Al final lo harás, saldrás adelante, pero no sin antes darte el tiempo suficiente para sanar la herida, atenderte y clarificar con seguridad qué es lo que quieres en tu vida.
Nos lo decimos muy a
menudo, en momentos de crisis, de cambios y de adversidad solo hay
una opción posible: salir adelante. Nos autoconvencemos de ello e
intentamos reanudar nuestras vidas, recuperando espacios, asumiendo
responsabilidades y focalizándonos en pasar página creyendo que todo va bien
cuando, en realidad, no siempre es así.
«Keep Calm and Carry
On» decían aquellos panfletos que
se diseñaron en Reino Unido en 1939, con el fin de
animar a la población ante una invasión inminente durante la Segunda Guerra
Mundial. Curiosamente, nunca llegaron a usarse, hasta que en el año 2000 y, a
raíz de un hallazgo casual, empezaron a lanzarse al mercado como elemento
decorativo y motivacional.
La verdad es que fue un
acierto que aquellos mensajes no llegaran a la población británica en semejantes
momentos. Es más, el Ministerio de información británico cayó en la cuenta de
que aquella frase, mantén la calma y sigue adelante, era
paternalista, vacía y nada oportuna.
La sociedad sabía que los bombardeos eran
inminentes. No se le podía pedir a la gente que siguiera adelante cuando el
problema como tal aún no había ni empezado.
Lo mismo nos sucede a
nosotros en muchas ocasiones. Nos repetimos la frase de que hay que seguir, de
que hay que avanzar cuando aún no hemos superado siquiera aquello que duele,
aquello que ha distorsionado nuestra realidad. Nadie puede poner un pie delante de otro cuando la mirada sigue anclada
en un pasado que duele y en un presente lleno de necesidades
no atendidas.
Hay que salir adelante,
pero no sin antes darte tiempo y resolver el nudo del presente
El mundo parece caótico en el presente. Algunos
definen estos tiempos como unos días distópicos, otros como una época llena de
incertidumbres y cambios y, una buena parte de las personas, no lo ven de
ningún modo. Sencillamente, se limitan a sobrevivir, adheridos a la ansiedad,
al no saber qué está pasando o qué va a pasar.
Habrá que salir adelante
en algún momento, es obvio, pero tal vez sea más prudente quedarnos quietos un
tiempo y atender prioridades. En especial las relativas a la salud mental.
Señalaba Rollo May,
psicólogo existencialista, que las personas tenemos una curiosa
característica. Cuando más perdidos nos sentimos, más deseamos correr.
Es decir, en momentos de crisis, en esas épocas en que muchos de nuestros
significados vitales se están quebrando o cuando las dificultades queman en
exceso, más ansiamos pasar página, avanzar. Es como si al poner distancia del
problema, este se resolviera por sí mismo.
Salir adelante no es
escapar. Tampoco es intentar volver a la cotidianidad con
todas nuestras fuerzas aun sabiendo que no estamos bien, que la angustia pesa
en exceso, que el estrés desdibuja nuestra realidad. Decía Carl Jung que
hasta la vida más feliz pasa por épocas de oscuridad. Es en esos días
cenicientos cuando más debemos atendernos, sin prisas, sin saltarnos etapas,
permitiéndonos estar presentes.
Tu capacidad para actuar
es limitada, a veces hay que saber detenerse un tiempo determinado
Roy F. Baumeister uno de
los psicólogos sociales más conocidos ha publicado más de 500 artículos
científicos y más de 30 libros. En una de sus
investigaciones evidenció algo interesante en relación a este
tema: a las personas nos cuesta mucho actuar, decidir e incluso pensar cuando
pasamos por momentos complicados. Es más, ese agotamiento emocional hace que acabemos actuando por impulsos.
Es como si una voz
interna nos dijera «de acuerdo, estás pasando por un mal momento, pero
lo que toca ahora es seguir adelante como sea y a toda costa». Y ese como
sea no es una buena opción ni la mejor respuesta. Si estamos en una circunstancia
estresante lo mejor es detenernos y quedarnos un tiempo limitado en una
zona segura, en esa zona de confort mental desde donde recomponernos y clarificar prioridades.
Más tarde, actuaremos.
Porque si es nocivo pasar página demasiado pronto, también lo es estancarnos de
manera crónica y no avanzar.
A pesar de todo, lo
lograrás, podrás salir adelante
Lo harás, podrás salir
adelante. Porque la vida y
la mente nos impulsan a ello, a esa necesidad casi instintiva de cerrar etapas
e iniciar nuevas historias. No obstante, debemos hacerlo bien, sin
ese exceso de equipaje en el cual las emociones contrapuestas, las heridas y
los miedos siguen pesando en exceso. Hay que higienizar espacios internos para
que los nuevos vientos de esos ciclos renovadores alienten motivaciones y
esperanzas.
Trabajar en nuestras
transiciones lleva tiempo. Trabajos como los llevados a
cabo por el doctor Mark Thornton, nos recuerdan que todo cambio y empeño por
seguir adelante implica tener que lidiar con procesos mentales y emocionales
complejos. Es responsabilidad nuestra resolver esos nudos, calmar esas
voces y dar paz a los ruidos internos.
¿Se puede conseguir? Por
supuesto. Todos merecemos ser
felices de nuevo y superar cualquier circunstancia; la clave está en
atendernos, en cuidar de esa arquitectura psicológica que a veces recibe más de
una embestida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario