LA MAGIA DEL SER
Siempre
me ha gustado estudiar, la presencia de la magia, la superstición y
el encantamiento en la vida de todos los pueblos del planeta y los
seres humanos que los habitan.
Algo
intuimos que se nos escapa. Atraparlo ha sido el objeto y la
finalidad de multitud de ideologías, corrientes de pensamientos y
sistemas religiosos de todos los tiempos.
Estamos
dispuestos a atrapar el destino para cambiarlo, conociéndolo
primero. Necesitamos creer que podemos capturar ese libre albedrío
que puede dañarnos o aquel otro que convenientemente modificado
podría estar a nuestro favor.
Políticos,
magnates, hombres sabios, ignorantes, niños y mayores han recurrido
a la magia para determinar cómo discurrirá el azar por sus vidas y
de qué forma poder revertir sus consecuencias.
PERO
EL AZAR ESTÁ IMPRESO EN LA ESENCIA QUE NOS CONSTITUYE.
Presente
en la consciencia del todo que nos conforma y accesible si conocemos
cómo abrir la puerta que sutilmente nos lleva hasta él.
No
hay mejores magos que nosotros mismos porque en la fuerza de la
intención y en el poder de la vibración energética se esconde la
alquimia del ser.
Sintonizar
con esta afirmación equivale a tener el logro absoluto en nuestras
manos. El inmenso y maravilloso despliegue de nuestra consciencia al
servicio de los deseos más íntimos y poderosos.
ES
NECESARIO SABER QUÉ PEDIMOS PERO SOBRE TODO CÓMO LO PEDIMOS.
Precisamos
una intención definida que nos sitúe en otra dimensión no
existente en nuestro presente. Un objetivo perfectamente determinado,
una finalidad capaz de mantenernos alerta para que nada desvíe el
propósito de su conquista.
A
la meta deseable hay que ponerle la intención necesaria de que se
materialice en tiempo real. Para ello necesitamos sentirnos cómo si
lo tuviésemos ya con nosotros. Visualizarnos en las situaciones que
nos gustaría alcanzar.
Soñarnos
dentro del sueño que hemos creado y co-crear, una y otra vez, la
mágica sensación de estar bajo el umbral de lo pedido.
Porque
todo está disponible para nosotros en el bazar de la designios.
Absolutamente todo. Falta que nos lo creamos de verdad.
Y
entonces pacientemente esperemos a vernos pasar delante de nuestra
antigua existencia con una nueva realidad a la que habremos dado vida
desde la magia infinita de crear del dios que nos constituye.
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