Un hermoso cortometraje, que
vale la pena ver (al final, después de los títulos, hay una última sorpresa). Incluyo unas reflexiones acerca del mensaje de esta sencilla historia.
Esta moderna fábula nos muestra con mucha gracia el
eterno enfrentamiento entre el bien y el mal. Y como, finalmente, el bien
siempre prevalece. Reconocemos esta «estructura narrativa» inmediatamente
porque la hemos visto muchísimas veces. Por ejemplo, la encontramos en todos
los cuentos infantiles.
Estas historias muchas veces consiguen interesarme, aunque
resulten un poco previsibles: me indigna primero la crueldad de la que son
capaces los villanos, después siento la satisfacción de ver que cada una de sus
maldades es debidamente castigada y por último me emociono con el «final
feliz», en el que los buenos son recompensados, el bien se impone, el amor
triunfa, etc.
Cortometraje «Big Buck Bunny»
Blender Institute
Pero desde este sitio web se comparten ciertas ideas que,
aunque son de validez universal, no es posible aplicar fácilmente a historias
como esta. Por ejemplo…
El perdón no parece una
respuesta adecuada al problema que representan estos tres incorregibles
roedores. Y poner la otra mejilla no habría contribuido precisamente a poner
fin a sus abusos y crueldades.
La proyección, es decir, el mecanismo
por el cual cuando algo nos enoja es porque vemos representados en otros
ciertos rasgos de nuestra propia personalidad que no podemos aceptar en
nosotros (¡que ni siquiera podemos ver!), no parece aplicarse al caso de este
simpático conejo.
Y la ley de atracción, que explica que
atraemos a nuestras vidas el tipo de experiencias que concuerdan o que
«sintonizan» con nuestras emociones más frecuentes, tampoco parece ser válida
en este caso.
Es que en una película impecablemente realizada como
ésta, hasta los más pequeños detalles está cuidados. Así, cada acción, cada
actitud, cada expresión, cada mirada tienen un sentido, una intención, y somos
conducidos de una manera irresistible a experimentar ciertas emociones y a
extraer determinadas conclusiones.
Y, salvando las distancias, nosotros cuidamos con el
mismo esmero, inconscientemente, cada detalle de nuestra propia vida. Así,
cuando elegimos una interpretación acerca de lo que sucede, siempre optamos por
aquella que nos permite continuar sosteniendo nuestras propias creencias. O
cada vez que decidimos incorporar un nuevo personaje en nuestra historia, lo
hacemos sólo si nos permitirá desarrollar el «guión» que ya tenemos escrito.
Y la «película» que estamos protagonizando nos parece tan
real, tan cierta, que se nos hace muy difícil comprender que es casi
íntegramente una ilusión. Y muchas veces nos sentimos como este conejo,
injustamente maltratados o víctimas de un destino caprichoso e imprevisible,
sobre el que creemos no tener control y del que no nos sentimos responsables.
Una cita de Un
Curso de Milagros:
Verás aquello que desees ver. Y si la realidad de lo que
ves es falsa, lo defenderás no dándote cuenta de todos los ajustes que has
tenido que hacer para que sea como lo ves. Texto, cap. 21, II-9.5
Este cortometraje de animación «por computadora» fue
íntegramente realizado con software libre, es decir, con programas
desarrollados por personas brillantes y generosas, que eligen compartir
libremente el resultado de su trabajo. Todos usamos este tipo de programas, aun
sin saberlo. Por ejemplo, este sitio web está alojado en un «servidor» cuyo
sistema operativo es Linux.
A diferencia de lo que sucede con Windows, en Linux los
programas comparten sus recursos entre sí, es decir que trabajan de manera
similar a como lo hacen quienes los idearon. Como siempre, nuestras creaciones
reflejan fielmente cómo es nuestro propio mundo interior…
Axel Piskulic
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