Los
 tiempos que corren son cada vez más exigentes y se vive muy
 deprisa, lo cual nos lleva a una peligrosa trampa… no tener tiempo
 para nosotros, para revisar a diario nuestras actuaciones y nuestras
 decisiones y no poder corregir lo que no esté bien y como
 consecuencia de ello nos llenamos de auto-limitaciones o también de
 auto-sabotajes.
Hay
 muchas frases trampa grabadas a lo largo de la vida en nuestro
 interior y una de las más peligrosas por ser altamente auto
 limitativa es la que dice: “así se ha hecho toda la vida”, que
 suele ir acompañada de otra igual de peligrosa, para justificar
 cualquier cosa que hacemos y no entendemos, que dice: “tú hazlo
 así porque todo el mundo lo hace”.
Y
 esta mañana no ha sido el habitual café el que ha conseguido
 despertarme del todo, sino una frase que he leído del genial Mark
 Twain y que me gustaría compartir:
“Cada
 vez que te encuentres del lado de la mayoría, es
 tiempo para hacer una pausa y reflexionar”
Desde
 luego, tuve que leerla un par de veces para apreciar su fuerza. Y
 mientras apuraba el café, para empezar la jornada, medite la frase
 leída.
Qué
 duda cabe que desde que nacemos vamos absorbiendo como esponjas
 todas las creencias, valores, reacciones, fuerzas y limitaciones de
 nuestro entorno, dando por hecho que es lo que hay, que es lo normal
 y que además viene avalado y refrendado por la mayoría. 
El
 problema es precisamente ese, dar por hecho que esa manera de
 pensar, expresarse, sentir, comportarse, afrontar y quejarse es lo
 que es, sin más alternativas, porque es lo normal, lo que hace la
 mayoría y porque siempre ha sido así.
En
 definitiva, vivimos como, un hámster en su rueda, vamos tirando día
 a día, de una forma gris y resignada y rogando “que me quede como
 estoy”.
Esto
 evidentemente no es evolucionar, no es llevar a la práctica
 nuestros dones y talentos, cumpliremos años, cambiaremos la
 apariencia física y determinados roles, pero seguimos siendo
 infantes, ya que bien poco hemos usado el tener “USO DE
 RAZÓN”.
Hagamos
 un acto de sinceridad con nosotros mismos, parémonos a reflexionar
 y preguntémonos:
Si
 no sé quién soy, para qué estoy aquí, cual es mi lugar en el
 mundo ni cómo puedo vivir con sentido y plenitud colaborando a
 crear un mundo mejor y más solidario si no estoy viviendo mi propia
 vida, sino sobreviviendo conformándome con la mediocridad de una
 vida que me han programado y diseñado no se sabe muy bien quien ni
 cuándo. Pero que es la normal, la socialmente bien vista y la que
 sigue la mayoría.
A
 veces, en un breve instante de conciencia y claridad que todos
 tenemos, podemos ver, escuchar y sentir que tras esa capa de ruido,
 ajetreo, egoísmo, violencia y sufrimiento, hay algo más, algo que
 merece la pena descubrir y sacar a la luz y que llenará de
 felicidad nuestras vidas y no es otra cosa que ser nosotros mismos,
 ese nosotros mismos que nos han tapado desde que nacimos, para
 hacernos más manejables, manipulables y dóciles, con el argumento
 de que es mejor hacer lo que hacen todos porque tantas personas no
 pueden estar equivocadas.
Sinceramente
 siento que merece la pena que cada uno lo intente, no hay nada que
 perder, y para ello basta con estar dispuesto a salir de lo malo
 conocido y apostar por todo lo bueno por conocer.
Después
 de mi reflexión mañanera he decidido estrenar vida cada día,
 aceptando lo que no está en mi mano cambiar y haciendo los cambios
 necesarios en lo que sí está en mi mano cambiar, para cada día
 ser un poco más yo mismo y menos lo que dicen que sea los demás.
En
 definitiva elijo el camino que me lleve al encuentro con mi esencia
 y me permita evolucionar como ser humano y a la vez ayudar a los
 demás en la medida de mis posibilidades a que hagan lo mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario