Estamos
 en un momento en el que el ambiente de crisis promueve la búsqueda
 de novedades, de cosas distintas que nos instalen en realidades
 diferentes.
Que
 nos saquen de la rutina, de lo preestablecido, de lo previsible, del
 "más de lo mismo".
Sabemos
 por todos los estudios realizados, que la vida es cíclica y frente
 a una época de desastres y tragedias, llega otra de bonanza y
 calma.
Lo
 nuevo está lleno de sorpresas, o al menos eso creemos o mejor aún,
 relacionamos esas novedades con bondades. La mayoría de las veces,
 buscamos salir de la rutina, encontrar en lo desconocido las
 respuestas a nuestros vacíos o a esas ansias de lograr aquello que
 siempre nos quedó por hacer.
Lo
 cierto es que el inmovilismo nos lleva al estancamiento; entrar en
 lo nuevo nos mantiene alerta, expectantes y deseosos de probarnos a
 nosotros mismos en otros ámbitos y de otras formas.
La
 vida es un continuo reto. Una prueba tras otra que no deja de
 sorprendernos. La rutina nos instala en la seguridad, pero nos resta
 frescura. Y en el fondo, queramos o no, la deseamos.
Cierto
 es que la novedad deja de serlo muy pronto. Que con ello sucede como
 con el tiempo que es todo uno. El pasado no existe porque es ya el
 momento en el que escribo esto y a la vez es presente, pero tampoco
 existe el futuro porque está hecho de presentes continuos.
En
 occidente, medimos el tiempo de forma lineal. En oriente es cíclica.
 Se cierra en círculo un perpetuo devenir que no tiene ni comienzo
 ni fin.
De
alguna forma, debemos poner en nuestra vida algo novedoso. Algo que
nos implique, que nos ponga a prueba, que nos aporte esa chispa de
ilusión ante lo desconocido. 
En
 qué medida debemos hacerlo, pues en la que nos venga bien a cada
 uno, en aquello que nos haga levantarnos con las ganas de encontrar
 un día diferente en el cual el tedio no nos acorte la vida
 lentamente.
Ante
 la depresión y el decaimiento solamente queda la acción. Ponernos
 en marcha, elegir bien y actuar.
Hagamos
 como cuando somos pequeños que el mundo está por descubrir y nunca
 nos queda un instante para el aburrimiento.
Pensemos
 que hay muchos mundos por descubrir dentro del nuestro. No cerremos
 el círculo. La vida es muy amplia y está ahí, esperándonos. Tan
 solo es cuestión de salir a su encuentro.

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