¿Hemos
perdido la paciencia cognitiva? ¿Hemos
dejado quizá a un lado esa valiosa capacidad para entender y
procesar nuestra realidad de manera relajada pero profunda? Según
varios neurocientíficos, la respuesta es “sí”. De hecho, esta
idea si reflexionamos sobre el modo en el que procesamos mucha de la
información que nos llega desde las redes sociales: de forma rápida
y sin contrastar.
El
término “paciencia
cognitiva” lo
ha acuñado recientemente Maryanne
Wolf,
una neurocientífica cognitiva de
la Universidad de California. En su libro Lector,
vuelve a casa explica
algo llamativo que a ella misma le sucede desde hace tiempo.
Una
gran parte de los
lectores actuales son incapaces de leer una hora seguida sin
consultar varias veces su teléfono móvil. Nos
hemos vuelto impacientes y estamos perdiendo de un modo más o menos
llamativo, parte de nuestra habilidad para concentrarnos. Es
más, Stephen
King habló
hace poco de un fenómeno creciente: los audiolibros.
Este
formato conforma por ese recurso fácil y accesible que nos permite
dedicarnos a nuestras tareas mientras una voz agradable nos lee una
novela. El esfuerzo, por tanto, es mínimo.
La paciencia cognitiva en estos casos no hace referencia ni mucho menos a nuestra capacidad para esperar o retrasar una gratificación. Define esa habilidad para procesar con calma una información, una realidad, un evento.
La paciencia cognitiva en estos casos no hace referencia ni mucho menos a nuestra capacidad para esperar o retrasar una gratificación. Define esa habilidad para procesar con calma una información, una realidad, un evento.
Es
esa competencia con la que dar un significado a las cosas habiendo
profundizado previamente en ellas. Es
también tener capacidad de control para regular interferencias, para
centrarnos en un objetivo sin prisa ninguna, libre de presiones y
sabiendo utilizar a nuestro favor ese músculo tan descuidado
llamado atención.
La
paciencia es activa, es fuerza concentrada en un objetivo claro.
La
paciencia cognitiva en peligro de extinción
Un
fenómeno que se aprecia cada vez con mayor frecuencia es
el skimming. Hace
referencia a esa estrategia basada en una lectura
veloz,
donde nos detenemos únicamente en el inicio y el final de un texto o
una información. Nos quedamos con las partes más superficiales de
aquello que tenemos delante, ya sea un libro, un artículo, una hoja
de instrucciones.
Lo
opuesto al skimming, es
el scanning,
es decir, el análisis meticuloso de cada parte de una información.
Estos términos anglosajones reflejan con gran acierto una práctica
que vemos ya en una parte de la población. Esa que ha perdido (o
está en proceso de perder) una competencia esencial: la paciencia
cognitiva.
Si
miramos el mundo con prisas, dejamos de entender sus secretos. Si
nos apresuramos en obtener una información rápida de cualquier
punto de nuestro entorno, tal vez nos estemos quedando con una
media verdad.
Aún más, si
no usamos nuestra capacidad analítica, crítica y reflexiva,
acabaremos asumiendo falsedades o
bien dejando escapar los matices más relevantes de nuestra realidad.
Debemos
entender, por tanto, que perder nuestra paciencia cognitiva nos hace
mucho más vulnerables a la demagogia.
Así, en un mundo obsesionado por la prisa y orquestado por esas
informaciones que se transmiten en pocos segundos, las personas
tenemos una obligación muy clara: ser prudentes, exigentes y
meticulosos.
La paciencia es fuerza concentrada y nos da sabiduría
Vivimos
en una sociedad que no tiene en mucha estima a la paciencia. Las
personas importantes y con poder, por ejemplo, no esperan, no hacen
turnos, no hacen colas. A su vez, desde bien niños nos educan en esa
clásica idea de que si deseamos algo, debemos ir a por ello. Es
cierto, la determinación es importante, pero aún lo es más
aprender a ser pacientes, a entender que el éxito y la sabiduría
requieren tiempo.
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Para encender y hacer uso de nuestra paciencia cognitiva debemos entender en primer lugar, que ser paciente no nos da poder sobre las circunstancias, sino que nos permite tener un mayor control sobre nosotros mismos en medio de cualquier circunstancia.
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Paciencia cognitiva es también entrenar esa actitud donde volver a mirar el mundo con ojos de niño. Debemos recuperar el interés, la curiosidad, el aprecio instintivo por los detalles y los matices.
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Nuestra mirada, además, debe ser altamente exigente. No debe apremiarnos el demonio de las prisas, sino el deseo por saber, por obtener nuestra propia verdad sobre aquello que vemos, sentimos o leemos.
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Asimismo, es interesante saber que la paciencia cognitiva no es una habilidad pasiva, todo lo contrario. Ningún proceso requiere tanta actividad, tanto dinamismo y apertura de mente.
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Por otro lado, estudios como el llevado en la Universidad de psicología de Pasadena, nos indican que hacer uso de esta herramienta en el día a día, nos permite disminuir el riesgo de sufrir depresiones y otro tipo de trastornos del ánimo.
Esta
dimensión es a su vez la respuesta más sabia que podemos darle a
los desafíos cotidianos de la vida.
Porque, solo si somos pacientes y aprendemos a procesar el mundo sin
prisas y con detenimiento, nos permitiremos apreciar sus mágicos
detalles, sus grandezas y también sus verdades.
Entrenemos
nuestra atención y el placer de la calma, recordemos que la
paciencia es al fin y al cabo, fuerza concentrada dirigida hacia un
objetivo.
https://lamenteesmaravillosa.com/paciencia-cognitiva-la-habilidad-para-procesar-el-mundo-sin-prisas/
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