LOS MOTIVOS PARA VIVIR
SOLAMENTE
PODEMOS ENCONTRAR SENTIDO A VIVIR, A LA VIDA Y A TODO LO QUE NOS
RODEA, SI TENEMOS UN MOTIVO, UN PROPÓSITO, UN FIN, POR MÍNIMO Y
PEQUEÑO QUE SEA.
La
rutina mata el alma. La falta de entusiasmo, la repetición vacía de
acciones que se suceden en el día y que sabemos que lo harán al día
siguiente no es más que un laberinto en el que nos encontramos
perdidos, desorientados y a veces sin fuerzas.
Hay
que encontrar un motivo. Tener un propósito. Querer alcanzar una
meta. Por insignificante que parezca. Lo peor es el estancamiento.
Convertirnos en personas predecibles. Y tener la sensación de he
llegado, ya no hay más.
MUCHA
GENTE HACE DE LA RUTINA UN ESPACIO DE “FALSAS SEGURIDADES” EN LAS
QUE CREE ESTAR A GUSTO.
LOS
CAMBIOS DESCOLOCAN, PERO DAN VIDA. EN CUALQUIER MODIFICACIÓN HAY UN
PRECIO QUE PAGAR, PERO TAMBIÉN REGALOS QUE RECOGER.
Cuando
el tiempo se llena de objetivos no hay espacio para el desánimo o la
depresión. El mejor antídoto contra ella es la acción y si esa
acción conlleva un logro la cota de satisfacción es aún mucho
mayor.
SI
YA TIENES UN PROPÓSITO, CUÍDALO. SI AÚN NO LO HAS DESCUBIERTO VETE
EN SU BUSCA.
Tener
un propósito es, en un sentido trascendental tener la voluntad de
encontrar un sentido a la vida.
Hemos
encontrado nuestra razón de ser y nos dedicamos a ella. Muchas veces
por vocación, otras por pasión y otras por misión. Estos conceptos
se confunden, pero todos desembocan en tener una visión clara de lo
que se quiere conseguir.
Algunas
personas lo logran, otras en menor proporción, avanzan en una eterna
búsqueda de encontrar aquello que finalmente hará que se sientan en
su lugar, desarrollen sus competencias, y progresen motivadas hacia
un fin
El
propósito surge de la profundidad, de una necesidad de llevar a cabo
algo con significado, algo importante. El objetivo representa un fin
que se quiere conseguir, una sucesión de acciones o procesos
enfocados a lograr un resultado. Finalmente, una meta son pequeños
objetivos.
Vemos
que para avanzar en la consecución de un propósito, necesitamos
objetivos, metas, recursos, y también buenas dosis de coraje y
perseverancia.
El
propósito o proyecto de vida, es el motor fundamental que nos mueve
y al cual dedicamos nuestros esfuerzos y expectativas.
Es
lo más importante, lo que nos motiva, nos empuja y satisface. Es la
sinergia de talentos, capacidades, valores, visiones, misión,
oportunidades. La idea de propósito nos encauza y evita el dejarse
influenciar por las constantes solicitaciones cotidianas.
Este
enfoque es beneficioso y provechoso: menos dudas, menos
incertidumbre, menos improvisación, más decisión, más visión y
dirección.
Cuando
actuamos guiados por un propósito, que declinamos en objetivos y
metas, sabemos a dónde queremos llegar, conocemos el destino.
¿Qué
es lo más importante, aquí y ahora?
¿Cómo
puedo utilizar mejor mí tiempo cada día?
Distinguir
entre lo urgente y lo importante, es un gran reto para conseguirlo.
Nadie sin excepción, se escapa del devenir del tiempo con sus
acontecimientos caprichosos, que danzan entre la urgencia y la
importancia.
Distinguir
entre lo urgente y lo importante es esencial para poner el foco en lo
que realmente importa y nos vincula al proyecto vital.
Por
eso, si queremos dejar de dispersarnos, podemos preguntarnos ¿para
qué estamos haciendo lo que hacemos? Revisando el motivo.
Apoyarnos
en un propósito, es una gestión óptima de nuestras capacidades,
pues en el proceso de evolucionar correctamente, donde desarrollamos
habilidades, conocimientos y recursos. Detenerse, escuchar y
reflexionar son las acciones necesarias para lograrlo.”…
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