LOS CAMINOS OLVIDADOS
“Los
lugares de paso están formados por miles de caminos arrebatados al
olvido. Miles de caminos que se pierden en giros y alocadas piruetas
o avanzan serios y bien dispuestos sobre el rígido academicismo de
la recta. Hay sendas que solo llevan donde uno más teme ir. Atajos
que acumulan sobre sus polvorientas espaldas el retraso de los
siglos. Senderos olvidados que languidecen a las puertas de la
próxima maravilla y el siguiente milagro. Caminos que vuelan a
ninguna parte y se adentran con la furia ciega de lo inerte en
ningún lugar. A veces los más osados atraviesan el tejido
temporal, viajando al ayer, al mañana o al segundo inmediatamente
anterior con la despreocupación propia de los caminos jóvenes. Hay
caminos que tratan de extraviar al viajero con espejismos y falsas
señales, tratando de hacerles pagar la tremenda herejía que
cometen al mancillarlos con sus pasos; esto es propio de los caminos
arrogantes, los que se creen importantes, los que ni saben ni
quieren saber que son los viajeros los que dan forma al camino,
robando itinerarios al azar y a la confusión, los que no entienden
que un viajero sin camino siempre es un viajero y que un camino sin
viajero es suelo y nada más que suelo” (Las fuentes perdidas de
José Antonio Cotrina)
LOS
CAMINOS OLVIDADOS
Por
ellos campan a sus anchas
recuerdos
dispersos, historias lejanas,
con
esa irrespetuosidad profana
con
la que el tiempo la senda mancha.
Ni
el eco de unos pasos ni una huella
que
llevarse al polvo que los cubre,
ni
el viento en las rendijas les descubre
que
hizo que el olvido hiciera mella.
Son
los caminos olvidados,
los
que fueron arrebatados a la memoria.
Los
que dejaron de lado
el
viajero ya cansado
y
el cronista de la historia.
Son
los caminos olvidados,
caminos
de desmemoria.
E
incluso es consciente ese camino
del
olvido, de la ausencia tremebunda,
pues
es sabedor de que no abundan
las
líneas rectas que unen los destinos.
Pero
a veces alguien los recuerda
y
los devuelve a la vida y al presente,
esas
veces el espacio le consiente
al
tiempo desdoblarse entre las cuerdas.
Son
los caminos olvidados,
los
que fueron arrebatados a la memoria.
Los
que dejaron de lado
el
viajero ya cansado
y
el cronista de la historia.
Son
los caminos olvidados,
caminos
de desmemoria.
A.BARO
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