Tienes
que llevar tu coherencia hasta las últimas
consecuencias porque
si no, todo lo conseguido hasta ahora pierde fuerza… Se
desequilibra, se va por el desagüe
de tu vida y diluye su intensidad. Si ya sabes quién
eres, no te conformes con algo a medias, ni cierres la puerta a lo
que realmente es para ti porque te asuste levantar la mano y
decir… Yo
quiero. Y
si no quieres, dí que
no. No intentes disfrazarlo con una excusa o suplicar que algún
impedimento caiga del cielo y te libre de estar dónde
no te sientes cómodo,
de ir a dónde
no deseas llegar o de pertenecer a lo que ya no perteneces. No
enturbies tu esencia viviendo a medias ni conquistando metas que no
son tus metas.
Si
has cambiado por dentro, no puedes seguir vistiendo ese traje de “no
merezco” de “es que me da miedo”, ni poniéndote esa máscara
de “perdón por existir”. No puedes meterte donde sabes que no es
tu lugar para satisfacer ilusiones ajenas ni quedarte a un paso de
cruzar la entrada a tu nueva vida… No
puedes anclar tus pasos cuando ya has descubierto que en realidad
eres libre.
No
estás obligado a nada, ni siquiera a seguir buscando, ni a ser feliz
hoy, ni a sentirte de un modo concreto…
Si
ya sabes que eres un ser perfecto en tu imperfección maravillosa, no
sigas usando palabras tristes ni bárbaras para hablarte que dibujan
un destino gris. Que te alejan de definirte como realmente eres y
trazan un mapa de tu vida que siempre se queda corto y nunca te lleva
a destino. Si cuando te miras ya no te ves como un accesorio en tu
vida sino que has decidido ocupar un lugar prioritario y
privilegiado, asume tu poder…
Mira a los ojos y siéntete
cómodo. Protagoniza tu vida sin pedir permiso a aquellos que se creen con
derecho a ponerte marcas en el suelo y decirte por dónde debes caminar. Si ya
has descubierto que tu mundo es el mundo entero, no te escondas en tu rincón
más oculto ni te exijas subir cada día a la montaña más alta porque ya no estás
para eso… Ya no necesitas parecer. Ya eres. Ya pasó ese momento de exigirte demasiado para castigarte y privarte
de lo que amas porque te da miedo incluso decir sí a lo bueno en tu vida.
Si cuando piensas en ti, ya no sientes que duele, suelta ese dolor que
todavía guardas por si vienen malos tiempos… Los malos tiempos son aquellos en
los que tú no estás de tu parte, en los que no te sientes bien contigo, en los
que te pones la zancadilla, pero ahora ya sabes que te tienes que cuidar.
Decide que ya no lo volverás a usar, ni siquiera cuando tengas miedo y te
sientas tentado a volver a tus risas congeladas y tus sueños reprimidos… Cuando
alguien te mire raro y creas que es por ti ignorando que en realidad lo que ven
son sus propios miedos.
Si ya te has encontrado con tu noche más oscura y has sabido descubrir
en ella que esa oscuridad era necesaria para comprender y sentir, no te dejes
amargar por aquellos que todavía no se atreven a mirar en los espejos porque
temen ver su cara.
Si ya te has cosido las heridas, no las reabras porque durante un rato
te parece que era más fácil ser el herido que el héroe, el desgraciado que el
que busca su suerte… No vuelvas a desear que te tengan lástima nunca, porque
crees que no aspiras a inspirar admiración… Ya eres admirable, ya eres grande,
ya eres tú…
Si ya te amas, actúa en consecuencia.
No era quedarse ni irse, era saber
cuál es tu lugar.
No era olvidar, era perdonarse.
No era buscar, era descubrir.
No era estar o no estar, era ser.
No era encontrar las respuestas, era
hacerse las preguntas adecuadas.
El ejercicio no consistía en irse sino en volver. No era aprender sino
olvidar esquemas corruptos, memorias y creencias dolorosas, percepciones
erróneas, angustias intensas… No se trataba de encontrar nada ahí afuera sino
meterse dentro y sentir… No iba de lo bueno o lo malo sino de amar lo que es y
soltar lo que ya no hace falta. Todo eras tú y en ti estaba la respuesta.
Si ya lo sabes, no vuelvas a andar por ahí sin tenerlo en cuenta
porque mereces no olvidarlo nunca.
Si has recuperado tu inocencia, no
permitas que nunca nadie te haga sentir culpable de nuevo, ni siquiera tú.
Mercè Roura
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