SI NO CONSIGUES TODO LO QUE SUEÑAS, NO PASA NADA
El otro
día escribía Elena
Arnaiz
sobre dejar de decirle a la gente que todo es posible siempre, porque
genera mucha frustración… Además es obvio que hay miles de
personas que nunca llegan a cumplir sus sueños… La verdad es que
yo creo que no hay nada imposible, pero no todo ni todos vamos a
conseguirlo y hay que darse cuenta que no podemos exigirnos sin
piedad ni culparnos por no llegar… Al fin y al cabo, lo que
realmente importa no es conseguir algo concreto si no llegar a sentir
esa emoción que asociamos con ello…
Paz. plenitud, felicidad. Y
todas esas sensaciones tienen que ver con lo que llevamos dentro,
con la forma en que nos vemos a nosotros mismos. Lo que hay ahí
afuera es sólo un estímulo que nos muestra un cambio que en
realidad se ha gestado en nuestro interior. Con ello no quiero decir
que conseguir metas no sea maravilloso, lo es, pero la vida nos
enseña que sin conocernos y amarnos, las metas se quedan cortas
siempre y el vacío regresa.
El verdadero
triunfo es conseguir ese estado de plenitud que deriva de hacer el
camino hacia lo que deseamos
y ver cómo crecemos
sin apegarnos a lo que podremos conseguir.
Y será entonces, cuando entre en juego algo que me parece primordial
para vivir con sentido y ser feliz, la aceptación… Aceptar
es aprender a vivir.
Diré más, osaré pensar y creer que aceptar
es la única forma de permitir la magia…
Soñamos y eso es
necesario, básico… Aunque, tal vez no llegaremos a dónde deseamos
y ¿sabes qué? No pasa nada. Nada es para siempre, nada es
definitivo, nada es inmutable… Todo cambia si quieres, si eres
capaz de comprender que puedes. Si aceptas que no todo va a ser como
quieres porque hay mil cosas que no puedes controlar. Porque no todo
depende de ti, pero tú sí, tu actitud, tu percepción del mundo, tu
interior.
Porque lo que
realmente cuenta es estar bien contigo y evolucionar. Para
conseguirlo, hay aprender a gestionar lo que sentimos y asumir que el
fracaso forma parte del aprendizaje y que es primordial para tener
éxito.
A menudo, no
conseguir lo que soñamos es una bendición que no sabemos valorar.
La lección que entraña aceptar que de momento no es posible, que no
está pasando tal y como desearías, que la vida es incontrolable y
que es mejor así es bárbara, inconmensurable…
¿Significa esto que
ya no creo en la magia? ¡No!! Creo siempre… Creo cada vez más y
en los milagros, hay miles cada día… Sin embargo, la vida no nos
da lo que queremos sino lo que somos, lo que creemos que somos y
pensamos que merecemos, lo que atraemos y, a veces, por más que
luchemos por algo y nos dejemos la piel, no pasa. Y no me
malinterpretes, no quiero decir que no podamos llegar a todas
nuestras metas, pero no siempre tenemos la actitud ni sabemos generar
las oportunidades y eso no nos hace culpables de nada… A veces, no
conseguimos lo que perseguimos porque antes necesitamos aprender algo
que está en ese rodeo que la vida nos obliga a dar… Otras porque
desistimos antes de tiempo o porque no confiamos en nosotros mismos.
Porque hay que actuar
para llegar, pero hay que hacerlo con enfoque y con la
mentalidad necesaria…
Porque hay que crear
el estado de ánimo que te lleva a conseguir y afrontar esos
momentos, vaciarse de creencias que te limitan y de las ataduras del
pasado… No lo sabemos, pero
estamos programados para perder una y otra vez porque no nos creemos
ganadores… Y si no
somos capaces de detectarlo, estamos dando pasos adelante y pasos
atrás al mismo tiempo. Nos saboteamos los planes…
Y ¿qué es ganar? ¿a
caso la victoria no es crecer y aprender? ¿qué precio le ponemos a
crecer, al camino recorrido y sus risas, sus momentos deliciosos, sus
pequeños tesoros…?¿Cuántas veces has encontrado un sueño nuevo
y maravilloso justo cuando perdías el que estabas buscando? ¿No
podemos dejarnos sorprender por otras propuestas que nos trae la vida
y que no esperamos?
Si no llegas a la
final, pero te lo pasas en grande intentándolo ¿de verdad has
perdido? ¿no te sientes ganador? ¿No miras atrás y ves que has
podido? ¿Necesitas el podio para sentir que has hecho una gran
carrera? Y no te pido con esto que corras para perder y no busques
medalla, te digo que valores cada momento y no te quedes amarrado al
resultado ni condicionado por el premio… Porque si no, sólo serás
feliz y estarás satisfecho si llegas primero. ¿No te das cuenta de
que el que corre por el placer de aprender corriendo gana siempre?
llegue el primero o el último… Y si además supera su marca y sube
al podio, seguro que sabrá gestionar esa grandeza porque nace de
humildad de no necesitar nada que la demuestre, de no pretender
demostrar nada. Por experiencia sé que a menudo los sueños que
perseguimos para demostrar al mundo nuestro valor se vuelven
inalcanzables… Y cuando los tocas, saben amargo y se desvanecen o
se hacen pequeños porque lo que buscabas no era el sueño en sí
mismo, sino la prueba tangible para decirle al mundo que tienes
valor, para tapar ese vacío que hay en ti porque te ignoras a ti
mismo…
A veces, no
conseguimos lo que deseamos porque para ganar hay que aprender a
perder y mucho…
Diría más, sólo se gana de verdad cuando no te preocupa el
resultado. Si te aferras a él y eres incapaz de ver más allá, tu
triunfo es algo pasajero porque no conlleva aprendizaje…
No vamos a
conseguir todo lo que soñamos y no pasa nada…
Es maravilloso, en realidad. Sin embargo, eso no significa que no
vamos a intentar y conseguir mucho. No
vamos a dejar de soñar a lo grande, enorme, descomunal…
Hasta que la palabra imposible no exista en nuestro vocabulario…
Pero sabremos aceptar lo que suceda porque parte del logro del sueño
es el recorrido, el cambio de mentalidad que experimentamos andando
hacia él.
