LO QUE HEMOS
OLVIDADO DE LA VIDA
¿Te
has puesto a pensar en todas las cosas bonitas que te rodean? ¿Cuándo
fue la última vez que agradeciste por los pequeños placeres o
momentos de felicidad? Es
sorprendente con que facilidad el ser humano se olvida de lo que
realmente importa y pone su atención en cosas irrelevantes.
Quizás
deberíamos tener el hábito de repetirnos una y otra vez
que la vida es
bella con todo lo que tiene y
darnos cuenta de que al poner en la balanza, lo positivo pesa más
que lo negativo.
Cuando
las cosas no salgan como tu esperas, cuando te sientas abatido o que
el mundo se
derrumba a tus pies, recuerda
las siguientes “verdades de la vida”:
Estar
ocupado no es sinónimo de ser productivo:
Todas
las personas que nos rodean van a mil por hora, pero eso no significa
que estén haciendo algo para cumplir sus sueños o
lograr sus objetivos.
Correr
de un sitio a otro, estar pendientes del móvil todo el día o acudir
a 10 reuniones el mismo día, no es garantía de éxito… ¡sino
todo lo contrario! La
productividad se relaciona con la concentración y la focalización.
Ten
mucho cuidado con los temores, les encanta matar a los sueños. Este
enemigo silencioso pero muy presente, crece cada vez más si se lo
permitimos.
El temor nos
impide dar pasos hacia adelante y cumplir nuestras metas. Pero
todo no termina allí (como si fuera poco), ya que después nos
arrepentimos de lo que no hicimos.
No
se necesita una disculpa para poder perdonar:
Si
nos quedáramos esperando que todo el mundo se disculpara para
perdonarlos… ¡estaríamos enojados con el universo completo!
El perdón no
es un acto que únicamente atañe al perdonado, sino también al
“perdonador”. No
olvides que el
odio, la ira y el resentimiento nos enferman y no nos permiten
avanzar.
Después
de un fracaso siempre llega el éxito:
Igual
que ocurre con la tormenta y el arco iris. ¿Si no te equivocas, cómo
puedes triunfar?
Hasta
que no aprendas a comprender los errores, no tendrás éxito. Piensa
sino en los intentos que hicieron los científicos antes de encontrar
la respuesta a sus hipótesis o las veces que tuviste que caerte de
la bicicleta hasta que aprendiste a montarla.
Vives
según lo que has construido:
Un
refrán similar a este es “cosecharás
lo que siembras”
y es realmente así. No
eres una víctima de las circunstancias, del destino o de lo que
quieras echarle la culpa.
Tus decisiones y actos te han llevado a donde te encuentras hoy.
Tienes
dos opciones, seguir hacia adelante o quejarte por tus errores.
La
autoestima se alimenta desde el interior:
Por
más que te
digan: “qué
lindo te queda el corte de cabello”,
“qué
buena presentación has hecho en la reunión”
o te feliciten por la nota de un examen, nada
tendrá sentido si no cuentas con amor propio.
Ten
en cuenta las opiniones ajenas cuando sean positivas o te ayuden a
mejorar, no cuando intenten destruirte. Y recuerda que si
no te amas tú… entonces ¿quién lo hará?
Somos
el reflejo de quienes nos rodean:
Si
bien no siempre se puede elegir a quien tenemos al lado (la familia,
los colegas de trabajo o universidad) sí
tenemos la posibilidad de escoger con quienes relacionarnos
y con quienes no. Intenta
estar rodeado de gente que te haga mejor persona, no
peor, que te ayude y te inspire, no que te denigre y te haga sentir
disminuido.
Los
cambios son inevitables:
Todos
los días cambiamos, aunque no lo queramos. Tenemos 24 horas más de
vida que ayer, para
empezar. No solemos querer lo desconocido porque nos da
incertidumbre. Nos aferramos a lo que conocemos porque nos inspira
confianza. Pero esto no siempre es así. Hay
veces en que los cambios son necesarios para crecer y desarrollarnos,
para avanzar y lograr lo que deseamos.
¡Vive
el momento!
No
olvides que por alguna razón, al hoy lo
llaman
“presente”…
¡Porque es un regalo! Y es lo único que tienes seguro, el ayer ya
pasó y el mañana no sabes lo que te deparará. No importa cuánta
añoranza ni ansiedad tengas, no
puedes cambiar a otro tiempo que no sea el presente.
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