SE ACERCA UN NUEVO TIEMPO
El “tiempo del corazón”
Observo señales suficientes como para sentir que,
tras el actual alejamiento de nuestro interior, alejamiento en el que olvidamos
vivir y sentir desde la intimidad emocional, el “tiempo del corazón” cada vez
está más cerca.
Se trata éste de un tiempo en el que un número
cada vez más creciente de seres humanos comienza a sentir, pensar y comunicarse
desde lo profundo de su mundo interior.
En realidad, todos sabemos que no existe mayor
transformación social y personal que aquella que nace desde el interior del ser
humano. Es por ello que para construir la nueva visión que lucha por
expresarse, tendremos que partir de la base y comenzar por una urgente
revolución del pensamiento y la educación.
Una revolución tan imparable como silenciosa, y a
su vez inspirada por los seres que están despertando, revolución que trata de
recuperar el significado vivencial de la trascendencia.
Es evidente que cada
día y de forma espontánea, nacen grupos de trabajo con un expandido nivel de
conciencia, grupos comprometidos en la elaboración de programas educativos,
programas enfocados a superar la sordera cotidiana de un mundo adormecido por
el tener más, en el marco de una sociedad empobrecida y ruidosa.
Llegados a este punto cabría preguntarse dos
cosas:
1.- ¿qué pasa en el mundo que el hecho de
detenerse y escucharse, suena como algo extraordinario?
2.- ¿es que adaptarnos a las nuevas tecnologías
pasa por dejar de vivir desde dentro para vivir desde fuera?
Conformamos una sociedad que no echa de menos
noticias realmente interesantes y enriquecedoras, noticias que facilitan los
propósitos esenciales de la condición humana. Parece que tales informaciones
que se apartan del juego del poder y de la última desgracia, no interesan en la
lectura de la vida cotidiana. En realidad, hemos creado una sociedad en la que
consumimos ávidamente noticias de violencia y testosterona.
Ante este panorama, uno siente que quizá algo
tendrá que cambiar. Habrá primero que reeducarnos nosotros, y más tarde, educar
a los que vienen por lo que escribimos y decimos.
Educaremos en la naturaleza, considerando al
silencio que de ella emana como la primera y fundamental escuela. Fomentaremos
la posibilidad del diálogo en serenidad y calma. La nueva educación cultivará
la milenaria cultura de la meditación, una cultura que devolverá el goce de la
escucha profunda y la paz de saberse en el proyecto de vivir compasiva y
creativamente la vida que nos toca.
Para ello, fomentaremos la enseñanza no solo con
lecturas para entender y memorizar, sino con símbolos y metáforas, todo ello a
través de un innovador “sistema de enseñanza” con dinámicas que superen esa
mentalidad única del “nunca es bastante”, mentalidad basada en la eficacia, en
el individualismo y en la competencia. Generaremos en las aulas la noble
humildad que conlleva el hecho de pedir ayuda, y valorar los apoyos que ofrecen
las personas más adelantadas en el aprendizaje.
Una nueva educación donde se enseñará la
respiración consciente, la concentración, la observación y el silencio,
capacidades que permitan el despliegue de la atención hacia la escucha interna.
Desarrollaremos asimismo la inteligencia
transpersonal, enseñando la práctica del sano interiorismo que nos conduce al
autodescubrimiento y a las íntimas certezas. Al parecer, la manifestación de
esta inteligencia permite aflorar la “alegría sin causa” en el proyecto
creativo de la vida, un proyecto en el que se asumen responsabilidades, y se
expresa una personalidad entusiasta, compasiva, pacífica y sincera.
Educaremos en el desarrollo de la capacidad de
asombro, y enseñaremos cómo identificar las emociones y los sentimientos del
niño, de manera que cada uno de ellos, sin juicios de valor, permitan un mayor
conocimiento de su propia persona.
Apoyaremos asimismo el desarrollo de la empatía,
de la capacidad de admirar, de agradecer y de escuchar. En realidad, esta
educación que fundamenta al educador y el educando, valorará la creatividad de
dentro a fuera, y el constante contacto con el sentir, el sentir de un fluir
que nos ayuda a vivir con una mente centrada y unificada en la riqueza de la
diversidad psicológica.
En los nuevos programas educativos será el
desarrollo de las principales virtudes y fortalezas lo que propiciará la puesta
en escena de seres emocionalmente maduros, seres entrenados en aplicar el
pensamiento positivo sobre lo que acontece en sus mentes, seres que sabrán
abrazar su sombra e incorporar el silencio en el seno de una cultura que sabe
aprender del dolor y se reconoce desde el alma.
Con esta revolución educativa, los futuros
habitantes de este planeta experimentarán una vida significativa, es decir, una
vida plena de sentido, una vida emprendedora de proyectos que generen la
satisfacción de servir a la humanidad.
Cuando esto suceda sabremos que ya estamos en el
tiempo del corazón.
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