Las
frases de Alan Watts son una invitación a la reflexión más
profunda,
esa en la que todo y nada ejercen como la combinación perfecta para
descubrir aquello que es imposible atrapar con las palabras. Se trata
de sentencias capaces de sacudir nuestra concepción del mundo, la
vida y las relaciones para llevarnos hasta el abismo fecundo del
propio ser.
Alan
Watts (1915 – 1973) fue un un filósofo, escritor y conferenciante
británico conocido
por su interpretación de la filosofía oriental, además de por su
interés en difundirla y acercarla al mundo occidental. Fue un hombre
de lucidez provocadora, a la que combinaba de manera sencilla -y a la
vez mágica- con la ironía y el sentido del humor. El objetivo:
estimular la reflexión sobre la existencia, generando interrogantes
capaces de romper esquemas y deconstruir realidades.
Watts
escribió más de 25 libros y un gran número de artículos sobre
temas relacionados con la identidad,
la búsqueda de la felicidad, la conciencia, el zen, la naturaleza de
la realidad y el amor en su sentido más amplio y profundo. Algunas
de sus obras más conocidas son La
sabiduría de la inseguridad (1951)
, El
camino del zen
(1957) y El camino del Tao (1975).
En
este artículo os dejamos una pequeña selección de las mejores
frases de Alan Watts que son
todo un reto para aquellos que les encante navegar por el océano de
la existencia y
un regalo del que disfrutar para sentirnos más vivos.
La trampa del pensamiento
“Una persona que piensa todo el tiempo, no tiene más en qué pensar que en los pensamientos mismos, de esta manera pierde el contacto con la realidad y está destinado a vivir en un mundo de ilusiones”.
Podemos
ser dueños o esclavos de nuestros pensamientos, de nosotros depende.
Porque,
aunque el pensamiento no sea malo por sí mismo, puede volverse
peligroso cuando nos aferramos a él y nos perdemos en los círculos
viciosos de las creencias.
Ser
infalibles, perfectos, alimentar una única concepción del mundo, y
por lo tanto de verdad, creer férreamente que los demás no pueden
fallarnos, y si lo hacen expulsarlos de nuestro lado, son solo
algunas de las formas
más comunes de alejarnos de la realidad y alimentar nuestro propio
sufrimiento.
El
pensamiento es una herramienta muy poderosa que hay que saber
dominar,
utilizar con moderación y podar cuando despliegue sus artimañas
para confundirnos e inducirnos al autoengaño. Para Alan Watts no hay
mejor forma de gestionarlo que rendirnos a la evidencia del presente,
a la conexión profunda con lo que estamos siendo y sintiendo ahora.
Los límites de las palabras
“Las palabras no pueden expresar más que un pequeño fragmento del conocimiento humano, porque lo que podemos decir y pensar es siempre inmensamente menor de lo que experimentamos”.
El
lenguaje es un instrumento social, una
herramienta inventada por el hombre capaz de generar realidades que
faciliten el entendimiento -y lo dificulten también, en función del
caso-. Su riqueza nos permite una gran precisión, pero que tiene sus
límites. Porque a
veces, las palabras ya sean habladas o escritas no son
suficientes para
darle una resolución aceptable a lo que sentimos, de manera que los
demás lo puedan ver.
El
problema es quedarnos en el reduccionismo del lenguaje y dar por
sentado que no podemos ir más allá. Sería
algo así como permanecer miopes al mundo de lo sensible, de la
experiencia y
esto tan solo es vivir a medias o incluso, mucho menos. De ahí que
Alan Watts mostrase su preocupación por este tema.
El secreto del camino
“El significado y el objetivo de danzar es la danza. Igual que la música, se realiza plenamente en cada momento de su curso. No se toca una sonata para llegar al acorde final, y si el significado de las cosas estuviera simplemente en los finales, los compositores solo escribirían últimos movimientos”.
Esta
es una de las frases de Alan Watts que pude generar sabrosos frutos
si la sembramos en nuestra memoria. El
disfrute del camino es
mucho más enriquecedor que la consecución de cualquier éxito u
objetivo. La
experiencia de cada instante, la conexión con el presente es lo que
nos proporciona la conciencia de la existencia real.
Algunos
y algunas tenemos la mala costumbre de obsesionarnos con los finales,
de saborear la cima sin tener en cuenta el recorrido. Este mal hábito
no deja de ser un juicio injusto: con
la ignorancia del sendero que nos ha llevado a la meta, también
queda opacado el esfuerzo que hemos realizado.
La importancia del presente
“Si mi conciencia del futuro y del pasado me hace menos consciente del presente, debo empezar a preguntarme si estoy viviendo de veras en el mundo real”.
El
presente es un tema tan recurrente en la historia como despreciado en
la misma.
Por esta razón no deberíamos dejarlo pasar de largo. Cuando un tema
se repite tanto en la historia y es mencionado por personalidades con
ideologías tan dispares, no deberíamos ignorarlo, todo lo
contrario. De algún modo significa que es una de nuestras
asignaturas pendientes.
Vivimos
perdidos en el laberinto que une el pasado y el futuro sin
tener conciencia que somos poseedores de la llave que nos abre la
puerta de salida: el presente. En general, hacemos bien eso de
relatarnos historias pobladas de miedos, preocupaciones y
culpas. Deambulamos cabizbajos y agotados en lo que un día fue
y en lo que otro será. Sin embargo, solo cuando logremos estar
presentes, seremos capaces de experimentar nuestra existencia más
real.
