BUSCAR LA SATISFACCIÓN, NO LA
FELICIDAD
Según el psicólogo
Daniel Kahneman, deberíamos trabajar en alcanzar nuestra satisfacción
existencial, y no tanto la felicidad puntual y casi siempre efímera.
Hay que buscar la satisfacción, no la felicidad. El ser humano
debe aspirar a un bienestar perdurable y no a ese refuerzo puntual, efímero y
desechable que trae una experiencia de disfrute determinada. Tal vez hayamos
pasado demasiado tiempo esforzándonos por lograr ser felices en escenarios
erróneos, en metas y propósitos que, lejos de incentivar la dicha, la apagan.
Esto es al menos lo que opina el psicólogo y premio Nobel, Daniel Kahneman. Según explica en sus trabajos, conferencias y podcast, las personas estamos invirtiendo en emociones fugaces y no en sentimientos permanentes. La meta no está en “ser felices”, sino en sentirnos satisfechos por lo que somos y lo que tenemos. Esto es lo que asienta en nuestro interior una sensación de bienestar permanente.
Vale la pena tener en cuenta este enfoque. Puesto que
vivimos en un presente marcado por la incertidumbre y los desafíos constantes, es momento de
trabajar en una perspectiva mental y emocional más saludable y práctica. Esa en
la que la meta no sea tanto la clásica entelequia de lograr la felicidad a toda
costa y como sea…
Las emociones fugaces de felicidad no suman a la
satisfacción de la vida. Más bien, logran todo lo contrario.
Lo más importante es sentirnos satisfechos con la vida
que tenemos
Uno puede sentirse
feliz haciendo un viaje de fin de semana, yendo a un concierto o comprándose un
móvil. Son experiencias que nos aportan una subida puntual de
dopamina y serotonina muy gratificante. Sin embargo, al cabo de las horas o los
días, la vida recupera su normalidad, y eso que nos había gratificado se
desvanece, dejándonos con la misma sensación de vacío.
Un vacío y una oquedad emocional que deberá llenarse de
otras experiencias, de nuevas compras y de otros refuerzos más intensos.
Casi sin darnos cuenta, nos
convertimos en buscadores errantes de una felicidad efímera, de un sucedáneo de
bienestar que caduca rápido. Esa no es la estrategia más adecuada…
Daniel Kahneman ha pasado muchos años estudiando el concepto
de la felicidad. Tal y como explica en muchas entrevistas, pocas variables
resultan tan tortuosas de comprender. Sin embargo, a sus 88 años, parece
que ya dispone de una idea aproximada.
El bienestar se construye en la cotidianidad de las
pequeñas cosas
Muchas de las tareas que las personas hacemos a diario no
nos hacen felices. Levantarnos de la cama para trabajar no es precisamente un
evento feliz. Como tampoco lo es ir al supermercado, hacer la cena o pasarnos
media hora decidiendo qué ver en Netflix para al final dormirnos y no poner
nada. Sin embargo, la vida es eso.
Kahneman insiste en que hay que buscar la satisfacción, no
la felicidad, y lo hace por una razón muy concreta. Solo cuando hallamos la
satisfacción en las pequeñas cosas que hacemos en el día a día, alcanzaremos el
auténtico bienestar. Puede que ir al trabajo no sea una alegría, pero si nos
agrada nuestra profesión, todo parece adquirir más sentido.
Es posible que la
rutina diaria tenga poco de fascinante, pero en esa rutina están nuestros
significados vitales. Está la pareja, la familia, los amigos y ese día a
día que, como una precisa maquinaria, mueve la armonía, el equilibrio y la
sensación de que todo tiene sentido. Sentirnos satisfechos es uno de los modos
más naturales de ser felices.
Las narrativas de nuestra mente
Una parte de nuestra
“infelicidad” en el mundo moderno tiene su origen en las narrativas mentales.
Es decir, en el modo en que nos hablamos e interpretamos nuestra realidad. Por
ejemplo, se nos ha convencido de que la felicidad es un estado permanente de
alegría, de dicha y de goce constante, rebozado de buena dosis de éxito. La
felicidad llega cuando conquistas una meta, cuando cumples tu sueño, insisten.
Todas esas narrativas a las que hemos dado validez y que
hemos integrado en nuestra mente alimentan el malestar. Porque no dejamos
espacio a esas parcelas mentales más realistas que nos permitirán desarrollar
una visión más saludable.
Al fin y al cabo, vivir implica transitar también por
momentos de tristeza, soledad y frustración. A veces, las cosas no son como queremos y no siempre logramos, por
mucho esfuerzo que invirtamos, conquistar nuestros sueños.
Es más, en ocasiones, aun teniéndolo todo y alcanzando esos
sueños, no sentimos nada, no somos felices. Esto lo describió el propio Daniel
Kahneman en un estudio del
2010.
A veces, aun disfrutando de unos elevados ingresos, las
personas no experimentan un auténtico bienestar emocional. Triunfar no es sinónimo de éxito,
sentirnos satisfechos con lo que tenemos (sea mucho o poco) sí.
Kahneman descubrió que muchas veces aquello que las personas
se dicen a sí mismas sobre sus vidas es lo que define su satisfacción o su
infelicidad.
Hay que buscar la satisfacción, no la felicidad
Señalábamos al inicio que tal vez estábamos buscando la
felicidad en la puerta equivocada. Son muchos los que parecen
preocuparse más por acumular likes y seguidores en lugar de
pasar tiempo con las personas que aman. Abundan quienes se dicen a sí
mismos aquello de “ya seré feliz cuando apruebe la oposición o tenga un mejor
trabajo”. Y, sin embargo, la vida pasa y nada llega.
Buscar la satisfacción, no la felicidad. Focalizarnos
en el aquí y ahora, en lo que nos rodea, en dar significado y sentido a lo que
hacemos y tenemos. Ese es el auténtico secreto del bienestar.
https://lamenteesmaravillosa.com/segun-daniel-kahneman-hay-que-buscar-satisfaccion-no-felicidad/
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