Hay
un compromiso más grande que el de seguir adelante pase lo que
pase. Que ya sé que es mucho y que cuesta… Pero ahora hablo
de algo todavía más grande, más inmenso e inevitablemente eterno…
Un compromiso más grande que el de seguir en pie o incluso vivir…
Es un compromiso con la calidad de esa vida y todo lo que aportas y
eres. No se trata de tragar días y comerse la vida como si fuera un
aperitivo, se trata de notarla y comprenderla, sentirla hasta el
extremo de que te cambia por dentro a cada momento si lo que sientes
te rompe o te rasga el alma…
Seguir
adelante no lo justifica todo, no lo invade todo, no lo soporta
todo… Hablo
de un compromiso contigo, con tu dignidad y tu sombra, con todo lo
que eres y lo que aspiras a sobrevolar y a ser porque lo reconoces
dentro de ti y te da alas, porque lo intuyes y te da fuerza… Hablo
de no venderte las ganas por el pan ni recortarte las alas por si a
otros no les gustan, por si no les complace verte volar mientras
brillas…
Hablo
de levantarte cada día y existirte hasta las últimas consecuencias,
aunque cueste, aunque no veas nada, aunque todavía no sepas a dónde
te lleva el camino que has emprendido pero algo te diga que es ese,
sin saber por qué. Hablo
de ser tú y adaptarte a la vida pero siempre sin renunciar a ti. Que
lo que pasa te sirva para sacar lo que nunca sacarías a luz, sólo
en caso de emergencia…
Lo mejor de ti,
eso que a veces te asusta porque te reafirma, porque no sabes si
gusta, porque temes que se pase de largo o se quede corto, porque
nunca antes te has atrevido a mostrar y no tienes ni idea qué cara
van a poner cuando lo vean…
Eso que eres y
haces y sientes que está en ti, oculto y guardado, esperando a que
el valor te permita mostrarlo. Eso que es tu versión sin miedo, sin
prisa, sin recortes, sin esperar nada del mundo, sin querer dejar
bocas abiertas ni medallas, sin premios, sin miradas de aprobación
ni más recompensa que la de saber que finalmente lo has hecho. Que
ya eres, que ya eras pero no ejercías de tí.
Porque tu brillo
no deslumbra, ilumina. Nadie nos molesta ni nos hace sombra,
sencillamente somos y nos relacionamos unos con otros. Algunos
esperamos siglos para sentirnos aceptados, hasta que un día
descubrimos que no había nada que esperar y que todos los
interruptores estaban a nuestro alcance.
Hay
algo en ti maravilloso, extraño, inevitable. Algo que surge cuando
todo lo demás se acaba… Algo que brilla cuando todas las
propuestas mediocres han fracasado y demostrado que el único camino
es el de vuelta a ti, que lo que faltaba era reconocerse y no
encontrar nada ahí afuera… El mundo está lleno de pistas para
encontrar el tesoro más grande jamás soñado… La vida es el mapa
y el tesoro eres tú. Todo vuelve a ti, todo lleva a topar de nuevo
contigo después de pasar años buscando esas respuestas…
Hay un
compromiso más grande que el de buscar y seguir, es el de reconocer
que ya has llegado. Que antes de salir de ti para surcar el mundo ya
lo tenías todo. Que el plan de vuelo está en ti, que nada de lo que
vas a encontrar en el camino te será útil si no lo miras con los
ojos del que se siente capaz y digno.
Hay
un compromiso enorme e ineludible contigo. Ahora y dentro de cien
años. Llegará y tendrás que asumirlo tarde o temprano… Cuanto
más tardes, más dolor y sufrimiento, más golpes, más arañazos…
Aunque son necesarios, a veces, porque aprendemos rebotando contra
las paredes después de fingir que no están ahí. Porque aprendemos
tropezando con la misma piedra, culpando al camino. Porque aprendemos
repitiendo las mismas decepciones y diciendo que son los demás
siempre los que se obstinan en amargarnos. Y ellos están y hacen y
son responsables de lo que son y lo que hacen pero podemos aprender a
con el tiempo a reconocerlos y reconocernos…
Hay
un compromiso eterno y está en ti y es para ti. Un click que
se activa cuando después de mil intentos todo falla, todo estalla
ahí afuera, todo salta por los aires en tu vida y entonces ves claro
que hay que activar el botón previsto sólo en caso de emergencia…
Que era necesario que todas las puertas se cerraran para que te
dieras cuenta que sólo hay una que importa y siempre debe estar
abierta… Que tú eres el salvavidas, el mar abierto, el mejor amigo
que te escucha, la mano tendida que buscas, la llave de todo… Que
todo este proceso difícil y doloroso era en realidad como el del
gusano que perdido y desesperado construye una crisálida y empieza a
cambiar… Y no sabe quién es ahora, no sabe qué pasa, pero al
final, se da cuenta de que va a volar… Y vuela.
Nos
resistimos a ello, pero no hay otro modo. Nos resistimos y con
nuestra resistencia hacemos que sea cada vez más enorme ese dolor,
esa frustración, esa necesidad de regresar a nosotros… Hacemos que
el regreso requiera un salto más grande, que la confianza para que
llevarlo a cabo sea más y más necesaria… Que el abismo ante
nosotros por no hacerlo sea cada vez más gigante.
Lo que pasa es
que para llegar a ese punto hace falta soltar, dejar morir lo que
somos ahora y dejarnos llevar por esta transformación…
Para
ser quienes realmente somos hace falta que dejemos morir lo que no
somos.
Hace falta
renunciar a lo que os estorba y nos ancla a lo que no deseamos, a lo
que nos hace retroceder y nos quita la energía y las ganas. Abrirnos
en canal y estar dispuestos a todo para ser lo que realmente somos y
amarnos como merecemos. A veces, sólo estamos dispuestos a cambiar
cuando ya no hay más remedio pero debemos comprender que al final no
habrá más remedio que cambiar.
A veces, sólo
estamos dispuestos a amarnos y aceptarnos cuando no nos queda más
remedio y tenemos que reconocer nuestro valor para no sucumbir, para
no perecer ahogados bajo la capa de desprecio con la que nosotros
mismos nos hemos cubierto… Cuando tocamos fondo y no queda nada,
nada más que tú…
Podemos
poner en marcha el mecanismo justo ahora, en este momento, y apretar
el botón de “sólo
en caso de emergencia” o
seguir viviendo como zombies más tiempo hasta que la desesperación
más absoluta nos muestre que somos todo lo que estamos esperando…
Podemos resistirnos cuanto deseemos, pero pasará, cambiaremos,
viviremos lo que realmente somos… Estamos
destinados a volar. Es inevitable…
Mercè
Roura
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