30.10.19

Que la vida no tenga sentido no quiere decir que no podamos darle uno

TE HAS PREGUNTADO ¿DE QUÉ VA TU VIDA?
Las personas que tienen una historia son dignas de admiración. No momentos, sino una historia. Es importante que distingamos esto, pues una historia se compone de momentos, pero no todos los momentos hacen una historia. 

Estas personas me parece que tienen vidas fascinantes. Siempre están haciendo algo y siempre tienen algo que contar. Los ojos les brillan como si sus retinas no fueran espejo de la luz de fuera sino ventanas de la luz que llevan dentro.

TU VIDA… ¿DE QUÉ VA? 

El ser humano está hecho para sobrevivir, no para ser feliz. Eso lo sabemos. Para lo primero estamos programados; para lo segundo hay que hacer un esfuerzo para poder cambiar el programa.


Quien quiera entrar en el juego de la felicidad y aspirar a sus frutos, debe asumir ciertas responsabilidades no incluidas en el juego de sobrevivir. Una de ellas es la creación de sentido.

Lo que parece claro es que muy pocas personas saben de qué va su vida. ¿Cómo se llama la película que interpretan? ¿Cuál es su causa? ¿Qué tiene en común todo lo que hacen? ¿En torno a qué amor gira su vida? Lo que hacen, ¿suma para conseguir su sueño? Y lo más importante… ¿Tienen un sueño?

Sumidos en nuestras rutinas, repetimos cada día las mismas acciones hasta que nos parece algo habitual… Vamos al trabajo, quedamos con gente, nos vamos de compras, etc. Así rellenamos (que no llenamos) los días mientras que un vacío persiste dentro de nosotros, creando una sensación de desazón e insuficiencia y unas quejas que vendrían a ser algo así: “Menuda mierda de vida… ¡Mañana más!”.

ASÍ ES EL CONFORMISMO. Lo sabemos pero no nos rebelamos. Mañana más. Intentamos, eso sí, sacar lo mejor de lo peor o, lo que es lo mismo, nos resignamos con elegancia. El conformismo es procurarse un buen sofá en vez de levantarse. Es ignorar que lo único que te falta es un sueño. Y si no te gusta la palabra sueño, usa la palabra ilusión, propósito, causa, por qué o sentido. 
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- Te importaría decirme, por favor, qué camino debo tomar desde aquí?
- Eso depende en gran medida de adónde quieres ir, -dijo el Gato. 
- No me importa mucho a dónde…! -dijo Alicia. 
- Entonces, da igual la dirección. 
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Este conocido fragmento de Alicia en el País de las Maravillas ilustra perfectamente el problema: “Si no sabes a dónde vas, qué más da cuál sea el camino”. Buen slogan para una gran mayoría de seres humanos que no saben muy bien lo que quieren.

CUANDO A LA VIDA NO SE LE DA UN SENTIDO,
NO SE CAMINA, SE DEAMBULA. 

Hay dos formas de vivir: como álbum de cromos o como cuento; como serie o como película; vivir de momentos o vivir una historia. La elección que hagamos marca la diferencia entre una existencia placentera y más o menos divertida o una vida feliz y plena.

Hoy en día lo habitual es optar por la primera vía. Vivimos en la sociedad de lo efímero, de lo nuevo y de lo desechable. Buscamos y tenemos muchas experiencias y momentos, pero desconectados entre sí. Es la sociedad del individualismo y la búsqueda del placer subjetivo. 

Optar por la segunda vía no quiere decir experimentar menos momentos, sino conectarlos entre sí. Es hacerse consciente de que una historia son momentos conectados.

Y en el momento actual que estamos viviendo, Nuestra vida está llena de interferencias, de momentos sin conexión que destrozan nuestro cuento. Por esto, establecer un sentido exige una importante responsabilidad: elegir, priorizar y desechar.

No hagas nada que no contribuya a tu historia. Si tienes que dejar tu trabajo, déjalo; si tienes que dejar a tu pareja, déjala; si tienes que apartarte de algunos amigos, familiares o entornos, aléjate. No cabe duda que será doloroso, pero no permitas que nadie ni nada te haga renunciar a tu historia.

EL SENTIDO ES LO QUE DEFINE SI ERES
CAPITÁN O BARCO, VELETA O VIENTO.”

Quien da un sentido a su vida, sabe encajar las vicisitudes que se presentan. Sabe encajar las dificultades del día a día. Y seguir adelante con la cabeza alta y la autoestima fuerte.

Sé el dueño de tus propias ambiciones.”

Fríamente hablando, la vida no tiene ningún sentido y el universo sigue su curso sin que tú –esa pequeñísima cosa- le importes en absoluto. Ahora bien, que no tenga sentido no quiere decir que no podamos darle uno. Y esta es la primera regla del juego de la felicidad: DAR UN SENTIDO A TU VIDA.

El sentido es lo que diferencia existencia y vida, momento o historia, trascendencia u olvido. Es lo que define si eres capitán o barco, veleta o viento. Es lo que nos permite ser dueños de nuestras propias ambiciones, descubrirnos como directores de nuestra película y, sobre todo, saber cómo se titula.

Solo creando un sentido podemos conectar nuestros momentos para convertir nuestra vida no en una suma de instantes, sino en una experiencia unificada, en una gran historia, pues solamente si sabemos a dónde vamos podemos saber qué elementos y que personas sobran para llegar donde queremos.

Solo así podremos eliminar las tomas falsas de la película de nuestra historia para escribir y disfrutar un guion inolvidable para nosotros y todos aquellos que vean nuestra película.

Por ese motivo será bueno que busques un momento de paz y te preguntes: ¿Cómo se llama mi película?


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