Mario
de Andrade, en su poema golosinas, compara a la vida con disfrutar de
un paquete de dulces, igual que cuando éramos niños. Disfrutando
de esos primeros caramelos con prisas, incluso con cierta ansia…
hasta que, de repente, al ver que nos quedaban pocos, la
velocidad cambiaba e intentábamos extender lo máximo posible ese
placer en el tiempo, disminuyendo la velocidad. Así, nos hace
reflexionar sobre cómo los años nos ofrecen otra perspectiva vital,
sin tener tiempo para ciertas cosas y valorando más otros aspectos,
como pequeños detalles que hacen vibrar nuestras almas.
Un
buen amigo me hizo llegar hace unos días este maravilloso poema que
acaricio mi alma con cada palabra. Hoy quiero compartir este gran
descubrimiento con vosotros. Espero que leer el poema golosinas os
haga disfrutar
como los niños lo hacen cuando saborean sus ansiados dulces y
reflexionar sobre los aspectos que realmente son importantes en
nuestras vidas.
“No
es lo mucho que tenemos sino lo mucho que disfrutamos, lo que hace la
felicidad”.
-Charles
Spurgeon-
Mário
Raul de Morais Andrade nació
el 9 de Octubre de 1893 en São Paulo. Fue
poeta, novelista, ensayista y musicólogo brasileño reconocido
mundialmente. Se le ha considerado como uno de los propulsores
del Modernismo
Brasileño.
Durante
su vida tuvo dos grandes pasiones, la música y la
literatura. Escribió
poesía desde su niñez, aunque su primera vocación fue la música,
y en 1911 decidió matricularse en el Conservatorio de São Paulo. Se
introdujo en la literatura como crítico de arte en revistas y
diarios.
Mi
alma tiene prisa (Poema Golosinas)
“Conté
mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en
adelante, que el que viví hasta ahora…
Me
siento como aquel niño que ganó un paquete de dulces: los primeros
los comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocos,
comenzó a saborearlos profundamente.
Ya
no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se discuten
estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo
que no se va a lograr nada.
Ya
no tengo tiempo para soportar a personas absurdas que, a pesar de su
edad cronológica, no han crecido.
Ya
no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.
No
quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.
No
tolero a manipuladores y oportunistas.
Me
molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más
capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros.
Las
personas no discuten contenidos, apenas los títulos.
Mi
tiempo es escaso como para discutir títulos.
Quiero
la esencia, mi alma tiene prisa…
Sin
muchos dulces en el paquete…
Quiero
vivir al lado de gente humana, …muy humana.
Que
sepa reír de sus errores.
Que
no se envanezca con sus triunfos.
Que
no se considere electa, antes de la hora.
Que
no huya, de sus responsabilidades.
Que
defienda, la dignidad humana.
Y
que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.
Lo
esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
Quiero
rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas…
Gente
a quienes los golpes duros de la vida, le enseñaron a crecer con
toques suaves en el alma.
Sí…
tengo prisa… -por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.
tengo prisa… -por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.
Pretendo
no desperdiciar parte alguna de los dulces que me quedan…
Estoy
seguro que serán más exquisitos que los que hasta ahora he comido.
Mi
meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y
con mi conciencia.
Tenemos
dos vidas y, la segunda comienza cuando te das cuenta que sólo
tienes una…”
-Mario
de Andrade 1945-
Cuando
nos hacemos mayores, recordamos nuestra infancia con cariño
y nostalgia; una
óptica tamizada por la nostalgia que nos envuelve en la sensación
de que cualquier tiempo pasado parece/fue mejor. Con el paso de los
años, crecen las responsabilidades, nos cargamos de tareas y el
tiempo para disfrutar se diluye entre el trabajo y las
responsabilidades familiares.
Mario
de Andrade, en su Poema Golosinas, con
cada verso nos hace viajar a una etapa de nuestra vida. Comienza
con nuestra niñez para ir creciendo… hasta ser adultos y tener
que acudir a reuniones a las que no queremos ir, hasta llegar a una
edad en la que ya tenemos más tiempo vivido
que el que nos queda por vivir.
Si
nos damos cuenta de ello, tal y como él nos dice comenzará nuestra
segunda vida, en la que tendremos la oportunidad de conectar con lo
esencial, con
aquello que realmente es importante. Disfrutar de nuestro tiempo con
personas autenticas llenas de humanidad, generosidad y amor. Con el
objetivo de llegar al final de la vida con la conciencia
tranquila,en
paz y satisfechos con lo vivido, con la historia de vida que hemos
construido día a día.
“Amo
a las personas que disfrutan de la vida, porque yo hago lo mismo”.
-Lil
Wayne-
Cristina
Calle Guisado
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