LO QUE IMPORTA
DE VERDAD…
Son las 9 de la mañana. Mi
madre me escribe. Está lejos. Tiene que salir de casa para ir a la farmacia…
Una pequeña odisea ahora para ella. Tantas cosas a tener en cuenta para no
fastidiarla y llevar a casa al bicho sin querer… Va a buscar las medicinas para
mi padre, ha esperado todo lo que puede para evitar salir pero ya no da para
más… La siento muy lejos, muy lejos. Le pido que tenga mucho cuidado, no puede
permitirse descuidos. No puede permitírselos nadie, pero ella menos. Aunque
nadie sabe. Hay tanta información, tanta basura que se comparte cada día y que
nos mantiene encogidos y asustados… Ella me contesta, en su tono de voz se nota
que está triste por todo esto y está asustada, muy asustada… Secuestrada como
todos por esos pensamientos recurrentes que huelen a dolor y a tragedia y que
nunca ayudan… Demasiado para ella, demasiado para todos. Sin embargo, me
dice algo que me deja perpleja y me revuelve por dentro…
“No te preocupes por mí (dice
serena), iré protegida, pero si pasa algo es que mi alma ha decidido marchar”.
Me quedo rota. Llevo días
gestionando emociones y mirando dentro… Llevo años mirando dentro de mí para
aprender a ver este mundo con compasión y dejar de sentir esos arañazos
intensos que antes sentía en mi alma. Digo alma, espero que no te moleste, pero
yo creo que tenemos una… Diré más, siento que está conectada con la tuya, seas
quien seas, estés donde estés. Estoy gestionando esto como puedo, se supone que
sé cómo y que incluso acompaño a otras personas a hacerlo, y tengo grandes
momentos de encuentro conmigo misma, pero tengo miedo, como todos, lo
reconozco…
Estamos tan lejos de lo que amamos… Ahora nos damos
cuenta… No controlamos nada, sólo podemos escoger cómo respondemos a la vida y
si al responder, sin querer, nos hacemos daño intentando golpear una pared o
usándola para reconocer nuestro valor.
Las palabras de mi madre me
hacen… iba a decir pensar pero diré sentir. Vivimos sin vivir. Vivimos mirando
al retrovisor y con la cabeza pensando en aparcar el coche, en quedar bien para
que nos miren bien, en conseguir más dinero, en tener un día libre para
desalojar de nuestro cuerpo este cansancio eterno que nos acompaña porque no
somos lo que somos realmente… Y apuramos esas horas libres en la esclavitud
mental de contarlas, de necesitar que sean más porque vivimos una vida de la
que siempre estamos esperando hacer vacaciones porque es insoportable.
Vivimos sin vivir mientras
esperamos que llegue el día que podamos vivir mejor, a base de dejarnos el hígado
en la carretera, en la oficina, ante el ordenador y de tener el corazón en un
puño porque a veces parece que se nos para… Vivimos a base de sacar la lengua
por agotamiento y perder el norte, un norte que ni siquiera sabemos qué es.
¿Cuál es tu norte? ¿Qué
necesitas realmente en tu vida? ¿Qué deseas sentir? ¿Qué sientes de verdad?
¿Estás consciente en tu vida o vas en piloto automático?
Las palabras de mi madre me
hacen pensar en lo que realmente importa. Y no es lo que pensamos que importa.
No es lo que pensábamos que importaba hace un mes, hace unos días, es otra
cosa…
Nos hemos atiborrado de
chorradas mentales prefabricadas y nos hemos creído que importaban, pero no era
cierto…Lo ves claro cuando lo que realmente importa está al filo del abismo, en
plena noche oscura. Cuando el canto de río de la suerte que llevas en el
bolsillo desde hace años se precipita por el acantilado te das cuenta que la
suerte no estaba en él sino en ti… Cuando alguien te dice que asume su
vulnerabilidad de forma completa y rotunda, te das cuenta de lo vulnerable e
indefenso que estás y de que justo en aceptar esa indefensión está tu fuerza.
Cuando todo se desvanece, te
das cuenta que has hecho el tonto intentando parecer lo que no eras… O como ya
dije hace unos días, cuando lanzas la moneda al aire, es cuando sabes si
quieres que salga cara o cruz… Hasta entonces, vives en tu noche mental.
Atrapado en una vida que se parece a la vida pero es un sucedáneo estéril que
sólo te lleva a tragar momentos sin notarlos y engullir noticias para sentirte
más triste, más asustado, más presa de todo y de todos…
Lo que importa está contenido
en este momento. Es esta sensación de caer sin saber a dónde te llevará esta
caída sin red y notar que estás contigo. Que por fin has visto que te estabas
perdiendo el primer plato mientras soñabas con el postre, que no hay nada que
llene ese enorme vacío en tus entrañas salvo tú mismo… Que la noche que ahora
ves en tu ventana no es más que el reflejo fiel de la noche que llevas dentro y
que hace tiempo que finges que no ves.
Nos hemos tragado una versión
de la vida fast food, adornada con falsos halagos, sujeta a unos resultados que
ahora ya no importan y se quedarán borrados de nuestro disco duro mental… Hemos
estado haciendo méritos para ganar una carrera que ya no se va celebrar y
mientras hemos dejado lo que realmente nos hacía sentir vivos de lado…
Hemos dejado de sentir y de
caminar por caminar. De hacer el ridículo por si alguien nos veía y se hacía
una imagen de nosotros que parecía más real que nosotros mismos… Hemos dejado
de escuchar la música… Hemos dejado de contar pecas y dar besos por el puro
placer de dar besos y no como algo pendiente antes de contestar un whattsapp…
Hemos dejado de mirarnos a los ojos unos a otros porque sabemos que no nos
miran por lo que somos sino por lo que nos falta.
Y ahora, añoramos abrazos y
nos sentimos lejos de todo y de todos… Tal vez para poder así mirar dentro de
verdad… Encontrar el norte, el de verdad… Dejar la carrera y dar pasos hacia lo
que nos importa de verdad… Para no tener más remedio que descubrirnos y saber quiénes
somos y amar lo que encontramos ahí dentro. Nuestras miserias y miedos,
nuestras sombras, nuestros estupideces y nuestros complejos absurdos… Para
sentirnos libres de no volver a competir por parecer, por ganar nada que en
realidad no queremos ganar pero pensamos que sí porque en el fondo es una
imitación barata de esa autoestima que realmente necesitamos…
Ahora podemos ver lo que
importa de verdad y dejar de mirar al dedo para poder ver la luna… Caminar sin
buscar a dónde nos lleva este camino, sólo caminar a ver qué pasa. La vida es a
ver qué pasa… Y ya vemos qué pasa ahora.
Lanzad vuestra moneda al aire
y antes de que caiga sabréis si queréis cara o si todavía seguís peleando por la
cruz y creyendo que vuestra dignidad y felicidad depende de un resultado. Todo
eso ya no tiene sentido ahora.
Gracias por leerme. Normalmente aquí te cuento lo
que hago y me promociono. Hoy sólo quiero decirte que estoy aquí… www.merceroura.es y
enviarte un abrazo, uno del tipo que todavía nos podemos permitir, virtual.
Mercè Roura
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