Si
no lo haces tú, nadie lo hará. Creer
en uno mismo no es cuestión de orgullo sino de dignidad personal. Es
ese amarre psicológico al que aferrarnos cada día para confiar en
nuestras decisiones, para dejar de tener miedo a los equívocos y
permitirnos levantarnos una y cien veces. Creer en nosotros es
amarnos con valentía sabiéndonos merecedores de algo mejor.
Es
muy posible que la frase “creer en uno mismo” le suene a muchos
al recurrido título de libros de autoayuda. Sin embargo, si
estas cuatro palabras las vemos con tanta frecuencia en escaparates,
manuales y revistas especializadas es por un hecho muy concreto: al
ser humano le cuesta enormemente confiar en sus capacidades,
potenciar sus virtudes y creer en sus posibilidades.
► Nunca
es demasiado tarde para ser lo que podrías haber sido.
George
Elliot
Si
esto es así, se debe ante todo al modo en que construimos nuestra
realidad interna. Ya
desde niños damos forma a nuestra autoimagen basándonos en los
estímulos que recibimos y en las interpretaciones que hacemos de
estos. Así,
y ante lo que otros nos digan o nos proyecten, construiremos un
sentido de identidad más fuerte y resistente o por el contrario,
desarrollaremos un yo más vulnerable.
Creer
en uno mismo no es fácil cuando nuestro entorno no ayuda. Confiar
en las propias capacidades no es sencillo cuando nos centramos más
en nuestros fallos que en el sentido de superación.
Proyectar un sentido de identidad fuerte y valiente tampoco
resulta fácil si nos han enseñado a fijarnos mucho más en lo que
hacen, dicen o piensan los demás en lugar de atendernos a nosotros
mismos…
Creer
en uno mismo es aceptar que somos únicos, diferentes a los demás
A
menudo no nos damos cuenta del rumor de nuestros pensamientos, de
nuestras actitudes, atribuciones y razonamientos.
Son ellos los que perfilan la arquitectura de lo que somos, quienes
nos limitan o nos potencian, ellos son los que al fin y al cabo
influyen en cómo nos sentimos y cómo nos comportamos.
El
arte de creer en uno mismo es por encima de todo un ejercicio de
voluntad. Y
la voluntad es un músculo de poder que se ejercita mediante unos
pensamientos adecuados, centrados y orientados a un fin concreto:
promover nuestro bienestar y nuestro crecimiento personal.
Sin
embargo, y esto lo sabemos bien, no
es sencillo orientar la brújula de nuestros pensamientos hacia el
positivismo y la autoconfianza cuando
lo que habita en nosotros es una autoestima
baja.
Cuando lo que sentimos es apatía, frustración y desmotivación.
Por
curioso que nos parezca, algo
que a menudo olvidan nuestros padres e
incluso los sistemas educativos es enseñarnos a creer en nosotros
mismos. Nos
orientan en cambio a ser como la mayoría. Porque
“ser normal” es hacer, pensar y comportarse como aquellos que nos
rodean, es diluir nuestras particularidades en lo ordinario, en lo
cotidiano. Porque a veces, ser único es ser diferente, y el
diferente no encaja bien, no rima. Es desarmonía en un mundo que
adora lo predecible.
Sin
embargo, vale la pena recordar algo tan simple y elemental como lo
siguiente: no somos seres producidos en serie, somos diferentes a
cualquier otro. Somos excepcionales e irrepetibles. Contamos con unas
huellas dactilares únicas, con una personalidad propia, con unas
facciones diferentes a los demás. Hemos
nacido para dejar nuestra impronta en este mundo, y para ello,
debemos hallar nuestros propósitos creyendo en nosotros mismos, en
nuestro poder.
La
psicología de la voluntad: cuando creer es poder
Creer
en uno mismo es un ejercicio constante que nunca debemos dejar de
lado.
Nadie debería salir de casa sin una buena dosis de autoconfianza y
la firme creencia de que merece todo aquello que desea o se proponga.
Por ello, y desde el marco de la psicología de la voluntad, es
interesante tener en cuenta estos consejos que sin duda, pueden
servirnos de ayuda o de inspiración.
Borrón
y cuenta nueva
Lo
hacemos a menudo con nuestros dispositivos. No
hay nada como restaurar el sistema de un móvil o un ordenador para
que este funcione más rápido y más ligero. Sin
embargo, tal acción requiere en primer lugar saber qué archivos
vamos a conservar y cuáles elegimos borrar.
Para
creer en nosotros mismos debemos dejar a un lado muchas actitudes
heredadas, ideas que otros nos han transmitido así como atribuciones
que uno puede haber construido. Las personas nos boicoteamos con
mucha frecuencia, y lo hacemos cuando nos infravaloramos o nos
comparamos con los demás. Hay
que acabar con todos esos enfoques poco útiles: borrón y cuenta
nueva.
Las
montañas se mueven llevando pequeñas piedras primero
Para
conseguir un objetivo debemos creer en nosotros mismos. Sin
embargo, la
psicología de la voluntad nos recuerda que tal y como dijo Confucio,
las grandes proezas se consiguen primero logrando pequeñas
victorias.
Así,
y antes de marcarnos metas desmesuradas o demasiado elevadas, no
hay nada como proponernos pequeños desafíos cotidianos. Esos
con los que ganar en seguridad personal, esos donde conseguir mayor
confianza y una autoimagen más positiva.
Tal
y como decíamos al inicio, el arte de creer en uno mismo es como un
músculo que ejercitar en el día a día. Por tanto, no dudemos en
hacer uso de él dejando a un lado las opiniones ajenas. Atrevámonos
a decidir y a salir jornada a jornada de nuestra zona de
confort. Enfrentémonos
a nuestras inseguridades poco a poco y sin prisas…
Vayas
donde vayas, sé siempre tú mismo
Para
creer en ti, no te alejes nunca de ti. Vayas
donde vayas no pierdas tus esencias, no dejes atrás tus valores, tus
pasiones o tu identidad.
Que tu esencia marque cada uno de tus pasos y decisiones, sin miedo a
lo que otros puedan pensar. Ser uno mismo en cada momento y en cada
situación no siempre es fácil, por ello, ese esfuerzo cotidiano es
también un ejercicio de voluntad, ahí donde ganar a su vez
confianza y seguridad personal.
Para
concluir, aunque las personas no podamos controlar nunca lo que nos
pueda traer la vida, lo que sí podemos controlar es el modo en que
reaccionamos ante cualquier circunstancia. Si
creemos en nosotros mismos las dificultades serán
menos duras, y las montañas menos altas. Pensemos
en ello.
Valeria
Sabater
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