Lo cierto es que nacemos sin
instrucciones e improvisar sobre la marcha seguramente ha sido una de las
actitudes a que el ser humano ha recurrido con mayor frecuencia para solucionar
alguna situación en su día a día.
Por más que uno tenga su plan
estructurado, se hace recurrente el tema de improvisar sobre la marcha y tomar
las decisiones que sentimos son correctas en el momento preciso.
Todos, o al menos la gran
mayoría coincidimos en que, si bien nos encantaría tener esas instrucciones en
todos los idiomas, nadie nos pudo haber enseñado mejor que la experiencia
propia y esas decisiones que tomamos en esos momentos complicados de nuestra
vida.
Y a lo largo de dicha vida van
apareciendo diversas evidencias, que nos sirven para continuar creciendo y
aprendiendo, hoy vamos a comentar algunas de ellas, de las cuales en numerosas
ocasiones no somos conscientes.
DUDAS AL MOMENTO DE TOMAR
DECISIONES IMPORTANTES.
Dudar no es malo, es un claro
signo de que tu juicio e inteligencia están funcionando correctamente. Esas
dudas seguramente te han hecho analizar las situaciones, ampliar tu manera de
ver el entorno, comprender las cosas y analizar por un momento cuál es la mejor
decisión que puedes tomar.
SABES LO QUE QUIERES, O ESTÁS
EN EL CAMINO DE SABERLO.
Eres consciente de ti mismo y
no te conformas con lo que no te llena. Ese es el primer paso importante
hacia el cambio. Muchas personas se quedan dónde están (física o
emocionalmente) porque se necesita valor para soportar los vaivenes del
autodescubrimiento y el luchar por lo que quieres.
TU CORAZÓN TIENE ALGUNA QUE
OTRA CICATRIZ.
Caíste en las manos de Cupido y
quizás te rompieron el corazón en alguna oportunidad. Eso significa que
confiaste en alguien, que te atreviste a vivir el amor de la mejor manera que
creías correcta y que si bien no funcionó, aprendiste de esa lección. Se necesita valentía para
abrir el corazón propio y mostrarnos tal cual como somos.
ALGUNAS VECES TE SIENTES
PERDIDO.
Tu brújula interna te guió hasta
ese lugar donde sabías que querías estar y de repente no sabes a dónde
ir. ¿Te ha pasado?
Si alguna vez te has sentido
perdido, es porque te estás moviendo hacia adelante, enfrentando tus miedos y
liderando tus sueños. Estás exactamente donde tienes que estar en ese
momento para aprender algo y lo sabes.
Y como dice la canción: “si te pierdes, siempre puedes volver a encontrarte”.
TU EGO, ALGUNA VEZ, FUE
LASTIMADO.
Seguramente en algún momento
tuviste que agachar la cabeza y aprender humildemente la lección sobre algo de
lo que estabas completamente seguro. A todos nos ha pasado, nos hemos sacudido el
polvo y continuamos adelante.
TIENES AMIGOS QUE SE SIENTEN
COMO TU FAMILIA.
Si en este momento te estás
acordando de ese buen amigo/a al que puedes llamar a las 4 de la madrugada para
desahogar tus miedos o contarle la nueva idea que tienes, siéntete orgulloso/a
de poder tenerlo en tu vida. Los amigos son la familia que uno elige. Encontrarlos y mantenerlos es un
trabajo difícil, por lo que
tener amigos así es una de las grandes cosas que has logrado.
HAS COMETIDO ERRORES.
Los errores son inevitables en
una vida digna de ser vivida. Son muy importantes mientras puedas aprender
de ellos. Te enseñan exactamente lo que quieres y quién quieres ser. No te
de miedo de cometerlos, pero aprende lo más que puedas de ellos.
ALGUNOS DÍAS QUIERES BAJARTE
DEL MUNDO.
Tal vez sea debido a una
separación, la pérdida de un trabajo o la vida con su constante sube y baja… Algunos
días son un poco más difíciles que otros y quieres salir corriendo del
mundo por la puerta de emergencia.
A pesar de eso, estás seguro que te harán más
fuerte, más agradecido, más compasivo y más sabio. Las personas con el
espíritu más hermoso que conozco no “nacieron” de la nada, sino que supieron
sobreponerse a los días complicados y sacaron el mejor aprendizaje del mismo,
haciendo brillar sus sonrisas mucho más.
HACE UN AÑO NO ERAS NI LA
SOMBRA DE LO QUE ERES AHORA.
Cada cumpleaños te sientes una
persona muy diferente a la que eras hace apenas un año. Tu evolución y crecimiento
constante se reflejan en todas esas experiencias que tuviste, errores de los
que aprendiste y lecciones que te hicieron ser la persona que eres hoy.
CONCLUSIÓN:
“El espíritu humano contribuye
a construir, la gran síntesis divina, conservando intacta su
individualidad, del mismo modo que los millares y millares de células, que
constituyen el organismo humano contribuyen a crearlo guardando íntegramente su
individualidad propia”.
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