LA
CRUDA REALIDAD
Muchas
personas creen que cuando escribo intento dar pautas para vivir al
resto del mundo… En realidad, sobre todo, me estoy hablando a mí.
Nada más lejos de mi intención que decirle a nadie lo que debe
hacer cuando ni yo misma sé a veces a dónde voy… Cuando escribo
me cuento la vida como creo que me hace bien comprenderla y sentirla,
para que no se me olvide cuando esa vocecilla tremenda me asalta y
sin piedad me dice que todo se está desmoronando. Cuando a media
tarde, después de un día complicado (todavía no entiendo por qué)
empiezo a cuestionarme otra vez (van cien mil, ya) todo lo que llevo
años construyendo. Y es una construcción que va para largo, no
tiene resultados de un día para otro, digan lo que digan y vendan lo
que vendan.
Conocerse
y vivir desde “tu ser” e intentar fluir con la vida no es fácil,
no lo es para mí, tal vez para otros lo sea (no querría que nadie
se sienta limitado ahora por una de mis creencias).
Puesto
que siempre he pensado que la vida era difícil, dura y llena de
obstáculos, siempre la he vivido así. Con ello no quiero decir que
si mi creencia hubiera sido que la vida es fácil, nunca hubiera
encontrado muros por trepar ni resistencias, para nada, lo que pasa
es que los hubiera percibido de otra forma… La
vida no es como es, es como decides sentirla. Ya
sé que hay momentos extraordinariamente duros, pero he visto a
personas enfrentarse a la enfermedad con entereza y otras, a su lado,
desmoronarse por haberse roto una uña…
Quiero llegar al
hecho de que no sé nada y escribo muchas veces para mí. Para
recordar qué hago aquí y cómo he llegado a la conclusión de que
debo aceptar (sin resignación , que quede claro, sino con ganas de
cambio) mi vida y dejarme llevar por ella, siendo yo.
Escribo porque
necesito ponerme en sintonía y equilibrio con mi yo que confía y en
los momentos de desconcierto, cuando nada sale como sueño, me
recuerda que todo es perfecto y que lo que anda mal son mis
expectativas… Y me dice que de todas formas no pasa nada, que las
mire de lejos y me dé las gracias y comprenda que no sé nada ni
puedo mover los hilos de lo que pasa a mi antojo…
Escribo
para conectar con esa parte de mí que ya ha comprendido que la
realidad es y será como deba o como pueda independientemente de lo
que yo desee.
Y que realidad y deseo sólo se encontrarán cuando en mí haya
coherencia y equilibrio…
Escribo para
comprender que tengo total libertad para hacer y deshacer desde la
responsabilidad de mis pensamientos, mis emociones y mis actos y que
eso me deja mucho margen para saber cómo tomarme esa realidad.
Escribo para
recordar que el mundo no va a cambiar, pero que sí que puedo darle
la vuelta a mi mundo cada día, desde dentro, si soy capaz de
comprender desde mi paz interior y desde el amor que necesito
manifestarme.
¿Manifestar?
nos pasamos la vida leyendo u oyendo esa palabra… Manifiesta lo que
quieres, lo que deseas… Nos pasamos la vida soñando con
materializar lo que necesitamos (o creemos necesitar, después a
veces hay sorpresas) y nos manifestamos poco a nosotros mismos… Nos
damos poca cancha para equivocarnos, nos culpamos, nos medimos, nos
reprochamos, nos dedicamos poco tiempo, nos reprendemos, nos
prohibimos, nos vetamos cosas hermosas y situaciones que nos
apetecen… Nos hinchamos a café para rendir, nos atiborramos a
pastillas para apaciguar los efectos del café que creemos necesitar
para estar en forma y dar el máximo…
Dar el máximo
ante el mundo ¿Y ante nosotros mismos? Nos llenamos la cabeza de mil
ideas que salen en las redes y el armario de nuestra vida de mil
cachivaches absurdos (yo también) para no tener que encontrarnos a
solas con nuestra propia escasez… Y no hablo de la falta de dinero
o recursos. Hablo de una gran escasez, la más importante, la de
amor, la de paz interior, la escasez de no conectar con nosotros
mismos y sentir lo que sentimos…
Y llorar,
enfadarnos, decirnos a la cara que sentimos envidia, celos, miedos,
una culpa atroz que se nos clava en la espalda y nos dice cada día
que todavía no hemos hecho suficiente para apaciguar un mundo que
busca señalarnos con el dedo y pasar revista cada cinco minutos a
nuestros fallos…
Y sentir ese
dolor de estar solo, de estar triste, de estar en una vida que no
deseas, de romperse y recomponerse, de recordar demasiado un momento
antiguo que punza y rasga… Sentir que estamos dejando de sentir y
bailar con eso, un rato, hasta que te das por aludido y puedes pasar
página. Hasta que de tanto mirar al miedo lo conviertes en un aliado
para seguir…
¿Manifestar?