El gran valor del desapego
“El desapego significa no sentir ningún remordimiento por el pasado ni miedo por el futuro; dejar que la vida siga su curso sin intentar interferir en su movimiento y cambio, sin intentar prolongar las cosas placenteras ni provocar la desaparición de las desagradables. Actuar de este modo es moverse al ritmo de la vida, estar en perfecta armonía con su música cambiante, a esto se llama iluminación”.
Aferrarnos
a las cosas, situaciones y personas es levantar muros que impiden el
arte de fluir con la vida a cambio del sufrimiento. Alimentar
las ideas de pertenencia, de control y poder nos aleja de nuestra
esencia más genuina para
ubicarnos en el universo terrenal de lo material y en la dualidad
del placer-displacer.
Sin
duda esta es una de las frases de Alan Watts en la que podemos ver
reflejado su conocimiento sobre la filosofía oriental. Debemos
olvidar esa idea de que algo o alguien nos pertenece porque de lo
contrario nos convertiremos en víctimas del miedo a la pérdida y
esto tan solo nos llevará a sumergirnos en una espiral de
sufrimiento.
El
arte de saber
renunciar es
la clave para desligarnos de las trampas de las expectativas y el
deseo. Y
una vez conseguido, será mucho más fácil conectar con un estado
de plenitud y armonía.
El valor de la impermanencia
“Cuando más tiende una cosa a ser permanente, más tiende a carecer de vida”.
Otra
de las frases de Alan Watts que merece la pena grabarse a fuego en
la mente. La impermanencia o anicca es
la ley de la temporalidad, esa que afirma que nada
permanece porque todo está en constante
cambio. A
pesar de que hoy nos parezca igual que ayer, existen diferencias,
pero no solo a nuestro alrededor, sino también en nuestro interior.
Aceptar
la impermanencia,
integrarla como parte de nuestra filosofía de vida, es
el primer paso para liberarnos de los engaños del deseo, el ego, la
ignorancia y la pasión desenfrenada por
las experiencias sensitivas. Estas dos frases de Alan Watts nos lo
recuerdan.
“La mayoría de las actividades humanas está diseñada para hacer permanentes las experiencias y alegrías que solo son adorables porque están cambiando”.
La incoherencia de la seguridad
“Es inútil decir que no deberíamos querer la seguridad. Hemos de descubrir que no existe la seguridad, que buscarla es doloroso y que cuando imaginamos haberla encontrado, no nos gusta. Lo principal es comprender que no hay ninguna seguridad”.
Detestamos
la incertidumbre y todo lo que ella conlleva, como no tener control.
El problema es que no
sabemos -o ignoramos a ratos- que no hay nada seguro a nuestro
alrededor, de manera que hay mucho de ilusión en todo cuanto
creemos.
De hecho, en cuanto comenzamos a creer en la seguridad creamos la
posibilidad de sufrir por algo, de entregarnos a la telaraña de las
necesidades y los miedos.
Algunas
de las frases de Alan Watts de su obra La
sabiduría de la seguridad nos
hacen reflexionar sobre este tema. Por ejemplo, en una de ellas
expresa “si para disfrutar de un presente agradable debemos tener
la seguridad de un futuro feliz, estamos pidiendo la luna”. ¿Por
qué? Porque, como ya hemos dicho anteriormente, en buena medida
carecemos de certeza, lo que nos abre la puerta para gozar de la
incertidumbre. Así, es
inevitable que sintamos dolor, que nos decepcionemos y
que en ocasiones, naveguemos por mares enfurecidos de sufrimiento.
Creer
protegernos tras el escudo de la seguridad no es más que un
espejismo, una
alucinación que nos sirve a corto plazo pero que a la larga tiene
sus consecuencias. De hecho, cuanta más seguridad busquemos, más
sufriremos. Porque nada es estático, todo tiende al dinamismo, al
movimiento, al cambio y por ello, a la probabilidad de no
permanecer.
El concepto de
interdependencia
“Cada persona es una manifestación única del todo, ya que cada rama es una extensión particular del árbol”.
Esta
es una de las frases de Alan Watts más conectada con la filosofía
budista y
con uno de sus conceptos fundamentales: la interdependencia. Según
el budismo, todo
elemento nace ya dependiendo de otro, es
decir, las cosas existen dependiendo unas de otras por causas y
condiciones que están en constante flujo, interactuando entre sí.
Y por lo tanto, estarían vacías por sí mismas. Desde esta
perspectiva, el hecho de que las cosas existan de alguna manera y
podamos interactuar con ellas conlleva que carezcan de una
existencia inherente.
Quizás
sea un concepto complejo de comprender en un primer momento, ya que
de algún modo marca el movimiento y la interacción como condición
fundamental para la conciencia de la existencia. Así, cuando nos
sumergimos en la dualidad, cuando
nuestra mente crea la separación de entidades y
se sumerge a su vez en la identidad personal, entonces
se vuelve posible el sufrimiento.
Como
vemos, las
frases de Alan Watts son un valioso legado para reflexionar y
despertar conciencias. Se
trata de sentencias que invitan a ampliar nuestro espectro visual y
mental para ir más allá. Una colección de pequeñas píldoras de
sabiduría que tener siempre presentes en nuestro camino de
evolución personal.
Gema
Sánchez
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