La
vida es un concepto que abarca multitud de manifestaciones. El ser
humano es solo una de ellas. Sobresale
por su capacidad de
abstraer y transformar su realidad, pero hay muchas especies que lo
sobrepasan en otros aspectos.
Incluso hay insectos que hacen mejor algunas cosas. Por ejemplo, se
puede aprender de las abejas.
Las
colmenas son una extraordinaria estructura social. Se trata de una
comunidad armónica y eficiente que hace gala del trabajo en equipo.
Tal vez ninguna sociedad humana ha alcanzado ese nivel de coherencia.
Este es uno de los puntos esenciales que aprender de las abejas.
Estos
 pequeños insectos son determinantes en el equilibrio de
 la vida sobre la Tierra.
 De su actividad y del buen funcionamiento de las colmenas dependemos
 muchos otros seres vivos. Básicamente todo lo que aportan es
 positivo y sus beneficios son innumerables. Veamos más
 detalladamente todo lo que deberíamos aprender de las abejas.
“Si la abeja desapareciera de la superficie del globo, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida: sin abejas, no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres”.
-Albert Einstein-1. Trabajo en equipo, una habilidad que podemos aprender de las abejas
En
 el mundo de las abejas nunca se habla en singular. Cada una de ellas
 hace un aporte individual, pero el objetivo de todas es el bien
 común.
 Las colmenas son estructuras sociales perfectamente organizadas en
 las que cada individuo desarrolla la tarea que le corresponde, de
 manera sincronizada con los demás.
En
 el mundo de los humanos todos dependemos de todos, en realidad. Sin
 embargo, hemos creado la ilusión del individualismo.
 Aunque hasta la ropa que traemos y el alimento que tomamos llega a
 nosotros gracias a los otros, a veces pensamos que nos bastamos con
 nosotros mismos.
Cada
 abeja cumple con un determinado papel en la colmena. No
 hay confusión en
 las funciones: cada una sabe qué tiene que hacer y lo lleva a cabo.
 Esa pequeña sociedad de insectos es bastante compleja. En general,
 hay una reina, los zánganos y las obreras. Sin embargo, estas
 últimas se dividen en nodrizas, guardianas, recolectoras, etc.
El ser
 humano debería aprender de las abejas que en el plano colectivo
 cada quien debe desempeñar un rol. En los humanos es más complejo
 porque podemos cambiar de rol con relativa facilidad. Sin
 embargo, mientras
 estemos desempeñando una tarea específica, lo adecuado
 es concentrarnos 
 exclusivamente en ella.
 Como las abejas.
Cuando
 una abeja recoge el néctar no lo hace para sí misma. Lo hace
 porque es fundamental para la supervivencia de la colmena.
 Las abejas recolectoras viven aproximadamente unos 30 días. El
 tiempo que se requiere para producir la miel es de dos meses. Así
 que ellas mismas no reciben ese fruto de su trabajo. Su generosidad
 es abrumadora.
En
 el mundo actual, los seres humanos difícilmente tienen
 esa generosidad y
 piensan en el colectivo antes que en sí mismos.
 Tanto es así, que hemos hecho imposible la vida para varias
 especies. De la misma manera, en muchos se impone la idea de que es
 válido pasar por encima de los demás, en beneficio propio.
 Teniendo en cuenta esto, ya podrían aprender de las abejas.
Las
 abejas son pequeños insectos con un cerebro prodigioso. A veces
 tienen que desplazarse por largas distancias y aún así encuentran
 el camino de regreso a su colmena. Ellas identifican puntos de
 referencia que les permiten recordar su trayecto. Los
 científicos han descubierto que incluso tienen
 habilidades matemáticas básicas.
El
 ser humano debería entender que ninguna especie animal es tan
 inferior como muchos piensan.
 Es posible que una abeja supere en capacidad de memorizar a muchas
 personas que tienen que anotar todo en un papel para recordarlo. Las
 abejas nos enseñan a admirar la vida en todas sus formas.
Los
 zánganos dentro de la colmena son eso: zánganos. Son los machos y
 su papel es fecundar a la reina. No
 tienen que trabajar como las obreras, pero eso no significa que sus
 privilegios no tengan un precio.
Por un
 lado, solo el más fuerte de ellos logra fecundar a la reina, pero
 al hacerlo, muere. Los demás son expulsados de la colmena y deben
 vagar hasta ser aceptados en otra. Además, si
 las condiciones se ponen difíciles en invierno, son los zánganos
 quienes deben irse y
 básicamente quedan condenados a morir.
Esta
 forma de organización implica entonces un cierto sentido de
 justicia. Los
 privilegios y los deberes se reparten en una forma equitativa.
 Mucho tendríamos que aprender de las abejas en el mundo humano,
 donde la injusticia y
 la desproporción en algunas casos son la norma.

No hay comentarios:
Publicar un comentario