El desafío de no ser como todos
Cuando eres tú mismo, reluces. En el momento en que te atreves a tomar tus
propias decisiones y a decir aquello que siente tu corazón, no solo te sientes
más libre, además, tomas las riendas de tu destino y también de tu felicidad.
El valor de ser tú no tiene precio, pero implica cierto esfuerzo. Significa que debes ser capaz de quererte como mereces, vivir a tu manera y dar
un significado propio a tus experiencias y no el que te marcan otros. Implica
recordar que eres libre para tomar las decisiones que consideres, de pensar,
sentir y entender la realidad como creas y desees.
Decía Mark Twain con
gran acierto que «no hay peor soledad que la de no estar bien con
nosotros mismos». Esa es, sin duda, la realidad más triste de las
catástrofes que puede experimentar el ser humano: no sentirse bien en la propia
piel, no ser capaz de apreciar lo que uno es. Desgraciadamente, este es un
hecho que se ve con frecuencia, tanto en niños, adolescentes como en adultos.
Si nos cuesta tanto ser valientes y demostrar al mundo lo que somos es
porque no somos capaces de querernos como merecemos. El primer paso en la
aventura de la vida es revestir mente y corazón de ese material primigenio que
todo lo une, que todo lo reparara y fortalece: la autoestima. Sin ella estamos
perdidos. Sin esa competencia psicológica todo falla y se viene abajo.
El valor de ser tú en un mundo que desea que seas como todos
A menudo nos dicen aquello de que «ser como todos es aburrido». Esta frase
hecha y popular podría matizarse mucho más, porque lo que de verdad
genera el querer ser como los demás es sufrimiento.
Aun así, es a lo que sigue aspirando una buena parte de la población: a ser
como ese referente de moda, a imitar el peinado y vestuario de ese instagrammer, a
comportarse igual que lo hace el chico o la chica más popular del instituto.
En ese intento desesperado por ser «como todos» no buscamos solo hacer lo
que el otro hace o tener lo que el otro tiene. Aspiramos también a formar parte
del grupo, ser uno más, lograr la aceptación y sentirnos seguros. Porque si hay
algo que descubrimos desde bien temprano es que ser diferente es una osadía.
El que se atreve a ser único y desafiar lo normativo o lo que está de moda,
acaba siendo criticado, señalado y hasta condenado al ostracismo; a esa soledad
en la que mantenerse al margen del grupo.
Quizá, por ello, desde que somos niños intentamos recortar nuestras
singularidades. Escondemos lo que nos hace únicos y nos esforzamos por
encajar, aunque sea a la fuerza y a regañadientes porque disolver nuestro
ser original, no salvaguarda de la soledad y la incomprensión. Poco a poco y en
ese esfuerzo obstinado se nos escapan la alegría, la originalidad y hasta la felicidad.
Son muchas las personas que están hechas de historias tristes, de
experiencias de sufrimiento porque decidieron en un momento dado dejar de ser
ellas mismas para ser como los demás. Y fue así como llegó el vacío, la
insatisfacción, la angustia. No obstante, siempre estamos a tiempo de cambiar.
El valor de ser tú no tiene precio y es algo que puedes empezar a conseguir
hoy mismo.
El valor de ser tú empieza cultivado la autoestima
Lo señalábamos al inicio. Si tuviéramos que destacar una competencia
psicológica esencial para el ser humano, esta sería sin duda la autoestima. Practicarla, no se limita solo a
querernos mucho. Se trata de «querernos bien» y esto significa lo siguiente:
- Saber lo que
necesitamos en cada momento y saber dárnoslo.
- Entender que la
felicidad también va de saber poner límites. Tener claro qué
merecemos y qué no, saber a quién queremos en nuestra vida y a quien no,
también es autoestima.
- Ser capaces de
superarnos a nosotros mismos para lograr algo también se relaciona con
esta dimensión. Es ser capaces esforzarnos para ser felices, para darnos
lo que merecemos.
- La autoestima
saludable tiene una norma: querernos en todos los sentidos,
emocional, social y físicamente. Sin embargo, nunca deberemos concebirnos
a nosotros mismos como personas que están por encima de los demás. La
autoestima excesiva lleva al narcisismo.
El valor de ser tú es recordar que eres único
Eres único. Y no solo por tu aspecto físico, por esos matices especiales
que te diferencian del resto. Eres único porque piensas por ti
mismo, porque ves y sientes el mundo de una manera especial y no como
los demás. El valor de ser tú implica ser consciente también de tu potencial,
de que eres libre para tomar las decisiones que desees y de mostrarte al mundo
como tú creas y necesites.
- Exprésate con
respeto, pero levanta tu voz y deja que te
escuchen sin miedo. Tu opinión siempre importa.
- No eres solo lo que
haces. No te define solo si eres cajero de supermercado, cartero,
veterinario o profesor de universidad. Eres mucho más que aquello que
dicen tus títulos o tu nómina de cada mes. Tú eres tus sueños, tus
experiencias, tus aficiones y tus ilusiones. El valor de ser tú
pasa también por recordar que no eres solo una faceta de tu vida: eres más
grande por dentro que por fuera y estás lleno de potencial.
Para concluir, en el viaje de la vida ninguna empresa es tan
importante como aprender a ser nosotros mismos en cada etapa, en cada
circunstancia y reto que tengamos por delante. Solo entonces actuaremos en
consecuencia siendo dueños de nuestro destino… Y de la felicidad.
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