manifiesta de una vez por todas que te amas, desde ya, para poder ver
como la vida te responde… Manifiesta
que te respetas y respetas a las personas con las que te cruces y
deja de juzgarte severamente. Deja de buscarte las taras y las
imperfecciones y empieza a vivir desde lo que realmente eres.
Escribo
para recordar qué tengo que sentir cuando estoy escabulléndome de
mí misma y huyo de mirar a la cara a una de mis penas más antiguas.
Escribo porque siento que todavía no he hecho mis deberes, pero
quiero decírmelo con cariño, sin obsesión, sin más pretensión
que saber que estoy en el camino.
Me
escribo para sacar el dolor de no saber a menudo si estoy en el
camino… Porque yo tampoco materializo ni manifiesto como deseo y a
veces eso me resulta insoportable. Cuando oscurece y repaso mi día,
hago balance y saco las cuentas y no veo nada a mi favor (seguro que
lo hay, pero no lo veo) y me vuelvo loca porque no paro de hacer e
intentar y voy en saldo negativo… Y entonces, me doy cuenta, he
subido mil montañas pero no he sido capaz de dedicarme una palabra
hermosa o de comprender que tal vez hoy no hacía falta esforzarse
tanto, no hacía falta romperse para llegar ni culparse por no ser…
Entonces me doy cuenta que la caja está vacía porque yo estoy vacía
de amor por mí y que esa falta de amor y de ver mi valor me empuja a
ser a ratos egoísta y no ver el valor en los demás…
El
mundo es como decides verlo. El mundo es como te ves a ti.
No hay nada en el mundo que vaya llenar ese vacío que tú no llenas
en ti. La realidad es muy cruda, tan cruda como tú cuando eres
incapaz de abrazarte y sentirte, tan cruda como tú cuando huyes de
sentir y decirte la verdad a la cara y permitirte notar qué pasa,
qué quieres y hacia dónde vas.
Escribo para
recordar esto y ver que el camino es hacia dentro y no hacia fuera. Y
que si hoy logramos amarnos, respetarnos y no exigirnos demasiado, al
llegar la noche, tal vez la caja de logros estará vacía pero
nosotros estaremos llenos… Y eso a la larga, nos llenará la vida.
Porque nuestra realidad se construye a partir de la forma en que
decidimos verla y percibirla… No podemos cambiar el mundo pero
podemos mirarlo de otra forma, con compasión, con amor, con ganas de
perdonar y seguir. Y el primer paso es mirarnos de esa misma forma a
nosotros…
Me escribo por
si esto se me olvida y caigo en la trampa de limitarme a mirar la
caja y culparme por no tener, no llegar, no parecer… Y como no, lo
comparto por si te hace falta, por si puede recordarte algo a ti y te
es útil… Sin más pretensión que decirte que estoy aquí perdida
como tú buscando una luz que me indique quién soy… Porque esto va
de compartir y compartirse.
Me escribo para
soltar esa necesidad de mirar la caja al final del día y ponerme
nota y suspenderme si no encuentro nada que demuestre mi valor.
Te escribo para
que sepas lo perdida que ando a veces y, si quieres, dejes de mirar
la caja y puedas soltar.
El
mundo hace contigo lo que tú haces contigo.
La
realidad es cruda porque tú también eres muy crudo contigo.
Mercè Roura
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