27.6.19

Para que una persona cambie es imprescindible que quiera hacerlo

LOS CAMBIOS… (Que los hagan otros)

Es el último componente de la trilogía: “la culpa la tienen los demás”, “el auto-engaño” algo por otro lado muy humano el pensar que lo nuestro es lo bueno y lo de los demás es lo no tan bueno.

Siempre queremos que los demás cambien. Nos parece que somos los que estamos en posesión de la verdad absoluta, que lo hacemos todo bien y que si en algo debe hacerse un cambio no será en nuestra forma de hacer y pensar porque es la correcta, es decir, QUE CAMBIEN LOS DEMÁS…..

Pero claro la ecuación no sale. Estamos acostumbrados a que lo nuestro sea lo válido, a sentir que hemos alcanzado la verdad, que somos justos y ecuánimes y que si llega el punto de desencuentro siempre estará nuestra razón que pondrá orden donde se formará el conflicto.


Tenemos tendencia a olvidarnos que también existen los demás. Y es necesario que tomemos conciencia que no estamos solos en esta aventura llamada  “VIDA”.

Que el de enfrente tiene sus razones y que sus circunstancias (que no son mejores ni peores que las nuestras) son las que condicionan su forma de responder ante los problemas y las discrepancias.

Algo que los sabios de todos los tiempos nos han dejado como lección es que no podemos cambiar a nadie, salvo a nosotros mismos. El resto es un imposible que debemos asumir. Eso sí, al cambiar nosotros cambiará la forma de ver el mundo y a los demás y ese será el definitivo puente tendido hacia el acercamiento para una convivencia feliz y en paz. 

Comparto con todos vosotros otras tres reflexiones que nos dejaron quienes estudiaron a fondo el comportamiento humano:

“…Para que una persona cambie es imprescindible que quiera hacerlo. No depende de nosotros, sino de su propia voluntad...”

“…No culpes a los demás de no ser cómo tú o de no ser cómo tú quieres que sean, pues seguro que tú no estás dispuesto a ser como quieran los demás…”

“…El cambio, es un proceso interno, se cambia de dentro hacia fuera, nunca se produce fuera de nosotros…”

Lo que más nos será útil en la convivencia, es entender que a las personas hay que aceptarlas tal y como son, y aceptar también que cada uno pensamos y sentimos de manera diferente. Esto, que parece tan obvio, en la realidad no lo es tanto. Siendo el motivo de innumerables conflictos.

A menudo nos empeñamos en cambiar actitudes o comportamientos de los demás sin tener en cuenta que algo que para nosotros puede ser muy importante para el otro no tiene por qué serlo, y al revés.

PARA QUE NUESTRA VIDA SE LLENE DE ARMONÍA Y FELICIDAD LO MEJOR… ACEPTAR A LAS PERSONAS TAL Y COMO SON.

La eterna lucha por cambiar al otro pasa por la aceptación. Tienes que pensar que al final cada uno elige, aunque no siempre elijamos lo mejor. No puedes ni debes tener poder sobre los demás ni otorgarte una responsabilidad que no te pertenece.

Llegado este punto, piensa: ¿Para qué quieres que el otro cambie? Puede que la respuesta sea para que sea más feliz o para que sufra menos, aunque si profundizas un poco más quizás llegues a reconocer que sería para que tu relación con él/ella mejore. 

Si no te gusta que te griten, aprende a hablar con respeto a los demás sin subir el tono. Si no te gusta que te hagan esperar, sé puntual… y así en cualquier aspecto de tu vida.

LA CLAVE: CAMBIAR TÚ PARA QUE TODO CAMBIE

Las relaciones son sistemas, de manera que si tú cambias, el sistema cambia, o lo que es lo mismo: si tú empiezas a comportarte de manera distinta por ejemplo con tu familia, ellos también cambiaran su forma de actuar contigo. Si no te gusta cómo ha hecho algo un amigo, muéstrale otra forma de hacer las cosas.

Si tú esperas que el otro haga algo, lo único que conseguirás es comprobar cómo el otro está esperando que lo hagas tú, entrando en un bucle y así no habrá forma de que el sistema evolucione.

Lo que mejor define todo lo expresado hasta ahora es la famosa frase de: “Todo el mundo quiere el cambio, pero nadie quiere cambiar”.



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