MAGIA
“Solo
hay dos formas de vivir tu vida. Una es pensar que nada es un
milagro. La otra es pensar que todo es un milagro” Albert
Einstein.
¿Cuál
te quedas? ¿Cuál de las dos visiones de la vida te cala dentro? Lo
digo porque siempre he pensado que de existir la magia, no será algo
que se pueda entender con los sentidos, sino una sensación que te
invada y zarandee por dentro…
Esos
momentos en los que sabes algo, pero eres incapaz de entender por
qué. Sin embargo, dentro de ti hay una certeza absoluta difícil de
explicar.
Hay
magia, mucha. Lo que ocurre es que para notarla primero hay que creer
en ella.
Justo todo lo contrario de lo que nos han enseñado hasta ahora. Ya
sé, alguien dirá que eso es porque participamos de una especie de
sugestión colectiva para poder soportar la rutina asfixiante que
se nos come el entusiasmo y nos llena de desesperanza… Y nos
recordará, con razón, que medio mundo sufre una situación de
injusticia crónica. Sin embargo, no puedo más que certificarlo
porque me encuentro con ella en todas partes…
Y
al final, he llegado a la conclusión de Einstein, las señales que
veo y las “demasiadas coincidencias para ser casualidad” que
invaden mi vida pueden ser nada o serlo todo.
Hace
un siglo que no creo en las casualidades. Todo tiene una causa, todo
lleva un mensaje. Todo llega por algo, incluso lo que te deja
extenuado en un rincón suplicando que pase. No es castigo ni plaga
bíblica, es consecuencia de lo que sientes, lo que piensas y lo que
eres.
Cuando
cambias tus pensamientos, cambias todo lo que te rodea. Lo que
pensamos y sentimos se acaba manifestando en nuestra vida aunque no
nos apetezca. Donde pones la intención, acabas fabricando algo. Lo
hacemos nosotros. Somos fabricantes de alegrías o de tragedias. Y en
esto, no hay culpa, saquémonos de encima de una vez por todas esa
sensación de haber llegado a la vida manchados y tener que arrastrar
una carga…
Nuestros
errores son nuestra forma de vivir, de nada sirve cargarlos como una
cruz en la espalda, es mejor afrontarlos y entender, pedir perdón si
hemos hecho daño y responsabilizarnos de una vez de nuestra vida.
La
magia no es a veces lo que ocurre, sino tu capacidad para atraerlo y
darle significado. La sincronía de hechos fantásticos en un mundo
que lucha por negarlo y demostrar que nada tiene sentido y al mismo
tiempo te vende fórmulas mágicas sin magia para soportarlo.
Para
entender la magia tienes que estar conectado contigo mismo y con lo
que te rodea, si no, no funciona… La
magia es compromiso… Y
no es porque cuando no confías la magia te abandone, es
sencillamente porque no puedes verla ni sentirla. Porque cuando
entras en la sala con la cabeza gacha no ves una mirada inesperada de
alguien que estaba allí para decirte “sigue adelante” o cuando
no te atreves a hacer algo, no puedes descubrir que de haberlo hecho
estabas a cinco minutos de conseguir uno de tus sueños… A
veces, la magia se caza al vuelo y te pilla sin las botas puestas.
Nos
pasan cada día mil cosas difíciles de explicar, pero en
ocasiones no las vemos porque nos encuentran ocupados llorando porque
no nos pasa nada… Como si al frotar la lámpara y ver al genio, nos
pasáramos un buen rato contándole que estamos desolados porque
nunca nos sucede nada extraordinario… Aunque en esas
ocasiones, la verdad, tampoco estoy segura de que su objetivo fuera
ese… A veces, perdemos oportunidades diminutas porque nos aguardan
cosas más grandes. Quiero decir que, tal vez, al perderte ese sueño
por no ser capaz de darte cuenta, acabas haciendo algo que
necesitabas aprender antes de abrazarlo totalmente… ¿Quién sabe
si eso era necesario para que pudieras apreciar ese sueño como el
regalo que es? ¿y si formaba parte del plan un primer intento
fallido? ¿Y si la magia no era la oportunidad perdida sino la
motivación que nace en ti al saberla perdida para intentar algo
nuevo? ¿Y si perdernos las señales forma parte del plan? ¿Cómo
sabemos si un rechazo es en realidad lo que necesitamos para desistir
de algo que no encaja con nosotros y encontrar un sueño distinto
que nos lleva a ser felices? ¿Y si una mala noticia es el mejor de
los regalos al final para que tomes un camino que nunca hubieras
explorado?
Es
como tomar un camino y equivocarse en uno de sus cruces… ¿Y si el
error es la magia? ¿Y si gracias al error consigues el mapa que
lleva a tu tesoro? ¿Y si topar con un muro es el mensaje para que
entiendas que no es tu camino y vuelvas atrás?
Voy
más allá… ¿Y
si da igual el camino porque hagas lo que hagas habrá una magia que
te lleve a lo que necesitas? Y
cuando haga falta un error para aprender, te ayudará a cometerlo. Y
cuando necesites un impulso, habrá un atajo, un acantilado que lleva
a un mar inmenso para que aprendas a nadar… Y cuando haga falta que
entiendas que no necesitas a nadie, de repente descubrirás que haces
ese camino solo… Y cuando tengas que superar tu miedo, tal vez,
encuentres un candil o incluso te quedes sin él porque debes amar la
oscuridad antes de llegar a la luz…
Y
no, no me refiero a que todo esté escrito. Y si lo está, es porque
a cada paso, escribimos una línea de nuestra vida… Somos libres de
entender y aceptar, porque la magia de la que hablo, en el fondo,
sale de dentro.
Es
una conexión difícil de explicar. Es la que te lleva a ti. A ese yo
limpio y sin más pretensión que la felicidad. A esa persona que te
habita y busca amar y ser amada como merece. Ese yo que conecta con
todo, con cada fibra de este universo que vibra y nos sacude para que
entendamos que no sólo estamos en él sino que formamos parte de su
esencia.
Ese
yo enorme y a la vez extraordinariamente humilde. Ese yo que se da
cuenta de que todo pasa por y para algo…
La
magia pasa a través de nosotros para que podamos ejercer de nosotros
mismos, para que cumplamos nuestra misión… Para que cambiemos el
mundo gracias a cambiar nuestros ojos al mirarlo… Para que seamos
un peldaño más en esta escalera eterna que lleva a conocerse y
comprender.
La
magia está siempre que no se la espera. Subyace
en todo. No se la puede ver pero se la puede sentir… Y sentimos tan
poco, porque no dejamos de pensar en bucle, sin sentido, sin
esperanza… La magia te calma cuando te encuentra en calma… Te
aquieta el alma cuando consigues primero que tu alma esté quieta
para poder apreciarla.
Se
manifiesta muy rápido cuando no tienes prisa.
Le
da la vuelta a tu mundo cuando ya no necesitas que lo haga porque has
descubierto que te tienes a ti mismo.
Obra
el milagro un segundo después de que descubras que ya no te importa
si habrá milagro porque confías en ti.
La
magia esquiva la impaciencia y la desconfianza. Para la partida
cuando ganabas porque en algún instante dejas de creer que te lo
mereces. Te obliga a mostrarte cuando te escondes…
La
magia aleja los sueños de quiénes no se consideran dignos de ellos…
Dibuja en el mundo una réplica exacta del mundo que llevamos dentro…
Lo reproduce con tanta fidelidad que puedes saber exactamente cuánto
te amas, al observar la distancia que hay entre ti y tus metas… Te
cambia las preguntas cuando encuentras respuestas para que sigas
creciendo…
Dibuja
puertas en las paredes que sólo se abren cuando realmente estás
convencido de que son tus puertas.
Teje
redes justo después de que des el gran salto sin importarte si hay
red. Te hace crecer las alas medio minutos después de que decidas
que pase lo que pase vas a volar.
La
magia va inventando el camino a medida que tú lo vas imaginando y
visualizando, y se vuelve sólido a cada paso que das hacia lo
desconocido.
Ama
a los osados y les deja pistas por todas partes para que sepan que
pueden seguir. Escribe mensajes en el reverso de las hojas de los
árboles cuando estás cansado y te sientas bajo ellos a la sombra…
Hay
magia, mucha, mucha, pero pide confianza y compromiso.
La
fe ciega en ti y la deliciosa locura de negar a veces tus sentidos y
creer lo que nadie ve y sentir lo que nadie más siente.
Hay
magia, pero pide paciencia eterna.
Alguien
muy sabio me recordó el otro día “No esperes nada… No
esperes nada de nada ni de nadie” y es verdad, la magia ama
apasionadamente a aquellos que dan sin esperar nada cambio y no se
apegan al resultado…
Tal
vez, la magia no sea esa sincronicidad en la que a veces nos
encontramos inmersos o esos hechos sucesivos que algunos llaman
casualidades y otros causalidades… Tal vez la magia sea lograr
primero esa confianza en ti mismo y esa paciencia que te permitan
llegar a dónde quieres y tocar al milagro.
Quizás
la magia no es el milagro sino el proceso interior que se obra en ti
para conseguirlo.
Hay
mucha magia en todas partes, respira hondo y deja que te invada y
habite.
Tal
vez, la magia eres tú cuando aceptas de una vez por todas tu
grandeza y decides que ya nunca volverás a resignarte con una vida
mediocre.
Mercè
Roura
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