La vida es un viaje que está en constante cambio. Tanto lo positivo como lo negativo llega a su fin tarde o temprano y solo queda el significado que le damos a lo que acabamos de vivir. La forma en la que percibimos lo que vivimos actúa como lente a la hora de aprender de la vida, si nosotros vemos un problema desde una posición de víctima seguramente no veremos nuestros errores, pero sí los de los demás. Sin embargo, si lo observamos haciéndonos responsables de nuestra vida o preguntándonos <<qué tengo que aprender yo de esto>>, lo que vamos a percibir va a ser muy diferente.
Ante
un mismo problema dos personas pueden reaccionar de forma muy
diferente. A alguien le pueden robar y puede vivirlo desde la
carencia de que ha perdido algo, o desde la abundancia de que ha dado
algo. Muchas veces, llamamos a esta decisión autoengaño, pero esto
depende de las emociones que acompañan a la
decisión.
Obviamente nos puede doler, por ejemplo, que la pareja nos sea
infiel, pero podemos decidir vivirlo desde la traición, venganza y
despecho, o desde la apertura de que esto significa el fin de un
ciclo y que voy a conocer a alguien nuevo.
En
este caso el
autoengaño sería no reconocer el dolor, crear
un diálogo que evite aceptar el dolor que causa la experiencia en
sí. Contarnos una historia racional que nos lleve a seguir
manteniendo el estrés del problema. Supongo que habrá un estado de
conciencia donde estas vicisitudes no nos duelan ni nos
desestabilicen emocionalmente, pero de momento, contando con que
vamos en pañales, vamos a teorizar que nos duelen. El proceso de
decisión consciente y no de autoengaño está en reconocer lo que
siento, asumirlo, reflexionar y actuar en coherencia. Vamos a verlo
por pasos:
1
- Asumir lo que siento:
Este gesto es el más importante porque requiere de frenar la
impulsividad y el automatismo inconsciente de hacer siempre lo mismo.
Aquí paras y respiras sosteniendo
dentro todo lo que se siente.
2
- Aceptación:
Cuando se asume podemos caer en culpar o victimizarnos, el movimiento
consiste en <<asumir
que nuestros sentimientos y sensaciones son nuestros>> aunque
nazcan de una experiencia externa. La aceptación de lo que la
vivencia nos provoca, calma la ansiedad de querer huir de la
intensidad emocional que experimentamos y nos devuelve los mandos
para pensar y decidir.
3
- Reflexión: Este
es un espacio que se da practicando con el tiempo. Es la capacidad
de pensar
antes de actuar observando
claramente lo que nos está ocurriendo para poder tomar una
decisión consciente.
4
- Coherencia: Cuando
hemos visto lo que sentimos, lo hemos asumido y hemos tomado la
decisión de cómo vivir esta experiencia toca pasar
a la acción teniendo
presente el hilo que estamos siguiendo. Cuando realmente tomamos
conciencia de lo que nos está pasando, de forma natural vamos a
actuar de forma diferente para entrar en coherencia.
El
error, por llamarlo de alguna manera, está en que muchas veces somos
conscientes de todo lo que nos pasa por dentro, pero no
nos atrevemos a actuar en coherencia.
El miedo al rechazo, a que nos abandonen, a sufrir, a hacer daño,
etc, nos bloquea y nos boicoteamos para seguir haciendo lo mismo de
siempre.
Lógicamente
esto es un proceso, trascender los problemas y vivirlos sencillamente
como experiencia, comprendiendo que la vida tiene estas dificultades
requiere de un camino de volver una y otra vez a recordarnos que
somos seres conscientes, lo que conlleva
una gran responsabilidad. Cabe
recordar que para aprender de los problemas debemos dejar
a un lado la historia que nos estamos contando y ver <<la
historia detrás de la historia>>. Dicho
de otra forma, encontrar el verdadero problema.
Dejar
a un lado el victimismo y la culpa para darnos cuenta que lo
que vivimos es el resultado de las decisiones que tomamos,
al principio es doloroso, nadie quiere pensar que se está haciendo
daño a sí mismo. Sin embargo, luego resulta liberador, porque si
uno mismo se está creando estos "problemas", es también
uno mismo quien puede aprender y dejar de alimentarlos.
Recordemos
que en el último eslabón siempre cabe un grado de incertidumbre
donde
no vemos más allá de este instante y aunque sí podemos controlar
qué hacemos ahora, no podemos controlar hacia dónde nos va a llevar
la elección. Por ello, aun cuando vivamos problemas que nos cogen
por sorpresa, siempre
vamos a poder decidir cómo vivirlos.
De
los problemas a la experiencia hay una decisión, la de aprender para
elegir cómo vivir lo que está ocurriendo ahora.
Héctor Ibáñez
Héctor Ibáñez
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