Anticipar cosas que aún no han sucedido es una forma de sufrimiento muy
común. En lugar de imaginar todo lo malo que puede suceder mañana, céntrate en
transformar tu presente; al fin y al cabo, las auténticas oportunidades se
inscriben en el aquí y ahora.
Evita predecir el futuro. Piénsalo bien, no
tienes una bola de cristal, ni tampoco te queda cerca un templo donde las
sibilas te susurren a cada instante qué va a pasar mañana o pasado. No lo
hagas, deja de anticipar cosas que aún no han sucedido porque no hay mayor
irracionalidad que torturarse por un horizonte inventado, creado solo por un
enfoque mental llevado por la ansiedad.
Lo sabemos, es muy fácil decirlo, pero casi imposible controlar el flujo
automático de los pensamientos. Ojalá en materia de bienestar mental pasara
todo por el simple autoconvencimiento, por chasquear los dedos y dejar de hacer
eso que tanto sufrimiento nos suscita.
Tristemente, no funciona así y lo
más común es pasar épocas en las que tengamos la sensación de haber quedado
atrapados por el laberinto de la preocupación y el torbellino del
pensamiento excesivo.
Decía el psicoterapeuta Albert Ellis en
su libro Usted puede ser feliz, que las personas tendemos a
instaurar hábitos autodestructivos en nuestra vida casi sin darnos cuenta.
Anticipar lo que va a pasar e imaginar lo peor,
es una costumbre muy nuestra. Desactivar dicho hábito de nuestro
universo mental no es sencillo porque a menudo, lo llevamos aplicando desde que
tenemos uso de razón.
No obstante, puede conseguirse. Conozcamos más datos sobre este tema.
En lugar de predecir el futuro, transforma tu presente
Cuando percibas que has entrado en ese bucle en el que tus pensamientos no
hacen más que predecir el futuro sobre lo que pasará o dejará de pasar, haz una
cosa muy sencilla: toma aire en profundidad y después exhala. No hay
mejor forma de aferrarse al presente que tomar conciencia de nuestra respiración.
Estás hecho de carne, huesos y un cerebro que a
menudo va más rápido que la vida. Sin embargo, tu cuerpo
y tu mente te necesitan aquí y ahora. Debes respirar profundo e inyectar calma
a ese abdomen en el que se arremolinan los nervios, equilibrio a esos músculos
entumecidos y paz a esa mente en la que las cefaleas vienen y van.
Las mentes ansiosas tienen un sistema atencional
hiperactivo que todo lo tensiona y deforma. Filtramos los eventos
futuros a través del negativismo y todo nuestro organismo se activa para entrar
en modo de alerta. Es como estar esperando una amenaza; nuestros sentidos se
agudizan y el cuerpo se prepara para lo que tenga que llegar (sea real o
imaginario). De ahí los dolores musculares, el malestar, el cansancio casi
perpetuo.
Predecir el futuro es una forma de sufrimiento devastadora. Sin embargo, ¿por qué lo hacemos? ¿Tiene alguna utilidad
este tipo de pensamiento?
Evidentemente, no.
Céntrate en el presente dándote lo que necesitas
La vida real acontece en el presente inmediato; rara vez habitamos en esa
esfera temporal. La mente humana
es una acróbata incansable: salta de aquí allá, del pasado al futuro.
A menudo, le da por recordar el ayer y centrarse en esos fallos cometidos,
en esas oportunidades perdidas, en los sueños no cumplidos… Segundos después, y
con una rápida pirueta, se traslada al futuro para danzar por todo tipo de
escenarios posibles sobre lo que puede ocurrir y lo que no.
Hay que entrenar el enfoque mental para que se amarre al presente, al aquí
y ahora. No obstante, en ocasiones, esa realidad que nos
envuelve puede ser compleja, delicada y definida por una constante incertidumbre.
¿Qué podemos hacer entonces cuando lo que tenemos ante nosotros está teñido
por la dificultad? La respuesta es sencilla: debemos darnos lo que necesitamos.
Estas serían las estrategias:
- No anticipes nada, céntrate solo en analizar de manera objetiva qué sucede y qué es lo
que deberías hacer aquí y ahora para sentirte bien.
- A veces, lo que demanda de ti la realidad inmediata es que actúes. Y si es así, no postergues nada. Reacciona, movilízate, transforma,
sé proactivo.
- En otras ocasiones,
por llamativo que te parezca, lo mejor es no hacer nada. Solo aceptar, asumir esa nueva realidad y cuidarte. ¿De qué manera?
Descansando, aceptando tus emociones, manteniendo la calma.
Deja de predecir el futuro y atrévete a crearlo
Hay quien dice que vivimos en la era de la distracción; otros, en el tiempo
de la preocupación constante. Sea como sea, hay algo innegable y es que el mañana nos inquieta.
La obsesión por predecir el futuro es un intento casi desesperado de la
mente por tener las cosas bajo control. Si yo anticipo lo que puede pasar
dentro de unos días o unos meses puedo prepararme para ello.
Sin embargo, el problema llega cuando siempre «me estoy preparando para
lo peor«. El nivel de ansiedad se
retroalimenta. Esta no es una buena estrategia.
Dejar de predecir el futuro debería ser sin duda nuestro mantra de salud
mental. En su lugar, es recomendable proponernos otro enfoque: transformar
nuestro presente para que el mañana nos sea más propicio.
Céntrate menos en lo que sucede en tu mente y más
en lo acontece a tu alrededor, aquí y ahora. Es ahí donde surgen las oportunidades, ahí donde más te necesitas a
ti mismo. Como dijo Mark Twain una vez, «he tomado contacto con infinitos
problemas, pero en realidad ninguno de ellos llegó a suceder de verdad«.
En muchas ocasiones, entender
que nuestros pensamientos nos engañan nos permitirá desplazar la atención hacia
lo que ocurre frente a nosotros. Nos necesitamos en este
mismo instante y debemos darnos respuestas de autocuidado, de equilibrio y
calma, de conexión, de creatividad…
El arte de controlar el pensamiento y la atención
requieren tiempo y voluntad. Si lo logramos, los efectos
son terapéuticos. Empecemos hoy mismo esa labor tan decisiva.
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