Recreamos un
mundo ilusorio con valores, recursos, pensamientos y creencias
impuestas, como unas leyes que se nos han programado y desde
ese programa, todo lo que pensamos es limitado y por lo tanto, nos
limita. Por
ello cualquier
idea que creamos ser, no nos define realmente, lo
único que define es al programa que piensa. Ello nos ha llevado
a vivir dormidos en un estado "zombie", pero en vez de
buscar carne humana, ahora buscamos dinero. El problema de esto es
que perdemos de vista lo que en el fondo de nuestro corazón hemos
venido a vivir y esto desencadena en una búsqueda insaciable de un
sentido en la vida que nos vuelva a dar ilusión por seguir en este
mundo. Buscamos en sitios sagrados, maestros, talleres, gurus,
chamanes... y al final llega ese temido pensamiento de quitarnos del
medio, de desaparecer.
Es frustrante no
saber qué hacemos aquí y asusta pensar que el universo ha acertado
con todos menos conmigo, pensar que: yo soy un error. Usamos
la comparación para justificar este inmenso vacío que
crece dentro y nada exterior llena. Si este es tu caso, ten claro que
lo que estás viviendo es exactamente lo que tienes que vivir. Estás
donde tienes que estar y tienes lo que necesitas en este preciso
momento. Aunque sea una situación dolorosa y caótica, si la vives
es porque estás
capacitado para trascenderla, sino no la vivirías. Las
almas fuertes eligen el sufrimiento como un camino para volver a la
unidad. Recuerdo una frase de Eckhart
Tolle: "el sufrimiento es necesario hasta que sabes que ya no es
necesario".
¿Porqué
sufrimos? Básicamente
porque nos
resistimos a la vida y luchamos contra ella para que sea diferente a
como es.
Podemos pensar que, cómo la vida puede ser tan cruel, pero este
juicio no es más que una comparación de nuestra mente que nace de
ese programa limitado. Hace unos años viví una experiencia que
reconocí como muy dolorosa y no sentía que mereciera algo así. La
rabia, la incomprensión y el dolor emanaban de toda la lucha que
ejercía porque no quería aceptar lo que estaba ocurriendo y mi
programa mental me hacía pensar que yo no sabía asumir lo que
estaba sintiendo (aunque lo sentía de todos modos). Tras pasar unos
meses me di cuenta de que, aunque dolorosa, la situación me
había ayudado a empezar nuevos caminos
que sin este capítulo, quizá nunca me habría atrevido. Hoy después
de unos años cuando miro atrás sonrío y veo que fue completamente
necesario para despertar una parte de mí, que
desde el confort, estaba completamente dormida por la mente limitada.
Levantarme contra la adversidad con paciencia y constancia, creyendo
simplemente en mí y en que este universo tenía planes para mí que
ni si quiera yo imaginaba, trascendió ese límite que ni era capaz
de percibir. Aquí aprendí una lección que escuché de Wayne
Dyer: "vive estando verde, porque cuando creas estar maduro
empezaras a pudrirte".
Buscar el
sentido de la vida es confundido con encontrar un camino que
recorrer, pero en realidad es una intención interior por la
que realizarte
en la vida a través de los demás. Por
eso hablamos de propósito,
porque nace
del interior para dar y servir al exterior. Cuando
encuentras tu propósito puedes dejarte guiar hacia aquello que la
voluntad del universo requiere de tu presencia. Aunque claro, estamos
hablando de un ideal, ya que muchos no sabemos nuestro propósito, o
quizás sí. Ya que nuestros propósitos más mundanos suelen ser
comprar un coche, una casa, la pareja de mis sueños, total libertad
financiera... Pero todo esto está fuera, qué necesitas para tener
todo esto? O para qué necesitas todo esto? Quizá
ahí encuentres lo que piensas que te falta o que no tienes y
también, justo detrás de tus necesidades, está tu propósito real.
Si el dinero te da tranquilidad, tu propósito es la tranquilidad, no
el dinero en sí. El dinero será el resultado de tu tranquilidad, de
tu propósito, porque ambos son lo mismo. Esto significa salir de los
límites del pensamiento y entrar en uno mismo para reconocerse, Por
ejemplo, como el miedo, pensamos que el miedo
no viene a asustarnos,
pero tan solo muestra una parte de nosotros que se siente sola en
este mundo y está asustada. Pero a la vez te muestra el potencial
que tienes detrás de esa parte asustada (justo detrás del límite
del pensamiento pensarlo), una parte de ti dormida inconscientemente,
aunque siempre despierta, que te recuerda que: tú
no eres un cuerpo que tiene un alma, sino un alma que tiene un
cuerpo.
Esa potencia divina que se levanta ante la vida y la vive. Que
sonríe o que llora porque lo siente y eso no significa estar
mal. O que ayuda y da sin esperar recibir, tan solo por saber
qué vinimos
con las manos vacías y con las manos vacías nos iremos.
Esa sabiduría interna tiene un propósito que eclipsa la lucha
contra la vida y comienza a vivirla.
Estás
experimentando un yo personal programado, pero este es limitado.
Aunque piensas que piensas, no eres tus pensamientos, ni tus deseos,
ni tus sueños... eres algo mucho más profundo y eterno, aunque
experimentes esos pensamientos, deseos y sueños. Puedes rendirte a
la lucha en contra de la vida, cesar con la intensidad de no estar
viviendo el futuro que imaginas, o de no saber perdonar el pasado,
para conectarte con tu verdadera vida, tu momento presente. La
rendición no es como un acto de resignación, sino un acto de
confianza. Así cesará el sufrimiento y delante de ti aparecerá tu
propósito, justo en este instante. Porque el buscador siempre fue lo
buscado. Si la apatía es tan grande que no tienes fuerzas, ni
paciencia para recibir la herencia del universo que te mereces, ponte
un propósito que nazca de tu corazón ahora. Algo que sea porque tú
sientes que es lo que tienes que hacer y no porque le gustará a
alguien, o es lo que te han dicho que hagas. La
vida te ha sido entregada para que la vivas, no para que tan solo te
conformes con existir.
Cierra los ojos y da a luz un nuevo tú. Gracias...
Héctor
Ibáñez
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