SABEMOS LO QUE SOMOS HOY, NO LO QUE PODEMOS LLEGAR A SER MAÑANA
Miro
a mi alrededor y veo
personas sin sueños,
sin esperanzas, estancadas en situaciones que no les hacen
felices, que
les agotan… Personas que se han rendido, que se reconocen en lo que
son, pero no en lo pueden llegar a ser porque ni siquiera han pensado
en esa posibilidad o la han proyectado en otros.
Son
personas sin entusiasmo, sin proyectos y sin la valentía para
reconocer que aun tienen poder para definir su futuro. Se
definen por sus estudios, por su trabajo, su estado civil o su
condición personal pero no por sus talentos ni valores. Hablan de lo
que consiguieron pero no de los proyectos que tienen en marcha. Han
abandonado todo lo que un día las hizo soñar por una vida
convencional en la que en cada momento se hace lo que “toca”.
¿Por qué hay
tantas personas que dejan que la vida tome el timón por ellas,
justificándose en el mismo pensamiento al que se han resignado: que
ya está todo establecido o escrito? ¿Cómo es que abandonan sus
sueños y la esperanza de pensar qué podrían llegar a ser si
hicieran un esfuerzo por cambiar y mirar más allá del horizonte?
Profundicemos.
“¿Por
qué creemos que vivimos nuestras vidas,
cuando
son nuestras vidas las que nos viven a nosotros?”
Matilde Asensi
Queda mucho camino por andar
El momento
actual es el que es, no podemos deshacernos de él. La
situación en la que nos encontramos es el resultado de nuestras
decisiones y experiencias; en definitiva, de diferentes
coyunturas. Tal
vez no es lo que esperábamos, lo que creíamos que nos merecíamos o
lo que pensábamos que debería ser, pero ahí estamos.
El contraste entre quienes éramos en el pasado y cómo somos ahora nos proporciona pistas sobre nuestra evolución.
El presente puede
ser nuestro mejor amigo o el más afilado de nuestros enemigos,
las cadenas que nos atrapan o el trampolín que nos impulsa a saltar
hacia delante para conseguir nuestros sueños. Todo depende de cómo
lo veamos. Porque aunque no podamos prever el futuro ni predecir los
obstáculos a los que vamos a enfrentar o las personas que nos vamos
a encontrar, sí podemos decidir sobre la actitud que queremos
adoptar frente a lo que venga.
Conocernos, saber
cómo somos ahora y elegir cómo queremos enfocar nuestra vida para
enfocar nuestro camino es posible e importante. De
lo contrario, tan solo seremos una marioneta de las
circunstancias. La cuestión está en abrazar nuestro carácter,
aceptar nuestros defectos, admitir nuestras limitaciones y creer que
podemos continuar. De este modo, haremos un hueco al crecimiento
personal y nos libraremos de esa sensación de estancamiento que
muchas veces nos abruma.
Una limitación no define lo que eres ni lo que puedes llegar a ser
Somos
mucho más que nuestros defectos, limitaciones y errores. No
obstante, ellos no son los que nos impiden que podamos hacer algo y
tampoco nos definen. Más bien son un punto de partida, desde el que
dar ese giro inesperado, para replantearnos cómo superar la
situación o crecer gracias al reto que nos plantea.
No son
nuestros errores y limitaciones los que definen nuestra
potencialidad, sino nuestra capacidad de adaptación ante
las diferentes circunstancias elegidas e impuestas. Al fin y al cabo
no necesitamos dirigir nuestras vidas sino a nosotros mismos.
Así, por mucho que la vida haga de las suyas, siempre
controlaremos y nos responsabilizaremos de lo más importante:
nuestras decisiones.
De este modo,
lo que podemos llegar a ser depende del compromiso que adquiramos
con nosotros mismos y de la valentía para
desafiar a nuestro presente y a lo que se “supone” que
deberíamos ser.
Nuestro lugar en el mundo no está definido porque tenemos la
potestad para elegir dónde queremos estar. La pregunta es ¿queremos
participar y ser los protagonistas o preferimos ver la vida pasar?
¿Preferimos la situación cómoda de víctimas o la incómoda de
actores, queremos ser de los que miran o de los que hacen?
“Sabemos
lo que somos, pero aún no sabemos lo que podemos llegar a ser”
-William Shakespeare-
Dejar ir es importante para avanzar
Ahora
bien, para
avanzar es clave aprender a dejar ir todo aquello que nos hace
esclavos, ya
sean personas, sentimientos, objetos o actos… Superar nuestros
vínculos de apegos tóxicos para liberarnos.
Muchas veces
nos quedamos estancados en ese “Haber
sido y que no fue“,
lamentándonos por nuestras faltas y carencias, tanto materiales
como personales, atrapados por nuestras expectativas sin
ser capaces de buscar remedio. ¡Cuántas veces nos quedamos
atrapados intentando controlar lo incontrolable!
Por eso necesitamos aprender a dejar ir todo lo que nos impide avanzar;
sobre todo, nuestras ganas de controlar todo.
A pesar de que
el futuro sea impredecible y esté cargado de esa incertidumbre que
atemorice a unos y apasione a otros, también tiene cierto poder
para influenciarnos y hacernos cambiar. Aunque no más que nuestros
actos y decisiones. La
cuestión es abrirse a esa posibilidad.
Por eso
necesitamos aprender a dejar ir. Necesitamos aprender a actuar
aunque no seamos lo único que determine el resultado final.
Necesitamos perdonar,
dejar ir el rencor y la ira. Aprendamos a
aceptar quiénes somos, porque de otra manera el crecimiento y la
evolución, por iniciativa propia, será imposible. Este,
y no otro, es el primer paso para hacernos con el timón
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