Todos los seres humanos desean
ser queridos. Pero ¿cuántos aman realmente? el verdadero amor actúa como un
alquimista: convierte la ambición en altruismo y transforma el sufrimiento en
felicidad.
Un nuevo propósito está
emergiendo en el corazón de cada día más seres humanos. Se trata de una promesa
bastante menos concreta y mucho más intangible. A diferencia de otras, no suele
pronunciarse, pues consiste en una práctica pacífica y silenciosa.
Es el mayor de los compromisos que podemos hacer con nosotros mismos, y cumplirlo no requiere consejos ni estudios. Está por encima de cualquier otra meta. Ahora mismo, al menos una persona acaba de proponerse aprender a amar.
Es el mayor de los compromisos que podemos hacer con nosotros mismos, y cumplirlo no requiere consejos ni estudios. Está por encima de cualquier otra meta. Ahora mismo, al menos una persona acaba de proponerse aprender a amar.
EL AMOR ES EL CAMINO
“Cuando el sabio señala la
luna, el necio mira el dedo” (proverbio chino)
Que hemos venido a este mundo a
aprender a amar es una verdad ancestral. Se descubrió antes de que comenzara la
historia de la filosofía. Zoroastro (630-550 antes de Cristo), Mahavira
(599-527 antes de Cristo), Lao Tsé (570-490 antes de Cristo), Buda (560-480
antes de Cristo), Confucio (551-479 antes de Cristo), Sócrates (470-399 antes
de Cristo), Jesucristo (1-33)… Todos los grandes sabios de la humanidad, cuyas
enseñanzas dieron origen a las instituciones religiosas que conocemos hoy en
día, dijeron esencialmente lo mismo:
AMAR A LOS DEMÁS ES EL CAMINO
QUE LLEVA A LOS SERES HUMANOS A LA FELICIDAD.
Aunque muchos otros han seguido
predicando con su ejemplo sobre el poder transformador del amor, pasan los
años, las décadas y los siglos, y la gran mayoría de seres humanos seguimos sin
saber amar. Aprender eso no entra en los planes de nuestro proceso de
condicionamiento familiar, social, cultural, religioso, laboral, político y económico.
Como estudiantes nos hacen
memorizar lo inimaginable. Luego nos preparan para ser profesionales
productivos. Pero se olvidan de lo más básico. Así es como entramos en el
mundo: sin saber gestionar nuestra vida emocional.
SI BIEN EL ÉXITO NO ES LA
BASE DE LA FELICIDAD, ÉSTA SÍ ES LA BASE DE CUALQUIER ÉXITO.
Por el contrario, desde
pequeños nos hacen creer que el mundo está lleno de gente malvada. Que no hay
que confiar en los desconocidos. Que lo importante es ocuparse de uno mismo e
ir tirando. Así, el miedo, la frustración y el resentimiento van pasándose de
generación en generación, creando una cultura basada en la desconfianza, la
resignación y la insatisfacción.
MÁS ALLÁ DEL CONDICIONAMIENTO
NO ES SIGNO DE SALUD EL ESTAR
BIEN ADAPTADO A UNA SOCIEDAD ENFERMA (Jiddu Krishnamurti)
La perversión de la naturaleza
humana ha llegado hasta tal punto que a lo largo de este proceso de
condicionamiento también escuchamos que la bondad es sinónimo de estupidez y
que la sensibilidad es sinónimo de debilidad, pues uno siempre termina por
arrepentirse de sus buenas acciones. Y que amarse a uno mismo es una conducta
egoísta, propia de un narcisista. De ahí que hablar acerca del amor al prójimo
suene ridículo.
Sean ciertas o no, todas estas
creencias moldean nuestra percepción del mundo e influyen en nuestra forma de
relacionarnos con los demás y con nosotros mismos. Y no se trata de culpar a
nadie, sino de responsabilizarnos de nuestro proceso de cambio y crecimiento.
Lo que está en juego es nuestra libertad para decidir quiénes podemos ser. Y
aquí no hay maestros, sólo espejos donde vernos reflejados. En última
instancia, dejar de existir como orugas y empezar a vivir como mariposas es una
transformación que sólo depende de cada uno.
El reto consiste en cuestionar
nuestras creencias, por más que atenten contra el núcleo de nuestra identidad.
De ahí que este aprendizaje surja como una iniciativa personal, un compromiso a
largo plazo en el que la conquista del verdadero amor se convierte en el camino
y la meta. Y no se
trata de una moda pasajera. El autoconocimiento y el desarrollo personal son
procesos cada vez más aceptados por la sociedad. Al haber tanta oferta y
tratándose de un asunto tan íntimo y delicado, su utilidad dependerá de lo bien
que sepamos elegir.
