Mientras
algunos disfrutan de los últimos y mejores productos, cada vez más
personas se dan cuenta de que pueden arreglárselas con menos
elementos externos, apostando
por una vida minimalista. Llevar
un estilo de vida minimalista implica reducir las posesiones a solo
lo necesario y, de alguna forma, trascender lo material. Hablamos de
una filosofía vivida y defendida a lo largo de la historia, desde
los antiguos filósofos griegos o los maestros zen budistas.
A
día de hoy, el
estilo de vida minimalista resulta tan atractivo porque resulta una
especie de criptonita para ese círculo que forman
trabajo-dinero-consumo. Por
otro lado, según Art Markman, profesor de psicología y marketing en
la Universidad de Texas, cada generación renueva a la generación
anterior y el minimalismo parece una apuesta inmanente a buena parte
de las nuevas generaciones.
Las
nuevas generaciones reaccionarían frente a la era de consumo
excesivo de las últimas décadas. “Muchas
cosas son desechables y hay muchos medios que promueven el consumo,
por lo que la gente está reaccionando contra eso”,
explica. Para una gran parte de las nuevas generaciones, tomar las
mismas decisiones que sus padres simplemente no es una opción.
Por
otro lado, parte
del atractivo del minimalismo es su lado espiritual, la esperanza de
que sea bueno para nuestro lado espiritual (ese
que ha quedado un poco huérfano con la pérdida de influencia de la
religión en la sociedad). Además, la vida minimalista también está
relacionada con la conciencia social.
Seleccionar
lo que compramos implica castigar a aquellas empresas que no respetan
unas condiciones de trabajo dignas para sus trabajadores, reducción
del consumo de recursos naturales, menos contaminación, menor
consumo de energía, etc. Todos ellos ideales muy acordes con las
inquietudes de las nuevas generaciones.
¿Por qué la vida está tan
desordenada?
Sí,
es cierto que el mundo en el que nos movemos, por definición, es un
tanto caótico e imprevisible. Una
falta de orden a la que muchas veces contribuimos con nuestra manera
de vivir.
Muchos
tienen, o tenemos, trabajos de los que no disfrutan, sienten como
necesidad todo aquello que la publicidad hace popular, sentenciamos
con frases que en realidad no sentimos, comemos alimentos que nos
hacen daño, pasamos tiempo con gente con la que no queremos estar…
Y si lo hacemos no es porque nadie nos lo imponga, sino porque
decidimos hacerlo así, decidimos que no tenemos otra opción o que
es lo mejor para nosotros.
Sin
embargo, no somos completamente culpables de eso. Desde
una edad temprana, la sociedad y nuestro entorno nos ha “empujado”
a vivir de esta manera.
La publicidad
extendida
por todas partes, el adoctrinamiento recibido en la escuela, en la
familia y en otros entornos de influencia, nuestro círculo de
amistades…
Descrito
el marco, no es sorprendente que la vida parezca un desastre. Lo
bueno es que nosotros podemos intervenir de manera positiva en el
desastre dejando espacios vacíos por los que se cuele la
claridad. Podemos
diseñar una vida que sea menos complicada y más significativa,
siguiendo una estilo de vida minimalista.
Vida minimalista: menos
complicación y más significado
La
idea clave del minimalismo es deshacerse de lo que no agrega
valor a tu vida para dejar espacio para lo que sí lo hace,
como eliminar el desorden, las distracciones y las relaciones no
saludables, y permitir más espacio para las cosas que son esenciales
para nuestro bienestar, como la creatividad,
el amor y el juego.
Por
lo tanto, el
minimalismo o la vida minimalista trata de enfocarse intencionalmente
en lo que realmente le importa y dejar de lado lo que no.
Dicho de otra forma, se trata de disfrutar más la vida con menos.
Así es como puede conseguirse:
Deja
a un lado aquello que no te hace sentir bien:
deshazte de todo aquello que se interpone en tu camino, de todo lo
que te distrae, de todo lo que te hace perder la concentración.
Deshazte de todo lo que te quita la calma y la claridad. Quédate
con aquello que realmente contribuye a tu bienestar.
No
compres aquello que no necesitas:
no te dejes engañar por la publicidad, las modas y la opinión de
los demás. Tener cosas no te hará más feliz. La realidad es que
una vez que tenemos lo suficiente para satisfacer
nuestras necesidades
básicas,
los productos no pueden mejorar nuestro bienestar de ninguna manera.
Solo pueden proporcionarnos una gratificación momentánea que muy
pronto desaparece, lo que nos lleva a un estado psicológico aún
peor que el anterior.
Aprecia
todas las cosas que ya tienes:
no saques de tu foco de atención lo que ya tienes para centrarte en
lo que te falta. De otra manera siempre te sentirás incompleto,
insatisfecho y prisionero del propio deseo.
Minimiza
tus distracciones digitales:
correo electrónico, mensajería instantánea, redes
sociales,
navegación recreativa… todo esto te distrae y te hace perder el
foco, la atención en el momento presente. Usa conscientemente los
medios digitales y mantén bajo control las interacciones con otras
personas.
Mejora
tus relaciones con los demás:
en la era de Internet, que facilita la interconexión con todo el
mundo, cada vez estamos más desconectados. Nos faltan verdaderas
relaciones humanas, relaciones reales.
Haz
las cosas de una en una:
la vida minimalista significa, en esencia, vivir enfocado, es decir,
aprovechar al máximo cada momento. Si estamos permanentemente
distraídos y/o enganchados a la multitarea nos
podemos hacerlo.
Concéntrate
en los objetivos importantes:
la mayoría de la gente generalmente tienen un gran número de
objetivos que desean alcanzar. Una vida minimalista tiene un
propósito claro. Para vivir una vida así, debes descubrir las
pocas cosas que más te interesan y dedicarte a ellas.
Cuida
tu cuerpo y tu mente:
la salud es el punto de partida para disfrutar. Por lo tanto, es
vital te cuides en los dos planos: tanto en el fisico como en el
mental. Ejercicio, alimentación y sueño son tres elementos clave
en este sentido.
Cultiva
la atención plena:
la vida minimalista requiere una mente tranquila, es decir, una
mente libre de pensamientos contradictorios y en sintonía con el
momento presente. Practicar mindfulness o meditación de atención
plena te ayuda a recuperar un estado de conciencia pacífica, a
observar tus pensamientos y sentimientos sin juzgarlos, resistirlos
ni alimentarlos y a responder de manera consciente a situaciones en
lugar de reaccionar de forma exagerada a ellas o ser abrumados por
ellas.
Pensamientos finales
Fumio
Sasaki dice
que “el
minimalismo es un estilo de vida en el que reduces tus posesiones al
mínimo posible”. Para
Sasaki,
“vivir solo con lo básico no solo ha proporcionado beneficios
superficiales como el placer de una habitación ordenada o la simple
facilidad de limpieza, sino que también ha conducido a un cambio
más fundamental”. Al
optar por un estilo de vida minimalista, Sasaki encaminó su
propia definición de felicidad.
Este
camino nos dice que cuantas más cosas tienes, más poder tienen las
cosas sobre ti. Cuanto
más dependes de algo, más influye ese “algo” en tu capacidad
para ser feliz, para disfrutar realmente de la vida.
Entendemos que nuestra felicidad depende de ello, y procuramos tener
cada vez más y más, temiendo que alguna vez nos haga falta. Un
“por si acaso” por el que terminamos siendo esclavos del reloj y
de las obligaciones con las que suena cada hora, con pocos o ningún
descanso.
Eva
Maria Rodríguez
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