ESTAR CON AQUELLO QUE ME GUSTA
“He aprendido que estar con
aquello que me gusta es suficiente”, escribió con gran
sensatez Walt Whitman. Acudimos a ello
para hablar de la importancia de lo que coloquialmente llamamos “estar a gusto”.
Pensemos en lo bien que nos sentimos cuando
estamos en una celebración rodeados de gente que nos quiere, pensemos en la
diferencia que hay entre estar a gusto en el trabajo y llevarnos bien con nuestros
compañeros, a no estarlo.
Podemos acudir a un montón de situaciones para
hablar de la importancia de valorar lo que tenemos, de ser conscientes de que lo que nos hace felices es la colección
de motivos por los que nos interesa permanecer en un lugar junto a ciertas personas.
La decepción, una cuestión de
expectativas
Es normal que nos sintamos
decepcionados de vez en cuando. De hecho, lo difícil
sería no estarlo, pues al fin y al cabo no podemos pretender que nuestras
expectativas cuadren con la realidad ni con el mundo que nos rodea.
Por ponerle ciertos calificativos, sería injusto y
narcisista pretender que todo fuese como nosotros queremos. Sin embargo,
tampoco hay que renunciar a que lo sea y ahí es donde nuestra actitud nos
brinda la clave.
Pongamos que estamos preparando una celebración
para alguien especial y que ponemos en el proceso toda la ilusión del mundo.
Sin embargo, cuando llega la persona en cuestión protesta una y otra vez porque
lo que se ha preparado “no encaja en
sus esquemas”.
La actitud de esta persona está siendo injusta y
poco emocionalmente
inteligente, pues no está valorando que lo verdaderamente
importante es que a su lado está la gente que le quiere y eso es algo que suele
resultarnos gratificante a todos.
Con esto queremos decir que cuando ponemos el protestador
automático y andamos quejándonos de cada detalle que no cumple con nuestras
expectativas estamos:
·
Queriendo crear un
mundo irreal, que no ideal.
·
Maltratando la esencia
de los acontecimientos.
·
No haciendo caso de lo
realmente importante.
Muchas veces las propias
circunstancias nos devuelven a la realidad,
haciéndonos ver que si realmente no estamos a gusto es porque nos negamos a
aceptar algo que en sí mismo puede resultar maravilloso.
La aceptación de nuestras
emociones y de nuestra realidad
El mundo de color de rosa NO
existe. Es
importante que aceptemos que sentir tristeza,
miedo o enfado no es malo, sino que nos ayuda a aprender y a
sentir. De hecho, muchas veces las personas nos sorprendemos estando tristes y
a gusto.
¿Cómo es posible sentirnos a gusto cuando está
presente una emoción displacentera? Simplemente se trata
de sintonizar con lo que nos hace falta en ese momento. Para esto primero
tenemos que renunciar a hacer caso al marketing que pretende vendernos el mundo como
un ideal de color de rosa.
No somos máquinas ni siempre todo resulta
positivo en la vida. Darnos cuenta de esto nos permite mantener una actitud
adecuada ante el aluvión de problemas que a veces ensombrecen nuestra
calma. El
bienestar no solo se consigue a través de la alegría, sino que se logra a
través de la aceptación de nuestras vivencias, de la búsqueda de aquello que nos
resulta bueno y del encuentro de nuestro sitio.
En definitiva, como ya hemos dicho, para estar a gusto nos hace falta
actitud de aceptación y de convivencia. Porque al fin y al cabo, quien tiene
una vida hermosa es porque admira su belleza, al margen de que lo que sucede
sea negativo a veces.
Os dejamos con un fragmento del poema de Borges, “Con el tiempo
aprendí“
Con el tiempo
te das cuenta que aunque seas feliz con tus amigos,
algún día
llorarás por aquellos que dejaste ir.
Con el tiempo
te das cuenta de que cada
experiencia
vivida con
cada persona, es irrepetible.
Con el tiempo
te das cuenta de que el
que humilla o desprecia a un ser humano
tarde o
temprano sufrirá las mismas humillaciones o desprecios
multiplicados
al cuadrado.
Con el tiempo
aprendí a construir todos tus caminos en el hoy,
porque el
terreno del mañana, es demasiado incierto para hacer planes.
Con el tiempo
comprendí que apresurar las cosas o forzarlas a que pasen ocasionará que
al final no sean como esperabas.
Con el tiempo
te das cuenta de que en realidad lo
mejor no era el futuro,
sino el
momento que estabas viviendo justo en ese instante.
Con el tiempo
verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado,
añoraras
terriblemente a los que ayer estaban contigo y ahora se han marchado.
Con el tiempo
aprendí que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas,
decir que
extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo….
ante una tumba…, ya no tiene
ningún sentido…
Pero desafortunadamente…esto solo lo entendemos con el
tiempo.
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