LA VIDA TE
INVITA A PARAR
En
algún momento en la vida llega ese día en que estás un rato a
solas, contigo. A solas de verdad. Sin más interrupción que tus
propios pensamientos ni más demora que la de acabarte ese café para
poder cerrar los ojos y notarte la piel… Llega porque lo has estado
postergando mil años y ya te toca. Llega porque te lo mereces y ya
no te basta con buscarte a pedazos, te necesitas por entero.
Si
no propicias tú este momento, si no te das cuenta que la vida te
llama a parar y sentir, no te preocupes, lo hará ella
sola. Encontrará
la forma de que te pares, te calles, te rompas, te desgajes y tengas
que quedarte a solas contigo mismo y decirte lo que tienes pendiente.
La vida buscará el camino para que pares y te notes las puntas de
los dedos de los pies y te preguntes para qué andas. Buscará la
forma de que te sientes y te preguntes a dónde vas… Buscará la
forma de que te acurruques a ti mismo y llores si almacenas llanto y
te rías si te quedan risas pendientes. La vida es tan eficaz
haciendo que lo que tienes pendiente pase… Haciendo que lo que
evitas suceda…
A
veces, lo hace a golpe seco y otras como el río que remolonea
buscando un mar que no se deja, que parece que no llega, que no se
deja amar ni besar. Todo llega, siempre. A veces no es como lo
imaginabas. Otras es exactamente igual pero al abrazarlo notas que ya
no tiene tanto sentido. En ocasiones, aparece desgastado y opaco…
Aunque siempre, siempre es mejor de alguna forma…
La
vida te para o te paras tú antes de que lo haga la vida. Si
escoges la segunda opción, cuando notas las señales y lees en tus
ojos que te necesitas de verdad, que te buscas para sincerarte y
tener esa conversación pendiente contigo, todo es más fácil. Tú
eliges cómo parar y bailas. Tú escoges el rincón donde quedarte
quieto y la posada donde vas a contarte historias. La vida te invita
a parar y tienes que aceptar la invitación para encontrarte y volver
a ella con más ganas, con más serenidad, con más paz…
A
veces, para cambiar de vida no hace falta dejar la antigua del todo.
Sólo es necesario soltarla, estar dispuesto a pensarla de otro modo,
a vivirla con otro ritmo, a buscar la coherencia en cada palmo que la
habita y desechar lo que ya no te pertenece. No
hace falta lanzarlo todo por la ventana, pero hay que estar dispuesto
a ello si es necesario…
Al
final, lo nuevo siempre te cuesta lo viejo, lo caduco, lo que ya no
tiene sentido… Hay
que dejar hueco para que lo que deseamos llegue a nosotros y ese
hueco es sobre todo mental y emocional… El
espacio físico siempre es una consecuencia de permitirnos vaciar por
dentro, soltar los pensamientos que ya no nos definen y las creencias
que ya no queremos que nos limiten.
Y
una vez a solas, háblate en serio. Sé pura compasión pero pura
verdad. Sé amor pero también firmeza…
Quedarte
con tus miedos y decirles basta. No para que se vayan (que sería
maravilloso) sólo para que no muerdan. Quedarte
con tus pensamientos y mirarlos desde fuera y ver que no son tú y
que están ahí para recordarte que a veces no te valoras suficiente,
que todavía estás aprendiendo a amarte y se te escapan pequeñas
cosas. Quedarte con tus emociones y sentirlas, ver qué te cuentan y
soltar cuánto puedas…
Y
decir las cosas por su nombre. Y hablarte claro. Y encontrar ese
miedo tan intenso que se oculta detrás de esos pequeños miedos sin
sentido que son todos el mismo disfrazado de torpeza, de desgana, de
angustia, de enfado, de rabia, de resentimiento, de pereza…
Y
no culparte por nada. Sin reproches, sin medias tintas… Para que
vayas a tope contigo. Cuando aciertas y cuando fallas. Porque
todo, absolutamente todo es material valioso para seguir y
crecer. Para
levantarse y caminaR.
En
algún momento tienes que quedarte a solas contigo para darte cuenta
de que le pongas el nombre que le pongas a tus metas tu destino es
amarte y confiarte a la vida.
En
algún momento vas a tener que recordar qué te trajo aquí y
descubrir si te sigues a ti mismo o tu sombra.
Para
enderezar el camino si te has perdido o sencillamente seguir por el
camino que parece equivocado a ver a dónde te lleva… Porque tal
vez ese error pendiente sea muy necesario para recordar quién eres y
darte cuenta de hacia dónde deseas ir de verdad.
Tal
vez ha llegado ese momento. La vida te invita a parar ¿aceptas?
Mercè Roura
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