PASE
LO QUE PASE
Te
escribo a ti, porque todavía no te has dado cuenta que las flores te
esperan y los pasos por dar también. A ti que caminas sin pensar que
caminas y hueles sin notar el olor, ni la sustancia, ni la verdad que
subyace en cada pequeño pedazo de tu vida.
Te
escribo a ti porque, en el fondo, me escribo a mí.
Porque sin hablarte de lo que siento, no puedo sentirlo y sin
compartir mi verdad no puedo llamarla por ese nombre… Porque un día
me perdí entre las rocas y no veía el mar, pero siempre estuvo.
Porque he tenido tanto miedo de tener miedo que dejé de notarme las
manos y empecé a culpar a la vida de lo que realmente me hacía yo…
Porque me inventé unas normas rígidas para meterme en vereda y cada
vez que no cumplía me castigaba con desamor… Y construí una vida
a golpe de pensamientos amargos e insistía en probarlos una y otra
vez esperando que el resultado fuera dulce, sin querer darme cuenta
que era imposible que de aquellas ideas gastadas y oscuras saliera
nada capaz de brillar.
Te
escribo para que te consientas salir del redil y pintar más allá de
la línea que te han trazado, que te has trazado… Para
que te permitas caer sin reprocharte y te des cuenta que todo tiene
sentido y nada es casual… Te
escribo a ti porque así me lo recuerdo para no volver a ese mundo en
el que todo era sombra y parecía estar contra mí, cuando no era más
que yo.
Te
escribo a ti porque ya eres perfecto y lo ignoras.
Y vas por ahí buscando retos que no te apasionan para demostrar al
mundo que vales la pena, para demostrarte a ti que eres digno, que
mereces lo que deseas… Porque te sientes mezquino y desgajado de
algo grande, de algo hermoso y no quieres ni soñar volver a ti.
Te
escribo para que dejes de hacer listas de objetivos estériles y
empieces por tenerte como norte a ti mismo… Porque si consigues
perdonarte y aceptar todas tus fibras y debilidades maravillosas, no
habrá camino que no goces, ni sueño que no alcances, no habrá
meta que se te resista a llegar… No habrá metas, habrá vida.
Pedazos de vida cubiertos de la satisfacción de estar en ti, sin que
nada te pese ni te rompa.
Te
escribo a ti porque quiero que sepas que nada te va a romper si no te
dejas, que no hay nada ahí a fuera que perturbe tu sueño si estás
en ti.
Te digo esto después de mil noches sin tregua apostada en mi alma,
haciendo guardia por si desfallecía, vigilante y agotada por querer
llegar, por querer ser, por querer parecer, por querer demostrar…
Te digo esto porque no supe dejar de controlar al mundo ni soltar a
tiempo y me quedé sin sustancia durante un siglo y sólo puede
volver después de renunciar al control.
Te
escribo a ti porque sé que puedes, que para ti hay un cielo de
tardes sin prisa, de mañanas repletas de entusiasmo, de momentos
perdidos mirando los pequeños detalles que hacen que la vida sea
vida… Y que son ganados a un tiempo que pasa, sin apenas darse
cuenta.
Te
escribo porque para contarte que antes de salir de mi lado absurdo
tuve que borrar mis necesidades inventadas y darme cuenta de que no
era libre porque así lo había elegido… Porque
había diseñado para mí una vida de tormentos y culpas y había
decidido firmemente no amar lo que era ni aceptar nada de lo que
sucedía… Porque era esclava de mis circunstancias y esperaba que
el mundo me trajera la salvación que yo me negaba a darme… Porque
busqué mi salvavidas ahí afuera cuando lo llevaba dentro para no
ahogarme en un mar que yo había decidido que era hostil cuando en
realidad sólo era mi reflejo…
Te
escribo a ti porque te esperan mil puertas cerradas y sólo tienes
que abrirlas y decidir que estás. No necesitas ganar ninguna
partida, ni librar ninguna batalla… No hace falta que te cuelgues
medallas ni rompas ningún techo, ni camines por ningún abismo…
Haz lo que quieras, lo que sientas que te hace feliz, lo que nunca
has hecho porque no te atrevías y te queda pendiente, haz lo que
nunca te cansa… Y jamás estarás cansado de nada.
Ama
ahora esta decisión de estar, de sentir, de dejar de pensar si debes
o no, de dejar de planear si encaja o no encaja, de dejar de creer
que puedes o no puedes.
Te
escribo porque ahora sé que no entendía nada, que me buscaba
coartadas para herirme y razones para no seguir… Que miraba lo
hermoso y veía el dolor, que juzgaba sin parar para no dejar de
juzgarme, que buscaba la perfección para encontrar un amor que
siempre me había negado. Te escribo a ti porque ahora noto que no
necesito entender nada, tan sólo sentir y amar, saber que pase lo
que pase estaré aquí conmigo.
Te
escribo a ti porque he encontrado un rincón donde nada es tan
complicado, donde no se exige nada, donde se respira sin ansia y
baila sin prisa… Un lugar donde no hace falta ir con nada más que
ganas de existir plenamente y soltar el dolor acumulado por no haber
sabido antes que acumularlo no valía la pena… Un lugar donde
soltar la culpa de no haberse dado cuenta que no había culpa, en
realidad.
No
está escondido, ha estado a la vista siempre, sólo hacía falta
mirar con esos ojos desnudos de rabia por no saber mirar, con los
ojos del que ya no necesita parecer, con los ojos de amar
al mar sea como sea porque ya es como debe ser siempre.
Te
escribo a ti por si has decidido que estarás en paz pase lo que
pase. Que así sea…
Mercè
Roura
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