A
veces no llegan… Por más que hagas y te esfuerces, hay cosas que
no suceden y situaciones que no pasan en tu vida. Como si hubiera un
muro insalvable.
Puedes
persistir, pero la vida a menudo parece caprichosa y hace que por más
que insistas no tengas aquello que a tu vecino le regalan en la
esquina sin haberlo pedido, mientras seguramente él mira de reojo a
otro pensando lo mismo. Eso no significa que debamos darnos por
vencidos, ni tampoco que debamos seguir insistiendo…
A
veces, paramos para repostar energía porque lo necesitamos y otras
porque tenemos mucho miedo a seguir. No es lo que haces, es el
sentido que le das a lo que haces lo que marca la diferencia. Puedes
llevar un supuesto fracaso con tanta dignidad y capacidad de abrirte
que sea un éxito y llevar el éxito con tanta soberbia que se acabe
girándose en tu contra. De todas formas, en ambos casos, el
aprendizaje está ahí y sólo hace falta verlo y asumirlo para que
todo lo ocurrido merezca ser vivido.
Ante
una misma situación, hay infinitas posibilidades porque las cosas
adquieren sentido cuando descubrimos para qué las hacemos. El mismo
acto puede ser puro amor o pura fachada… Podemos pasar de héroe a
friki que busca ser el centro de atención en dos minutos, fingir que
queremos ayudar a otra persona cuando en realidad lo que pasa es que
queremos manipularla para que haga lo que nosotros creemos que
debería hacer… La intención con la que hacemos las cosas también
cambia esas cosas. Y no quiero decir que si es buena la intención
nos salva de las consecuencias, porque hay mucho interés oculto en
las buenas intenciones…
Hablo
de coherencia, de hacer lo que sentimos dentro que es lo que
realmente estamos llamados a hacer. A menudo disfrazamos nuestros
intentos por no cruzar el umbral de nuestros miedos y afrontarlos, de
necesidades, de obligaciones, de imposibilidad, de sacrificio, de
amor incluso… Ese amor que no es amor sino dependencia de otro y
que pretende enjaular para que lo que amamos no se escape.
Seguir
un camino no nos blinda para que los resultados que anhelamos
lleguen. No hay nada ni nadie que nos garanticen llegar a la meta por
más empeño y persistencia que le pongamos. Sin embargo, a menudo se
nos olvida que hay algo más importante que llegar y es estar
contigo, estar de tu parte, ser consciente de tu grandeza y de tu
valor, reconocer tu capacidad, permitirte fallar y aprender.
No
hay meta que merezca el camino si previamente no has decidido
renunciar a ella en tu favor. No hay logro más importante que
reconocer tu valor mientras tratas de conseguirlo. No hay resultado
que valga si no te permites poder fallar si llegado el momento
descubres que para alcanzarlo tienes que renegar de ti, que exponer
tu salud y el respeto que te tienes para poder llegar.
Ya
sé qué dicen, que los grandes no dudan. Que los que llegan a sus
metas han creído en imposibles y han confiado en ellos mismos cuando
nadie lo hacía. Es verdad, seguro. Ya sé que dicen que los que
“ganan” es porque no imaginan otro escenario que el del triunfo,
pero hay tantas forma de triunfar… Tantas formas de vivir en paz
contigo mismo y sólo unas cuantas pasan por llegar al podio, a la
cima, llevar el mando o conseguir lo soñado.
Sí,
es verdad, las grandes limitaciones están en nosotros y en nuestras
creencias y muchas veces basta con abrir la mente y cambiar la forma
de vivir las circunstancias para cambiar los resultados, cierto…
Aunque en ocasiones, incluso así, hay cosas que no pasan, que no
llegan, que no están en tu camino.
Yo
creo que parte del aprendizaje de cualquier camino pasa por aprender
a vivir en él con la incertidumbre de no saber si culminará o no.
Que para llegar a la confianza, hay que vivir la incertidumbre y
acabar sintiéndose cómodo con ella y ver qué ha venido a contarnos
de nosotros mismos.
Es
verdad, tal vez los que tienen éxito persisten y no paran hasta
conseguirlo y no imaginan otro final que no sea el triunfo, pero si
por el camino no se declaran dispuestos a fallar y permitirse el
fracaso, el coste de su logro será demasiado alto. Si no te permites
fracasar, tu éxito está vacío porque dependerás del resultado
para valorarte y no del trabajo, del camino y de tu transformación
interior mientras lo intentabas.
Si
sólo te permites un resultado concreto, te estás maltratando a ti
mismo por algo que quieres alcanzar ahí afuera y que no está bajo
tu control. Te culpas por algo que no depende de ti… Te valoras a
razón de un marcador que no sabe ni reconoce el cambio que has
obrado en ti mientras soñabas y tratabas de alcanzar la meta.
Si
no estás dispuesto a no conseguirlo, si no dudas, si no aceptas tu
miedo y vives con él, el resultado no habla de ti. Lo que realmente
importa en todo camino es el proceso interior que vives afrontando
tus miedos y viviendo tu incertidumbre. El verdadero logro es llegar
entero, no llegar. Llegar contigo de tu parte y haberte tratado bien
durante el camino, llegar con ganas, llegar sin reproches, llegar sin
temer a las dudas porque se han hecho amigas tuyas…
No
se trata de no dudar, se trata de vivir con las dudas.
No
se trata de no tener miedo sino de comprenderlo, aceptarlo y
atravesarlo para seguir adelante.
No
se trata de confiar en que todo irá bien, se trata de tener la
certeza de que pase lo que pase estarás bien contigo y te amarás
sea cual sea el resultado.
No
se trata de tener éxito, se trata de verte a ti mismo como alguien
capaz y valioso pase lo que pase.
Dejar
de pelearte contigo y de reprocharte por no alcanzar algunas cosas
que no dependen de ti…
Dejar
de culparte por no cosechar resultados y atreverte a mirar más allá,
en ti, para encontrar lo mucho que puedes ofrecer y aportar.
Ver
lo que realmente eres y tomar consciencia de lo mucho que vales.
A
veces, los resultados llegan y otras no. A veces llegan otros
resultados incluso mejores y la vida nos abre caminos inesperados
fruto de tus decisiones, de tu cambio de actitud, de tu coherencia en
tu forma de actuar. A veces, los sueños se alcanzan y otras veces
no, pero hay algo que depende de nosotros siempre y es la forma en
que nos tratamos, en que nos miramos y el valor que nos damos.
A
veces, los resultados no llegan, no los que esperas…
El
verdadero logro es mirarse a uno mismo y descubrir un triunfador a
pesar del resultado. Si eso se consigue, la vida abre tantas puertas
que algunos sueños que has tenido hasta ahora se quedan pequeños
ante el descubrimiento de tu grandeza interior…
Lo
que nos lleva al éxito real, al que dura y nos motiva cada día, es
el cambio que llevamos a cabo en nuestro interior. La actitud que
tomamos cuando decidimos caminar pese a las circunstancias, pese a la
incertidumbre, pese a la adversidad, pese a la falta de resultados…
El
éxito es la persona en quién te conviertes mientras trabajas para
conseguir tus sueños…
Mercè
Roura
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