MADUREZ
PSICOLÓGICA
El
arte de vivir en paz con lo que no podemos cambiar
La
madurez psicológica se puede definir de muchas formas, pero el
escritor escocés M. J. Croan resumió a la perfección este
concepto: “La
madurez es cuando tu mundo se abre y te das cuenta que no eres el
centro de él”.
Madurar
significa salir de nuestra visión egocéntrica para comprender que
existe un mundo más amplio y complejo, un mundo que a menudo nos
pondrá a prueba y que no siempre satisfará nuestras expectativas,
ilusiones y necesidades. Y sin embargo, cuando maduramos somos
capaces de vivir en paz en ese mundo, aceptando todo aquello que no
nos gusta pero que no podemos cambiar.
►Negar
la realidad: Un mecanismo de afrontamiento inmaduro e inadaptativo
La
negación es un mecanismo de afrontamiento que implica negar
fervientemente la realidad, a pesar de los hechos. Generalmente este
mecanismo se pone en marcha por dos motivos:
1.
Porque nos aferramos a unas ideas rígidas que no queremos cambiar o,
2.
Porque no contamos con los mecanismos psicológicos necesarios para
afrontar la situación.
En
ambos casos, negar la realidad nos permite reducir la ansiedad ante
una situación que nuestro cerebro emocional ya ha catalogado como
particularmente inquietante o incluso amenazante. El problema es que
la realidad siempre gana.
Si
un acosador nos aborda en medio de la calle, no cerramos los ojos
repitiéndonos mentalmente: “¡Esto
no está ocurriendo!”.
Comprendemos que estamos en peligro y escapamos o pedimos ayuda. Sin
embargo, no reaccionamos de la misma manera con el resto de las
situaciones de nuestra vida. Cuando algo no nos gusta, nos decepciona
o entristece, ponemos en marcha el mecanismo de negación.
Negar
vehementemente los hechos no hará que cambien. Al contrario, nos
conducirá a tomar decisiones poco adaptativas que pueden terminar
causándonos más daño. La persona madura, al contrario, acepta la
realidad, no con resignación sino con inteligencia. De hecho, el
psiquiatra alemán Fritz Kunkel dijo que “ser
maduro significa encarar, no evadir, cada nueva crisis que viene”.
►El
arte de encontrar el equilibrio en la adversidad
“Érase
una vez un hombre a quien le alteraba tanto ver su propia sombra y le
disgustaban tanto sus propias pisadas que decidió librarse de ellas.
“Se
le ocurrió un método: huir. Así que se levantó y echó a correr,
pero cada vez que ponía un pie en el suelo había otra pisada,
mientras que su sombra le alcanzaba sin la menor dificultad.
“Atribuyó
el fracaso al hecho de no correr suficientemente deprisa. Corrió más
y más rápido, sin parar, hasta caer muerto.
“No
comprendió que le habría bastado con ponerse en un lugar sombreado
para que su sombra se desvaneciera y que si se sentaba y se quedaba
inmóvil, no habría más pisadas”.
Esta
parábola de Zhuangzi nos recuerda una frase de Ralph Waldo Emerson:
“La
madurez es la edad en que uno ya no se deja engañar por sí mismo”.
El escritor se refería a ese momento en el cual somos plenamente
conscientes de los mecanismos psicológicos que ponemos en marcha
para lidiar con la realidad y proteger nuestro “yo”, a ese
momento en el que nos percatamos que la realidad puede ser difícil
pero que nuestra actitud y perspectiva son dos variables esenciales
en esa ecuación.
Por
eso, la madurez psicológica pasa inevitablemente por el
autoconocimiento, implica conocer las zancadillas
mentales que nos ponemos para no avanzar,
los mecanismos que usamos para evadirnos de la realidad y las
creencias erróneas que nos mantienen atados.
Ese
conocimiento es básico para lidiar con los problemas y obstáculos
que nos pone la vida. Por desgracia, hay personas que, como el hombre
de la historia, nunca llegan a alcanzar ese nivel de autoconocimiento
y terminan creando más confusión y problemas, alimentando la
infelicidad y el caos interior.
Alcanzar
la madurez psicológica no implica aceptar pasivamente la realidad
asumiendo una postura resignada sino ser capaces de mirar con otros
ojos lo que sucede, aprovechando ese golpe para consolidar nuestra
resiliencia, conocernos mejor e incluso crecer.
William
Arthur Ward dijo: “Cometer
errores es humano y tropezar es común; la verdadera madurez es ser
capaz de reírse de sí mismo”.
Ser capaz de reírnos de nuestros antiguos temores porque ahora nos
parecen grotescos, de nuestras preocupaciones magnificadas y de esos
obstáculos “insalvables” que en realidad no eran, es una enorme
muestra de crecimiento. Reírnos de nuestras viejas actitudes y
creencias no solo significa que forman parte del pasado, sino que han
dejado de tener cualquier influjo emocional sobre nosotros.
La
verdadera madurez psicológica llega cuando practicamos la aceptación
radical,
cuando miramos a los ojos la realidad y, en vez de venirnos abajo,
nos preguntamos: “¿Cuál
es el próximo paso?”.
Eso significa que, aunque la realidad puede ser dolorosa, no nos
quedamos atrapados en el papel de víctimas sufriendo inútilmente
sino que protegemos nuestro equilibrio emocional adoptando una
actitud proactiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario