Debemos
tomar conciencia que la vida no es lineal ni mucho menos. Es una
experiencia que tiende a desviarse a cada instante, por las
innumerables posibilidades y las múltiples variables, que tiene
cada instante que vivimos.
Muchos
hemos aprendido a sujetarla, o lo creemos así porque en realidad es
imposible, hagamos lo que hagamos los imprevistos llegaran.
Aprendemos (más bien nos enseñan) que lo que está bien no se
mueve. Que lo recto es lo que continúa siempre igual y que si hay
cambios siempre traerán cosas peores.
La
consabida frase “mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer”,
no tiene ningún sentido. Primero porque si lo que tenemos es
malo cualquier cosa puede mejorarlo y porque lo que está por venir
no tiene por qué restar nada a nuestra vida y sí sumar mucho.
Estas frases que se graban en nuestra mente hacen mucho daño, al
condicionarnos con prejuicios que ni siquiera son nuestros.
Hay
períodos en que parece que todo se detiene, que no avanzamos, que
el tiempo no pasa. Momentos en los que aunque no lo deseemos,
entramos en una nueva fase con nuevas experiencias por vivir y en
otras ocasiones entramos en fases que se manifiestan como puntos o
espacios vacíos con los que no sabemos qué hacer.