Y si no lo consigues,
si no llega, dará igual porque ya eres otro y eso te capacita para
levantarte al día siguiente y alcanzar algo que no soñabas, pero
que también te fascina. Y será más fácil, porque ya eres un
experto en aceptar y seguir.
Aceptar tiene
magia, la tiene toda.
Es el paso previo para conseguirlo todo, la antesala de éxito más
rotundo… Ese lugar donde aguardan los ganadores para pasar a
recibir el premio. En la aceptación hay un mar de paciencia y una
montaña alta, altísima de sabiduría. Es el acto más mágico
posible… Porque cuando algo llega a nuestras vidas, hay que
bucearlo, sondearlo, vivirlo y sentirlo… No huir, no desistir, no
arrugarse… Está ahí para desenvolverlo y asumirlo, para ver qué
significa y sacarle el sentido y la moraleja, como a los cuentos
infantiles… Aceptar cómo eres, lo que implica, cuál de tus miedos
saca a la luz, cómo te incomoda… Mirar cómo es tu vida, lo que
hay en ella, cambiar tu mirada… Aceptar
sin batallar de forma absurda, pero sin resignarse.
Asumir que el regalo es tu actitud ante las cosas y no el resultado.
Dejar de lado el marcador, la medalla, el premio… Dar las gracias
por la adversidad, por la sombra, por el miedo que te paraliza y
abrazarlo hasta que desparece o se hace tan pequeño que se esfuma si
soplas… Amar al
obstáculo porque es un trampolín… Unirse a él, bailar bajo la
lluvia y decir sí a lo que más te asusta.
Y justo al darse cuenta de que no te importa el resultado porque la
actitud es la victoria, dejar que llegue la magia…
A veces, no
conseguimos lo que soñamos porque no aceptamos las etapas previas,
porque no nos damos cuenta de que nos equivocamos y no queremos ver
que fallamos, que somos vulnerables y que eso en realidad es un
regalo.
No vamos a conseguir
todo lo que soñamos, pero nos pondremos manos a la obra, que por
nosotros no sea, que no nos quede la espina clavada ni pasados los
años pensemos que nos quedamos cortos… Y lo haremos sin ansiedad,
desde el amor y la paz interior, desde la confianza en nosotros
mismos.
No vamos a
conseguir todo lo que soñamos porque a veces nuestros sueños son
los de otros y los hemos tomado prestados.
Han nacido del qué dirán, del querer aparentar y demostrar que
somos sin pensar en lo que sentimos. Porque no nos conocemos
suficiente como para descubrir qué talento ocultamos y qué podemos
aportar al mundo… Porque los hemos escrito a partir de dogmas
falsos y prejuicios… Porque los queremos usar para amarnos, porque
los vemos como medallas que colgarnos para conseguir un amor que
nosotros no nos sabemos dar… Porque no hemos visto qué nos hace
distintos y únicos y nos empeñamos en parecernos al vecino… No
vamos a conseguir todos nuestros sueños, pero conseguiremos muchas
cosas que jamás nos atrevimos a imaginar y que son grandiosas,
mágicas… A nosotros mismos.
Porque hay cosas que
no son, que no pasan, porque es necesario que así sea para que nos
demos cuenta de muchas otras a las que no prestamos atención…
Porque antes tenemos algo que aprender y la vida nos obliga a repetir
esa asignatura que se nos resiste. Porque tenemos que entender que
hay cosas que no podemos controlar, que casi no podemos controlar
nada y que cuando creemos saberlo todo es cuando menos aprendemos en
realidad.
A veces
cuando sueltas la necesidad de conseguir, te transformas en esa
persona que ya es lo que sueñas y todo llega, de repente…
Y si no, ¿qué importa? ¿no te has conseguido a ti mismo? ¿no eres
a caso una mejor versión de ti?
Es verdad, creamos lo
que creemos pero el verdadero sueño es lo que esa creación hace en
ti… Si lo imaginas, lo haces posible, pero tienes que ser honesto
contigo… Si no comprendemos eso, jamás llegamos a la meta porque
es el último empujón que necesitamos. Si no nos damos cuenta de que
en realidad la meta es una excusa para crecer, nos apegaremos tanto a
ello que nunca podremos alcanzarla.
No vamos a desistir
si realmente lo que soñamos nos hace sentir vivos, si nos
entusiasma, si va con nuestra esencia, pero aceptaremos lo que sucede
porque eso nos permitirá llevar las riendas de nuestras vidas…
No vamos a
conseguir todo lo que soñamos, por suerte, porque así nos daremos
cuenta de que lo importante es vivir…
Porque nos espera algo mucho mejor… Y
aceptarlo es hacer
magia. Y la magia es la que consigue los imposibles…
Mercè
Roura
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