“Dedicarse
a servir cervezas o llevar pizzas no te quita dignidad. Tus abuelos
lo llamaban de otra forma: oportunidad”……..Bill Gates
Todos
admiramos esas historias en las que un ser humano es capaz de romper
con todas las fuerzas que le empujan a ser uno más y empieza su
propio camino. Empieza a ser él.
Nos
gusta ver cómo el ser humano se lanza a la aventura, cómo da la
vuelta al mundo con su pequeña cámara de fotos y cómo, tras años
de trabajar en una vieja cafetería o estudiar a la luz de una vela,
es capaz de ver realizada su ilusión. En libros y películas, nos
encanta topar con personajes sumergidos en hazañas y proezas, pero
después, en la vida real, renunciamos con facilidad a convertirnos
en nuestros propios héroes.
¿POR
QUÉ DEJAR QUE LAS GESTAS SIEMPRE PERTENEZCAN A LOS DEMÁS?
Cuando
alguien termina sus estudios o cuando descubre qué es aquello que
le apasiona, lo más probable es que no disponga de unas capacidades
lo suficientemente desarrolladas como para poder ganarse la vida con
ello. Sin embargo, y como suele decirse, «de algo hay que comer».
Es en este momento en el que, por buscar un trabajo que cubra las
necesidades básicas, el riesgo de abandonar una ilusión, un deseo
se hace más elevado. Pero deberíamos preguntarnos, ¿Por qué un
trabajo nutricional y una ilusión han de ser incompatibles?
“DE
NADA SIRVE QUE ALIMENTEMOS NUESTRO ESTÓMAGO SI NOS OLVIDAMOS DE
ALIMENTAR NUESTRAS ILUSIONES Y DESEOS”.
Entre
las biografías de grandes seres humanos, es sencillo encontrar
historias en las que sus autores relatan cómo antes de convertirse
en lo que habían soñado, tuvieron que trabajar repartiendo
periódicos, cortando el césped o vendiendo palomitas. Estos seres
humanos que de alguna manera han influido o transformado nuestro
mundo tenían algo en común: NO DEJARON QUE UN TRABAJO DE
TRANSICIÓN SE INTERPUSIERA EN SUS SUEÑOS.
Si
trabajas ocho horas en una pizzería y al terminar te pones a
pintar, no eres pizzero, eres pintor. ERES LO QUE AMAS, NO LO
TE QUE DA DINERO.
Es
posible que lo que te apasiona, lo que te ilusiona, tarde en darte
dinero, y que hasta que eso ocurra tengas que buscar un trabajo
nutricional o de mantenimiento.
No
importa si este no tiene ninguna relación con lo que tú deseas o
incluso si no está muy bien visto a ojos de los demás. Lo que
importa es que cuando termines tu jornada TE ENTREGUES CON
ENTUSIASMO Y DEDICACIÓN A ESA ACTIVIDAD QUE TE ENAMORA.
En
ocasiones, vale más apoyarse en un trabajo que no tenga nada que
ver con nuestro sueño y al terminarlo poner todo nuestro corazón
en lo que amamos que asentarse en uno que se parezca y quedarse
ahí. Al final, eso es lo que diferencia al ser humano que
triunfa y hace que sus ilusiones se cumplan, del que se acomoda y no
lucha y se esfuerza en ser él mismo.
Pensamos
que trabajar en un empleo que requiere baja formación es rebajar
nuestra categoría. Ambicionamos el cielo e infravaloramos el suelo,
ignorando que ambos son parte de una misma cosa.
Es
por este motivo que muchas personas se quedan en la zona media: como
no utilizan el suelo, no pueden saltar; y como no pueden saltar, no
alcanzan el cielo.
Lo
que convierte a una historia en hazaña no son los pasos que damos
sobre un camino recto y asfaltado, sino los puentes que construimos
sobre los ríos y desniveles. Es posible que mientras construimos el
puente hacia nuestro sueño tengamos la sensación de que no
avanzamos o de que lo hacemos a poca velocidad.
Por
eso, es importante recordar que cada uno de los maderos, cuerdas y
clavos que ponemos en nuestro puente no son una pérdida de tiempo,
sino una parte imprescindible del plan.
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