26.10.17

Los logros externos no son una fuente de felicidad como tal.

¿QUÉ ES Y CÓMO FUNCIONA LA PARADOJA DE LA FELICIDAD?

 

La palabra felicidad es una de las más utilizadas en el mundo. En la cultura actual representa el objetivo último de muchas personas. No siempre fue así. En épocas pasadas el propósito esencial tenía que ver con la virtud, con la descendencia o con la propiedad. En la era moderna, en cambio, la paradoja de la felicidad asumió el papel protagonista.

La paradoja de la felicidad consiste en que casi todos queremos ser felices; sin embargo, si se nos pregunta qué es la felicidad, difícilmente logramos definirla. Si vamos un poco más allá y nos preguntamos para qué quieren ser felices, lo más probable es que la respuesta sea un silencio o un titubeo. Aparentemente, la respuesta sería obvia por lo anhelado del objetivo. Sin embargo,…

La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer,
alguien a quien amar y alguna cosa que esperar”.
-Thomas Chalmers-

Si queremos seguir complicándonos la vida, podríamos plantear una tercera pregunta: ¿cómo se alcanza la felicidad? Ahí pueden aparecer muchas respuestas, según los deseos de cada uno. Hablaríamos sobre todo de logros profesionales, de éxito y de plenitud en la pareja, pero sin definir de forma concreta cómo es esa felicidad que buscamos o qué esperamos que suceda cuando la encontremos.


Entonces, resumiendo, estamos en un tiempo en donde casi todos buscamos la felicidad, pero la mayoría no sabe qué es ni para qué la quiere y solo tiene leves sospechas acerca del camino que se debe seguir para alcanzarla. Esa es la gran paradoja de la felicidad.

La paradoja de la felicidad y la insatisfacción

La doctora Iris B. Mauss, profesora de la Universidad de Denver, llevó a cabo dos investigaciones para dilucidar cómo opera el tema de la felicidad en las personas. Los resultados de esos estudios son realmente desconcertantes y nos aproximan a lo que es la paradoja de la felicidad. En el primer estudio se llevó a cabo un análisis de tres aspectos:
  • El grado de importancia que cada persona le otorgaba a la felicidad;
  • Las condiciones externas en las que vivían los participantes, es decir, posición social y profesional, satisfacción de necesidades básicas, etc.
  • La relación entre buenas condiciones externas y sensación de felicidad.
El resultado fue que las personas que le daban un enorme valor a la felicidad se sentían más insatisfechas, incluso si tenían excelentes condiciones externas en su vida. En cambio, quienes eran más neutrales o no le daban tanta importancia a la búsqueda de la felicidad se sentían más satisfechos; esto sucedía incluso si sus circunstancias vitales eran más difíciles. Estas conclusiones muestran la esencia de la paradoja de la felicidad.

La felicidad y la soledad

 

En el segundo experimento llevado a cabo en la Universidad de Denver se hizo algo similar al anterior. Sin embargo, en este caso no se midió la satisfacción, sino cómo experimentaban la soledad quienes le daban una gran importancia a la felicidad y quienes no lo hacían.

El resultado fue similar al del primer estudio. Los que perseguían intensamente la felicidad se sentían más solos, mientras que quienes no le daban tanta importancia a ese objetivo no experimentaban esa sensación. Es decir, no se sentían particularmente solos.

La conclusión inicial al respecto es que quienes buscan afanosamente la felicidad se focalizan excesivamente en sí mismos. Su búsqueda de logros y de éxito resquebraja el vínculo con los demás. Esto fortalece la sensación de soledad. Nuevamente aquí se verifica la paradoja de la felicidad.

Las coordenadas de la felicidad

 

A partir de esos estudios pueden extraerse interesantes conclusiones. La primera de ellas, y quizás la más importante, es que los logros externos no son una fuente de felicidad como tal. Por eso muchas personas, cuando obtienen algo que deseaban mucho y tras una breve satisfacción, sienten un malestar que las lleva a proponerse una nueva meta, en un ciclo sin fin.

La felicidad, por tanto, es un proceso que se cocina dentro de nosotros mismos. Una realidad que solo tiene que ver parcialmente con los logros externos. Quizás muchos buscan de manera incansable esa felicidad con el deseo secreto de terminar con esa “eterna” insatisfacción que les habita. No se dan cuenta que es dentro de ellos, y no fuera, donde está el paraíso que buscan o el infierno del que huyen.

Por otro lado, los estudios permiten concluir que la idealización del concepto de felicidad solo entraña frustración. Van más livianos y logran sentirse más satisfechos aquellos que aceptan que lo que llamamos felicidad es solo una parte de la vida. Que no se puede desear un estado permanente de dicha porque esta aspiración es precisamente la primera condición para que no exista. Esto nos ayuda a aceptar más fácilmente la realidad tal y como es, y por lo tanto a sentirnos satisfechos con más frecuencia.

Lo que llamamos imprecisamente felicidad, ese sentimiento de dicha y plenitud, es algo que solo se presenta ocasionalmente. En todo caso, es más fácil que nos visite cuando hemos tomado la decisión de ser la mejor versión de nosotros mismos.

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