A
veces creo que la vida es como un sendero de pequeñas cajas cerradas
que vamos encontrando y abriendo. Nos paramos para tomarlas en
nuestras manos y las abrimos. Nos hacemos un montón de expectativas
respecto a lo que debería haber dentro de ellas y muchas veces
acabamos frustrados porque no contienen lo que creemos necesitar. Sin
embargo, el sentido de todo esto creo que
tiene mucho más que ver con nosotros que con quién prepara las
cajas o las cajas en sí mismas.
Creo
que hay que comprender que las
cajas nunca te dan lo que crees que necesitas sino lo que de verdad
tienes que aprender.
Aprender que recibes lo que siembras, que hay cosas en ti que no ves,
que la vida es como es y muy a menudo no puedes elegir las
circunstancias pero sí cómo responder a ellas… A veces,
abres la caja y ves que lleva una espada y piensas “es para que
siga peleando y defendiéndome o cortando la maleza de la selva en la
que ando metido para avanzar”.
Y en realidad es para que te des
cuenta de todo lo contrario… Que si crees que tienes que luchar sin
tregua para poder vivir y conseguir lo que amas sólo conseguirás
más lucha y sufrimiento… Para que empuñes la espalda y en lugar
de usarla para separar las ramas y atacar, notes su peso en tu brazo
y sepas que es una carga muy pesada, para que la sueltes y decidas
que debe de haber otro modo…
Llegan
cajas a nuestras vidas cada día. Algunas son grandes sorpresas. Hay
cajas que de entrada parece que tienen un contenido horrible y que
con el paso de los días acaban siendo tesoros. Hay cajas que te dan
prisa, otras que te dan tiempo. Hay cajas que están repletas de
bombones amargos para que te des cuenta que debes de mirar dentro y
dejar las apariencias… Hay cajas que contienen una música
maravillosa…
A
veces, abres la caja y está vacía y te enfadas contigo y con la
vida porque no te da nada. Y tal vez lo que te dice la vida con la
caja es que ya lo tienes todo, que te tienes a ti y no necesitas nada
que está ahí afuera… Que la única persona que puede salvarte
eres tú.
Hay
cajas que contienen amores necios y dolorosos para que descubras que
esos son los amores que crees que necesitas y comprendas que no te
estás valorando como lo que realmente eres, un ser que merece un
amor inmenso…
La
magia de las cajas es rara y a veces, lo sé, parece perversa. A
menudo incluso creo que no contienen nada y que lo que hay en ellas
se crea justo en el segundo en el que empiezas a abrirla… En ese
instante se crea según lo que piensas y sientes… Las cajas están
conectadas a ti y notan tus latidos y tu estado de ánimo.
Si
quieres amor, a veces te dan desamor para que no tengas más remedio
que amarte tú.
Si
quieres seguridad y certeza, te traen caos e incertidumbre para que
comprendas que el único equilibro es el que creas tú y aprendas a
vivir en armonía y calma en plena tempestad… Ya nunca más te
sentirás inseguro si eres capaz de encontrar tu paz en plena
tormenta.
Si
quieres paz no te dan paz, te traen algo que te dé la oportunidad de
encontrarla dentro de ti.
En
el fondo, siempre obtienes lo que deseas, pero no como resultado de
tu necesidad sino como respuesta a tu capacidad de soltar esquemas
antiguos y creencias rancias. Como consecuencia de mirar dentro de ti
y nunca como solución mágica que te llegue desde fuera.
La
vida tiene un extraño sentido del humor… Hay cajas que traen
bufandas en los días de verano y te dejan atónito y fuera de juego
y otras que siempre llegan con la prenda adecuada en el momento
perfecto…
A
veces, las cajas sí que traen directamente lo que deseas porque es
lo que necesitas. Otras lo traen porque justo antes de abrirlas has
comprendido que en realidad no lo necesitabas y te has visto capaz de
renunciar a ello… Porque has decidido que tu felicidad no dependía
de lo que había dentro de la caja.
La
caja no contiene lo que mereces, sino lo que crees que mereces.
Contiene
lo que no quieres ver, ni escuchar, ni sentir para que no tengas más
remedio que hacerlo y dejes de temerlo antes de abrir la próxima
caja.
La
caja lleva dentro lo que evitas siempre que lo evites y dejará de
llevarlo dentro cuando dejes de evitarlo.
La
caja envuelve lo que has decidido que quieres que haya en ella,
aunque te duela y perjudique para que te des cuenta que tú mismo lo
has puesto muy a menudo en tu vida.
Muchas
personas se han dado cuenta de “la magia de las cajas” pero no
han tomado consciencia de algo muy importante…
No
importa lo que contiene la caja, en realidad, lo que importa es cómo
decides usarlo.
Y
diré todavía más, sólo hay dos normas a tener en cuenta para
abrir esas cajas y aprender a usarlas para vivir en paz…
La
primera es que haya lo que haya dentro de la caja tienes que
aceptarlo porque es tuyo,
es fruto de tu propia magia, y es necesario que comprendas por qué
ha llegado a ti (no te agobies, no hace falta comprenderlo todo, sólo
ser consciente de que está ahí).
La
segunda es que haya lo que haya dentro de la caja no es culpa tuya y
no debes hacerte daño reprochándote por ello, porque
si no, no podrás usarlo para seguir el camino… No controlas el
mundo, no controlas lo que pasa, sólo cómo respondes a ello y tu
respuesta crea el contenido de las siguientes cajas… Suelta esa
culpa y da el siguiente paso sin carga ni pesar.
A
veces, algunas cajas contienen palabras o reflexiones, eres tú
quién debe decidir si se queda con ellas y si les hace caso o todo
lo contrario…
Otras
cajas contienen personas, algunas te tienden la mano y otras te ponen
la zancadilla, ambas son de gran ayuda al final.
Hay
cajas con juguetes rotos, con nubes oscuras y cargadas de lluvia, con
recuerdos que permanecían borrados, con zapatos para poder pisar
senderos inhóspitos… Hay cajas con paraguas, con bolsas cargadas
de piedras que te invitan a soltar, con disfraces de guerrera que tal
vez puedes decidir dejar de ponerte y fluir…
Cajas
con pastillas que te invitan a no sentir para que digas que estás
dispuesto a notar al vida y cajas con sueños que no son tus sueños
para que de una vez por todas dejes de vivir otras vidas que no son
la tuya.
Hay
cajas que al abrirlas te permiten saltar diez casillas y evitar la
cárcel y te colocan de repente en el lugar donde hace tiempo
deberías estar…
A
veces, ni siquiera ves las cajas y te sientes perdido en un mar de
niebla, intentando buscar pistas para descubrir dónde están. No
importa, en ese caso, eres tú quién está metido en la caja y
podrás salir cuando te des cuenta y te permitas imaginar en otra
realidad.
Al
final, todo encaja y tiene sentido, aunque no nos guste y no sea lo
que nosotros habíamos programado… A veces, la vida es mejor cuando
no se programa, porque llevamos demasiado equipaje de culpa, dolor y
angustia… Y porque a la hora de soñar nos quedamos cortos y
esperamos que nos lleguen cajas pequeñas y llenas de rutina.
Mercè
Roura
Mercè
Roura
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