NUESTRA VIDA ES LO QUE AHORA SUCEDE
Siento que en estos momentos en los que estamos
inmersos en plena crisis, lo que toca es aceptar y amar lo que somos y tenemos,
comenzando por la propia vida tal cual es, y siguiendo por la progresiva
llegada de los acontecimientos a nuestra vida, que nuestro ser evolutivo
demanda.
Sabemos de sobra que ni la felicidad ni nada que
a esta se le parezca, está fuera. Sabemos que ni está en el cambio de trabajo,
ni está en la pareja, ni está en las nuevas musas, ni está en la inevitable
materialización de nuestros sueños, aunque tanto prometan. El profundo
bienestar que buscamos de flujo creativo viene de vivir siendo conscientes de
lo que vivimos, vivir con atención plena, algo que no está condicionado ni a la
salud, ni al dinero, ni al llamado amor, ni a nada de fuera.
Intuimos que aceptar lo que nos sucede, es parte
de la propia vida, y que tal vez desde la aceptación total del que sabe que
todo lo que ahora tiene es “prestado”, pasarán cosas interesantes, vendrán
cambios renovadores y además, naceremos a una vida nueva.
Una vida que, partiendo desde la esencia, se
desplegará mediante cambios fáciles y sin esfuerzo, hacia fuera. Y qué mejor
acción para quien descubre y comprende, que poner en práctica el noble oficio
de compartir su íntimo descubrimiento con los demás.
Intuimos también que, para ser verdaderamente
libres, no hay nada esotérico que aprender, ni ningún dios a quien pedir. No
hay ningún remedio mágico ni ningún sonido especial que escuchar. Basta tan
solo con sentir y comprender.
Comprender que, aunque nos agrada la llegada de
regalos y que la suerte inesperada nos exalta y estimula, sin embargo, es en
las cosas pequeñas donde se oculta un gran goce, y es en la mirada positiva
donde está la raíz de la confianza. Asimismo, no olvidamos que el servir
compasivo a todo lo que con nosotros se cruza, genera alegría que conforta
nuestra alma.
Todo ello sin olvidar que ninguna vivencia es
100% buena o mala.
Debemos suspender los juicios sobre lo que podría
o no podría ser, y vivir con discernimiento y entusiasmo lo que acontece en
cada instante, con el convencimiento de que todo aquello que nos sucede es lo
que nos tiene que suceder, para nuestra evolución correcta.
Observemos segundo a segundo y respiremos a
menudo en contemplación silenciosa durante la jornada. Mantengamos la mente
enfocada y atenta en la presencia. Lo demás fluirá por sí solo en total
sincronía.
Definamos objetivos con palabras sinceras.
Compartamos nuestros recónditos sueños y disfrutemos al cultivar nuestro
proyecto que, por el hecho de invitar a superarnos, nos enfoca y apasiona. Sin
embargo y sin duda alguna, debemos aceptar la partida que nos toca como parte
del gran juego de la vida. Soltemos de verdad aquello que se aleja, sabiendo
que nos deja un poso de compasión y sabiduría.
Y aunque todo está en permanente cambio, sí hay
algo que cambiar en el futuro que va llegando. Son nuestras gafas de ver la
satisfacción en manos de la suerte futura que nuestra mente proyecta. Ya es
tiempo de vivir enfocados en la satisfacción del ahora. Y una y mil veces al
día volver y volver a la raíz de nuestra esencia.
Se trata de salir cada vez más a menudo del
hipnótico teatro de pensamientos con el que nuestra persona se identifica, y de
nuevo proceder a respirar cada minuto con plena consciencia. Sucederá que nos
sentiremos más allá de todo eso que pensamos y hacemos, al tiempo que
atestiguamos dónde está enfocada nuestra mente, y en consecuencia, qué es lo
que ésta crea y aumenta.
Nuestra vida es justamente lo que ahora sucede. Y
sabemos que eso, lo que ahora sucede, es la mejor opción del universo para
nosotros, opción que, a través del laberinto vital, nos ayuda y facilita
nuestro descubrimiento y toma de consciencia.
Aquello que venga a nosotros, será entre otras
cosas lo que elijamos vivir en este ahora en el que el futuro se crea.
Y en tal sentido, tal vez queramos una mente
sosegada, tal vez la presencia inesperada del misterio y la lucidez en nuestras
células. Tal vez también celebrar el goce de los sentidos, al tiempo que
abrimos la compasión desde lo más recóndito del alma, sin duda aspectos que
conforme visiten nuestra vida, harán aparecer cooperación y transparencia.
Hagamos sitio para “lo otro” por contrario o
extraño que parezca, y tengamos presente a nuestra sombra. Y sobre todo, no
olvidemos que cualquier cosa que nuestro ser experimente, por errónea o
coherente que sea, no representa lo que realmente somos. Recordemos pues que
somos mucho más que lo que ahora está sintiendo nuestra pequeña y limitada persona.
Recuerda pues que en todo lo nuevo que sigas
viviendo tanto las subidas como las bajadas, bueno será atestiguar que hay algo
muy dentro que permanece imperturbable ante las olas de adquisiciones y
pérdidas.
Así pues, situados en nuestra esencia, sonreiremos
tanto ante el júbilo de lo que nos expande como ante las lágrimas de lo que nos
contrae.
Sonreiremos también ante la muerte que conlleva
cada abrazo inesperado de ternura y pasión que la vida nos regala.
Sonreiremos ante el milagro que nos encuentra tan
a menudo, y también ante ese algo sabio en nosotros que arraiga el tronco en la
tierra, al tiempo que roza el cielo con la cabeza.
Ya es hora de ser lo que sabemos que somos.
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