencia…
El árbol muerto
no da fruto.
Toca
dar gracias ahora por haberse dado cuenta de lo que es y lo que no.
Por los momentos dulces de caminar en una cuerda tan floja que a
veces te encuentras sujeto a ella sin estarlo y te descubres
levitando…Con medio cuerpo suspendido
y media alma cosida al cuerpo para que no caiga.
Toca dar las
gracias porque a menudo cuando te quedas paralizado y se te
cierran todos los caminos, te das cuenta de que ha llegado el momento
de volar… Y vuelas. No sabes cómo, pero lo haces. Un día te
encuentras haciendo algo que hace veinticuatro horas era impensable,
increíble, imposible. Y rompes la cáscara imaginaria de la que
no te atrevías a salir. Y sales del círculo que te rodea. Te
encoges de frío y de miedo y de cansancio… Y sientes que
estás loco y no podrás. Lloras de pánico, pero puedes… No sabes
cómo, pero lo haces. Piensas que no puedes hasta que te
encuentras haciéndolo y te quedas alucinado contigo mismo mientras
las lágrimas de emoción te surcan la cara, que arde intensamente
sin saber por qué.
Entonces, ves
claro que debías dar ese paso. Para ser libre hay que tomar
decisiones que dan a veces mucho miedo… A menudo, no ves el
lastre a soltar para ir más ligero porque está tan incrustado en tu
vida que parece una parte de ti y confundes tu miedo con un
razonamiento lógico y huyes de él, cuando en realidad, es la puerta
a cruzar para poder llegar a tus metas.
Llevamos tantas
respuestas escritas en la espalda que sólo se ven si sueltas la
carga y miras atrás ante el espejo con ojos de sabio… Si te das la
vuelta a ti mismo y cambias de perspectiva… La vida siempre te deja
escritas las pistas para pasar sus pruebas en esos lugares que no te
atreves a pisar. Como llevar las chuletas escritas al examen y no
atreverse a mirarlas… En el fondo, todo es una invitación a salir
de ti, a pasar la línea y romper algunas normas absurdas que hace
siglos te impusiste y nunca más te has planteado por qué.
Y ves que el
triunfo no es la meta, ni el sueño, ni el reto. El triunfo es el
salto, el haber salido de ti, el haberte atrevido a romper contigo
mismo para encontrarte de verdad. El regalo es esta persona que eres
ahora, que vibra en ti y que antes estaba oculta en tus pliegues
suplicando salir…
No
importa no llegar a alcanzar tu sueño. Tal vez incluso, al
mirarlo, te das cuenta que ya no brilla tanto… Lo que importa es
que tú ya no eres el mismo. Ves más cosas, piensas distinto,
sientes distinto… Te miras y ves a alguien capaz, alguien que salta
y vuela. Y te das cuenta que da igual lo que busques, lo realmente
importante es quién eres. Tu sueño es casi una excusa. Ahora
puedes decidir seguir si realmente te llena, si te invade de
felicidad, si es un sueño de esta nueva versión de ti más lúcida
y sabia.
Ahora
puedes decidir si era un medio o era un fin. Si lo querías para
crecer o lo necesitabas para demostrarte algo. Si te representa o te
limita… Si va con la nueva persona que te habita o era un peaje de
la antigua… Los sueños no están ahí para que brillemos después
de conseguirlos, están ahí para que brillemos antes. No son la
causa de nuestro cambio, son la consecuencia…
Si te ves en tu
sueño todavía después del proceso, tómalo… Lo tienes cerca
porque ya eres esa persona que logra sus sueños.
Si
te queda pequeño o viejo, suéltalo y siente de nuevo tu camino…En
una esquina hay algo nuevo, seguro. La nueva persona que eres se
motiva fácilmente porque todo lo que necesita para hacerlo lo lleva
dentro.
Te preguntas
cómo no pudiste verlo antes, que el regalo por este trabajo
complicado eras tú. El premio por manejar tu vida, por
responsabilizarte del camino, por tomar decisiones complicadas y
soportar el frío necesario para crecer… siempre eres tú.
Ahora toca dar
gracias por haber abierto los ojos…Por esa conciencia que ha
aumentado de tamaño y esa capacidad de entender que necesitas
seguir… Ahora toca volar aún más.
Eres tu gran
conquista.
A veces, la vida
no te da más opción que intentar lo imposible… Y tú no tienes
más remedio que conseguirlo.
A veces, la vida
te pide tanto, que te ves obligado a hacer magia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario