Bertrand Russell fue un
filósofo, matemático y escritor inglés que ganó el Premio Nobel
de Literatura en 1950. En principio no parecería que alguien como él
tuviera algún secreto para la felicidad. De hecho, buena parte de su
vida transcurrió entre la desilusión y el hartazgo. Sin embargo,
quizás precisamente por esto, logró darle un giro a su vida y
aprendió a ser feliz.
Este controvertido
pensador tuvo el infortunio de perder a sus padres cuando tenía tan
solo 6 años. Desde entonces vivió con sus abuelos, quienes le
impusieron una educación muy estricta. Desde muy pequeño sintió
que la vida era casi insoportable y más adelante confesó que varias
veces había pensado en suicidarse.
“El
hombre juicioso solo piensa en sus males cuando ello conduce a algo
práctico;
todos los demás momentos los dedica a otras cosas”.
todos los demás momentos los dedica a otras cosas”.
-Bertrand
Russell-
Sin embargo, Bertrand
Russell encontró en el conocimiento una vía hacia la plenitud. La
filosofía y la lógica le permitieron profundizar en su propia
experiencia. Logró darle un alcance universal. Y logró también
elevar su espíritu y superar su sufrimiento. Estos son algunos de
los postulados para ser feliz, según este filósofo.
La felicidad se
consigue enfocándose a lo exterior
Para Bertrand Russell el
encerrarse en uno mismo, como un ovillo, solo conduce a la tristeza y
el aburrimiento. Si nos enfocamos hacia nuestros problemas, fallas,
vacíos, miedos, etc., solo conseguiremos perder entusiasmo por la
vida. En eso coincide con las filosofías orientales y con el
psicoanálisis lacaniano. Estas dos corrientes plantean que el “yo”
es la fuente de sufrimiento o enfermedad.
Por contrapartida, si
fijamos la atención en aspectos externos, la vida se hace más
sencilla. Esos aspectos externos comprenden una multitud de
realidades. El saber, las otras personas, el propio trabajo, las
aficiones, etc. Todo ello hace la vida más interesante y plena.
Bertrand Russell señala
que las actitudes expansivas traen regocijo y alegría. También son
por sí mismas una fuente de energía y de motivación. Asimismo,
aportan elementos para tener más fortaleza a la hora de resolver los
problemas propios.
“Cuando
llegue la hora de mi muerte, no sentiré haber vivido en vano. Habré
visto los crepúsculos rojos de la tarde, el rocío de la mañana y
la nieve brillando bajo los rayos del sol universal; habré olido la
lluvia después de la sequía y habré oído el Atlántico tormentoso
batir contra las costas graníticas de Cornualles”
-Bertrand
Russell-
La forma de cultivar la
actitud expansiva
La actitud expansiva no
nace de forma espontánea, sino que es necesario cultivarla. Para B.
Russell, permanecer distraído en actividades cotidianas es una
actitud que abre las puertas a la felicidad. Tampoco se trata de dar
la espalda a la introspección o a la reflexión sobre uno mismo,
porque esto desembocaría en una vida banal. Sino que se trataría de
encontrar un equilibrio particular y que nada tendría que ver con
situar el punto de apoyo en un lugar equidistante de los extremos.
En este sentido, también
es importante elegir el momento adecuado y el modo adecuado. Hay un
tiempo para pensar en uno mismo y otro para enfocarse hacia lo
externo. Pensar en los problemas propios solo cuando tiene sentido
hacerlo; en el resto del tiempo tendríamos que volcar nuestra
atención en el exterior.
Lo que Bertrand Russell
propone es el cultivo de una mente ordenada. Si esto se logra, la
mente siempre estará más despejada y más orientada hacia el
presente. Cuando se piense en uno mismo, debe hacerse con
racionalidad y máxima concentración. También tendríamos que ser
capaces de cuestionar nuestros propios razonamientos para determinar
su validez.
“Nadie
debería creerse perfecto, ni preocuparse demasiado por el hecho de
no serlo”
-Bertrand
Russell-
Dos virtudes para
cultivar
La propia vida de Bertrand
Russell demuestra algo que él aseveró después: la felicidad es una
conquista. No se da por generación espontánea, ni llega de afuera.
La capacidad de ser feliz es eso precisamente: una capacidad, que
debe ser trabajada, cultivada y lograda. Para ello, es indispensable
contar con dos virtudes: el esfuerzo y la resignación.
El esfuerzo es esa
voluntad de dirigir las energías hacia el trabajo que permita
alcanzar algo deseado. Supone empeño y también perseverancia. Nada
de lo realmente valioso se logra de un día para otro. Y ser feliz,
mucho menos. Por lo tanto, es importante cultivar ese atributo que
permite reunir y dirigir los esfuerzos hacia el logro de los
objetivos.
Otra de las virtudes
indispensables para conquistar la felicidad, dice Russell, es la
resignación. Quizás sería más exacto hablar de “aceptación”.
La vida plantea situaciones que son inevitables e imposibles de
resolver. Podríamos poner como ejemplo la muerte, la enfermedad
incurable o las pérdidas definitivas.
Aunque no podamos
revertirlas, lo que sí podemos hacer es incrementar nuestra
capacidad para aceptarlas. No malgastar el tiempo en tratar de
resolverlas ni dejar que nos quiten la paz escribiéndolas en nuestra
historia de una forma que nos hagan bien.
Bertrand Russell fue uno
de los hombres más brillantes de su tiempo. Su pensamiento sigue
conservando total vigencia. Dejó de ser un niño huérfano y triste
que se sentía extraviado en el mundo, para convertirse en uno de los
intelectuales más importantes del planeta. El mejor sustento para
sus palabras fue su propia vida y sus propios logros.
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