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SOLTAR EL CONTROL
Un corto que nos enseña a abrazar la vida
Creamos manuales para casi cualquier cosa y
pensamos que podemos planificar absolutamente todo, afectando esto a nuestra
capacidad de crear, de pensar y de sentir. El corto
“Soltar el control” nos enseña que es indispensable dejar de interferir en lo
natural si queremos evolucionar y crecer.
Nos encanta ser controladores más que llevar el control. Vivimos con
la intención de manejar cada detalle, de pretender que las cosas funcionen como
pensamos e intentar encorsetar nuestros planteamientos. Pero la verdad es
que si pretendemos que nuestros proyectos se desarrollen, tenemos que ser conscientes de que no
podemos estar al 100% seguros de que lo que hacemos o decidimos va a funcionar.
“Quien sufre antes de tiempo sufre más de lo necesario”
Un corto para reflexionar
sobre nuestra manera de ver la vida
Este corto nos cuenta la historia de Dechen, un
monje budista tibetano en proceso de entrenamiento que tiene una gran pasión
por la jardinería. En el vídeo se ve cómo planta una flor, la observa y la
cuida con esmero y con total dedicación. Veamos
qué pasa en “Soltar el control”:
Sin embargo, tal y como vemos la planta va perdiendo
fuerza a pesar de los cuidados. En el momento en el que lleva la
exquisita flor al interior del templo la flor comienza a desmoronarse
provocando gran incomprensión y desconsuelo en nuestro protagonista.
Dechen no puede aceptar la situación, por lo que
el monje principal, Angmo, se ve obligado a intervenir y rescatar a su pupilo
de sí mismo. Afortunadamente Dechen consigue comprender que al eliminar la
necesidad de poder y de control, su flor comienza a remontar.
En lugar de hablar de una flor podemos hacerlo de un
proyecto vital,
una persona como nuestra pareja o un hijo, nuestros
sentimientos,
nuestras emociones o nuestra capacidad de disfrutar la
vida.
Abrazar la vida, una
asignatura pendiente
Para abrazar la vida debemos deshacernos de las cadenas que
aprisionan a las casualidades, pues si pretendemos mantenerlo todo bajo control
restamos opciones a las serendipias, a la flexibilidad y a la innovación.
No se puede tener todo atado y reatado. Es imposible llegar
a controlarlo todo.
De hecho, hacerlo supone ir en contra de la naturaleza de
muchos aspectos.
Hemos dicho muchas veces que a veces las cosas
llegan cuando menos las esperamos y que, aunque todo requiera trabajo y esfuerzo,
debemos permitirnos la posibilidad de que eso suceda. No conseguimos manejar el control y acabamos cometiendo excesos por el
miedo a la incertidumbre.
En sí se trata de relajar los límites que nos autoimponemos y de
flexibilizar nuestro pensamiento. Deben quedarnos una serie de mensajes claros:
·
No se trata de que una
relación sea como la idealizamos, pues cada persona es un mundo y por lo tanto cada relación será ÚNICA.
·
Es probable que para
nuestros niños queramos lo mejor y por eso intentemos guiarles por el camino
que consideramos más adecuado. Sin embargo, lo mejor y más positivo para un
niño es que se le conduzca por el camino que le permite tener un mensaje claro: HAY QUE SER UNO MISMO.
·
Lo mismo ocurre con
los proyectos, cuando solo vemos un
camino terminamos ahogando un sinfín de oportunidades que revolotean a nuestro alrededor.
Así, digamos que soltar el afán de control y de poder
requiere de una profunda reflexión en la que nos planteemos si en verdad nos
hemos vuelto intolerantes y nos hemos alejado del verdadero objetivo.
Por ejemplo: ¿queremos a
nuestra pareja por quien es o por como la hemos moldeado?, ¿Estamos dejando a
nuestros niños decidir y construir su autonomía o en verdad estamos excediéndonos
guiándoles por donde queremos nosotros?, ¿cuántas maneras de recorrer el camino
hay y qué estamos haciendo?
Con esto queremos decir que a veces en nuestro afán de hacer las cosas
bien, terminamos por perjudicar la naturaleza de los acontecimientos. Porque al fin y al cabo para tener éxito y ser un poco genios debemos acercarnos
a “la locura” y dejar a un lado “la sensatez”; así podremos
ver con otros ojos lo mismo que ven los demás, pues en cada historia hay tantos
matices como personas y circunstancias hay en ella.
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