La
vida contiene maravillosos tesoros, pero para descubrirlos es
necesario tomar algunas decisiones correctas.
Tal
como consta en el Nuevo Testamento, Barrabás era un criminal
conocido por todos, de cuya culpabilidad no se dudaba. Sin embargo
fue liberado, nada menos que en lugar de Jesús, durante la Pascua.
Poncio Pilato era la autoridad responsable de hacer cumplir a ambos,
a Barrabás y a Jesús, sus condenas. Los dos serían crucificados.
Pero existía una tradición que permitía la liberación de un
condenado. El pueblo debía reunirse y elegir al que sería
indultado.
Y
por aclamación el beneficiado fue Barrabás.
Si
el Nuevo Testamento fuera una serie de televisión, de esas que hoy
todo el mundo sigue atentamente, el capítulo correspondiente a la
liberación de Barrabás sería criticado por inverosímil. Los
guionistas no podrían explicar de una manera creíble por qué las
personas comunes preferirían la liberación de un auténtico
criminal antes que la de Jesús. El propio Pilato trató de hacer
recapacitar a la gente aclarando que Jesús no había cometido ningún
delito, algo que ya todos sabían.
Con
frecuencia detectamos fácilmente estos comportamientos incoherentes
cuando los vemos en otros. Por ejemplo, el racismo, la intolerancia
religiosa o la violencia de género resultan evidentes para las
personas que no ejercen esas conductas tan condenables.
Sin embargo, si nos convertimos en observadores atentos y objetivos de nosotros mismos, vamos a descubrirnos haciendo elecciones terriblemente malas. Comprobaremos que muchas veces, de manera inexplicable, tomamos decisiones que nos perjudican, que postergan nuestra evolución y que nos hacen infelices. Una y otra vez nos sorprenderemos al optar por lo que menos nos conviene, al desperdiciar maravillosas oportunidades… Algo así como elegir a nuestro propio Barrabás.
Sin embargo, si nos convertimos en observadores atentos y objetivos de nosotros mismos, vamos a descubrirnos haciendo elecciones terriblemente malas. Comprobaremos que muchas veces, de manera inexplicable, tomamos decisiones que nos perjudican, que postergan nuestra evolución y que nos hacen infelices. Una y otra vez nos sorprenderemos al optar por lo que menos nos conviene, al desperdiciar maravillosas oportunidades… Algo así como elegir a nuestro propio Barrabás.
Los
mejores ejemplos están todo el tiempo a nuestro alrededor. Programas
de televisión mediocres seguidos por enormes audiencias. Comida
chatarra consumida cada vez por más personas. Música de dudosa
calidad preferida por multitudes. Redes sociales donde tanta gente,
que en realidad vive aislada, malgasta su tiempo.
Si
somos realmente honestos con nosotros mismos, deberíamos admitir que
hay aspectos de nuestras vidas que nos gustaría cambiar, que está a
nuestro alcance cambiar… pero que inexplicablemente nunca nos
decidimos a cambiar.
Pero
como en este blog nos enfocamos en qué hacer para sentirnos bien,
sólo quiero señalar una mala decisión que tomamos a cada momento,
casi sin excepción: la decisión de no ser felices ya, ahora mismo.
La decisión de enfocarnos en lo negativo, en lo que nos falta, en
las metas que aún no alcanzamos, en los deseos que todavía no
pudimos cumplir.
Recuerdo
un video que circuló unos días antes de la última Navidad. Un
hombre se despierta el día de Navidad y sale de su cama con la
actitud de un niño que va directamente a buscar sus regalos. Pero en
vez de uno o dos paquetes con su nombre junto al árbol, encuentra
otro tipo de regalos. Y son muchos: su mujer, sus hijos, su casa, su
desayuno, su ropa, su auto, su trabajo… Y recibe y celebra cada uno
de estos “regalos” como si fuera una maravillosa sorpresa.
¿Por
qué no podríamos disfrutar cada día de esos detalles milagrosos
que tiene nuestra vida? ¿Por qué decidimos pasarlos por alto y
preferimos enfocarnos con preocupación en alguna de esas otras cosas
que todavía no tenemos? Es tan incoherente como elegir a Barrabás…
con el agravante de que repetimos la misma desafortunada elección
una y otra vez.
Quiero
compartir una idea muy simple del libro Un
Curso de Milagros
acerca
de tomar decisiones equivocadas que, más pronto o más tarde, nos
causarán preocupación, angustia, dolor… Y la idea en cuestión es
que “esto no tiene por qué ser así”:
Si
no puedes oír la Voz de Dios, es porque estás eligiendo no
escucharla…
Cuando
tu estado de ánimo te diga que has elegido equivocadamente, y esto
es así siempre que no te sientes contento, reconoce que ello no
tiene por qué ser así…
Cuando
te sientas triste, reconoce que eso no tiene por qué ser así. Las
depresiones proceden de una sensación de que careces de algo que
deseas y no tienes. Recuerda que no careces de nada, excepto si así
lo decides, y decide entonces de otra manera…
¿Te
has detenido a pensar seriamente en las muchas oportunidades que has
tenido de regocijarte y en cuántas has dejado pasar?
Podemos
empezar por identificar aquellas situaciones en que nos sentimos mal,
y tratar de entender cuál es nuestra decisión equivocada que
origina ese malestar.
Siempre
que estemos enojados con alguien, preocupados por algo que podría
suceder o disconformes con algo que pasó, es que tomamos una
decisión que nos conviene revisar.
El
rechazo ante lo que sucede o la falta de perdón de nuestra parte,
por ejemplo, nunca resolverán los problemas que debemos enfrentar,
pero tienen la consecuencia inevitable de causarnos enojo y rencor.
Pero si decidimos aceptar o perdonar, en cambio, alcanzamos el mejor
estado emocional posible para provocar un cambio real y positivo en
nuestra realidad.
SI
SUCEDE, CONVIENE.
Esta
frase es muy polémica y para refutarla es bastante fácil proponer
situaciones que efectivamente suceden pero que en realidad no le
convienen a nadie. Es que la frase es muy breve y no puede
pretenderse que sólo tres palabras lo expliquen todo acerca de cada
hecho de la realidad y de todas sus posibles consecuencias. Pero es
muy provocativa y representa una verdadera invitación a aceptar la
realidad tal como se nos presenta y a buscar el lado positivo de
cualquier situación.
Y
luego, al encontrar ese lado positivo y adoptar una actitud
optimista, podemos organizar nuestros recursos de la manera más
eficaz, desplegar completamente nuestra inteligencia y nuestra
creatividad, y así poder hacer frente a cualquier circunstancia
adversa, resolver aquellos problemas que tengan solución… y
convertirnos finalmente en personas más fuertes y más sabias.
Axel
Piskulic
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