TOMAR DECISIONES VALIENTES EN MOMENTOS DIFÍCILES
Me
encantan las personas que toman decisiones valientes en los momentos
difíciles.
Las que eligen lo que en el fondo quieren frente a lo que a los demás
les parece lógico o coherente y además lo hacen cuando es más
difícil, cuando parece estar todo en contra, diciendo “Si
hay alguien que apuesta por mí, soy yo“. Me
gustan las personas que desde el respeto se liberan de esas cadenas
que todos parecemos tener con aquellos que nos ayudaron; que
no mezclan esa deuda, en caso de existir, con su libertad.
Todos
hemos tenido esa sensación de gravidez, la identificamos ya en los
niños: muchos, cuando sus padres les compran un juguete, se vuelven
más obedientes. No porque quieran otro, sino porque han
integrado en su manera de actuar el
principio de reciprocidad.
En el caso contrario, hay muchos padres que les recuerdan esta,
llamémosla, deuda. “¡Eh, no te tienes que portal mal porque te he
comprado el juguete!”, “¡hoy hemos estado un buen rato en el
parque así que tienes que ordenar tu habitación!”.
Honestas y sinceras
Las
personas que toman decisiones valientes en momentos difíciles suelen
ser honestas y
renuncian a estar en dos sitios a la vez cuando no se puede.
Las que deciden esta es mi carta y me la juego. Son maravillosas
porque responden y alimentan la fuerza más poderosa con la que
cuentan. La fuerza vital.
Me
encantan esas personas que saben definirse, que tienen claras sus
prioridades y entienden que en determinados momentos mantenerlas
significa hacer sacrificios.
Y los hacen, aunque lo que pierden o dejan atrás les duela.
Ya
sea porque ponen a la familia delante,
y no se pierden esas rutinas maravillosas que han creado con ellos ni
por la oferta más atractiva del mundo; ya sea porque tienen muy
claro que su trabajo es lo primero y están dispuestas a desplazarse
de ciudad en ciudad por hacer lo que les gusta.
Las
personas que toman decisiones valientes en los momentos difíciles son
sinceras con ellas mismas y
no pretenden ni aspiran a poner un parche donde no pueden llegar, no
pretenden parecer donde no son. Dicen, “Vale, el día tiene 24
horas, no 48”, de manera que no intentan que tenga más. No se
fuerzan ellos, no fuerzan a los demás para que ellas lleguen, por
ellos, donde no pueden llegar. No corren detrás del reloj, lo hacen
cuando quieren. Si saben que no tienen tiempo para tener hijos,
o generan ese tiempo o no los tienen, pero no convierten en padres a
los demás o convierten su vida en un sacrificio constante.
Conocedoras de su fortuna
Cuando
me relaciono con personas que son capaces de tomar decisiones
valientes en momentos difíciles sé a qué atenerme, me
pueden gustar más o menos, pero lo que dicen y lo que hacen van de
la mano.
Lo que dicen que van a intentar lo intentan; para lo que dicen no,
tienen razones.
Me
encantan las personas capaces de tomar decisiones valientes en
momentos difíciles porque no
suelen olvidarse de que son afortunadas:
porque su corazón late, porque pueden alimentar la esperanza, porque
tienen un cuerpo que es la máquina más perfecta y más útil que la
mejor que hayamos podido crear con tecnología. Porque
respiran, ¿no es fantástico respirar? En
sí, hacerlo, no hace falta que nos comparemos con aquellos que no
pueden. Hacerlo por sí mismo. Coger
aire y expulsarlo.
Me
gustan porque aman a la vida, son capaces de construir un relato
positivo de su papel en ella,
de pelear por la justicia incluso sabiendo que este mundo no es justo
y que algunos por hacerlo te pueden llamar tonto. Me encantan
porque reconocen
sus defectos,
pero no por ello dejan de intentarlo.
Quizás son poco “manitas”, pero ahí las tenemos, subidas a la
escalera intentando cambiar la bombilla que se ha fundido. Poca o
mucha, intentan utilizar toda su habilidad y corren un riesgo
hermoso. El bonito riesgo de aprender.
Miedos tienen
como los que más, pero entienden que forman parte del juego.
Que algunos se rompen cuando se acercan y otros se agigantan,
¿Probar? ¿Por qué no? ¿No tira la cuchara el niño pequeño para
saber cómo demonios funciona la gravedad? Son personas que siguen
lanzando cucharas, porque curiosidad tienen mucha. Porque fe tienen
más, de ahí que sean capaces de tomar decisiones valientes en
momentos difíciles.
En
su conciencia de ser pequeñitos, en realidad, son gigantes.
Sergio
De Dios González
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