LOS ENEMIGOS DEL AMOR
“EL AMOR ES LA AUSENCIA DE
EGOÍSMO” (Erich Fromm)
Según las leyes de la
evolución, todo empieza con el conocimiento (información veraz). Luego viene la
comprensión (experiencia personal). Sólo así es posible aceptar (dejar de
reaccionar negativamente frente a lo que sucede) para poder finalmente amar
(dar lo mejor de nosotros en cada momento). Por el camino hemos de vencer a
nuestro mayor enemigo: nosotros mismos (nuestro mecanismo de supervivencia
emocional, más conocido como ego).
Para lograrlo es necesario SER
SINCEROS (no
autoengañarnos), HUMILDES (reconocer nuestros errores), VALIENTES
(atrevernos a enmendarlos) Y PERSEVERANTES (comprometernos con
nuestro proceso de aprendizaje).
EL MIEDO (a que nos hagan
daño), EL APEGO (de perder lo que tenemos) Y LA IRA (de no conseguir
lo que deseamos) nos esperan a la vuelta de la esquina. Un poco más lejos se
esconde nuestra IGNORANCIA (el desconocimiento de nuestra verdadera
naturaleza), la causa última de nuestro EGOÍSMO (tendencia antinatural que
corrompe la actitud de los seres humanos), que es precisamente el que nos
impide amar, que es nuestra esencia.
Igual que no tenemos que hacer nada para ver, no tenemos
que hacer nada para amar. Tanto la
vista como el amor son atributos naturales e inherentes a la condición humana.
Nuestro esfuerzo consciente debe centrarse en eliminar todas las obstrucciones
que nublan y distorsionan nuestra manera de pensar, sentir y ser, como el
estrés, la negatividad, el victimismo, el odio, la desconfianza, la vanidad, la
envidia, la arrogancia, la preocupación, la intolerancia, la cobardía, la
avaricia, la indolencia, el orgullo, la impaciencia, la culpa, la tristeza…
DIFERENCIA ENTRE QUERER Y AMAR
“EL AMOR ES LO ÚNICO QUE CRECE
CUANDO SE REPARTE” (Antoine de Saint-Exupèry)
Todos los vicios de la mente
son fruto de interpretar de forma egocéntrica la realidad, una actitud
impulsiva e inconsciente que nos impide aceptar lo que sucede tal como viene y
a los demás tal como son. Ésta es la causa real de todo nuestro sufrimiento,
que además nos encierra en un círculo vicioso muy peligroso. PARA
PODER AMAR, PRIMERO HEMOS DE ALBERGAR AMOR EN NUESTRO CORAZÓN.
En este caso, el problema es en
sí mismo la solución. Y lo primero que debemos saber es qué es el amor. No al
que estamos tan acostumbrados, sino al de verdad. Porque una cosa es querer, y
otra muy distinta, amar. Querer es un acto egoísta; es desear algo que nos
interesa, un medio para lograr un fin. Amar, en cambio, es un acto altruista,
pues consiste en dar, siendo un fin en sí mismo.
QUEREMOS CUANDO SENTIMOS UNA
CARENCIA. AMAMOS CUANDO EXPERIMENTAMOS PLENITUD. Mientras querer es una
actitud inconsciente, relacionada con lo que está fuera de nuestro alcance,
amar surge como consecuencia de un esfuerzo consciente, que nos hace centrarnos
en lo que sí depende de nosotros.
Cuando uno ama no culpa, ni
juzga, ni critica, ni se lamenta. Los que aman intentan dejar un poso de
alegría, paz y buen humor en cada interacción con los demás, por muy breve que
sea. Amar también es aceptar y apoyar a las personas más conflictivas, porque
son precisamente las que más lo necesitan. Amar de verdad es sinónimo de
profunda sabiduría, pues implica comprender que no existe la maldad, tan sólo
ignorancia e inconsciencia. La paradoja es que el amor beneficia primeramente
al que ama, no al amado. Así, el amor sana y revitaliza la mente y el corazón
de quien lo genera. Por eso recibimos tanto cuando damos.
TODOS SOMOS UNO
“CREO QUE LA VERDAD DESARMADA Y
EL AMOR INCONDICIONAL TENDRÁN LA ÚLTIMA PALABRA” (Martin Luther King)
Para saber si hemos aprendido a
amar, tan sólo hemos de echar un vistazo a nuestra forma de comportarnos con
los demás. No en vano, la relación que mantenemos con todas las personas que
forman parte de nuestra vida es un reflejo de la relación que estamos
cultivando con nosotros mismos. Como lo expresa el filósofo Darío Lostado:
“SI NO TE AMAS TÚ, ¿QUIÉN TE
AMARÁ? SI NO TE AMAS A TI, ¿A QUIÉN AMARÁS?”.
Al darnos cuenta que lo que les
hacemos a los demás nos lo hacemos a nosotros mismos primero, tomamos
conciencia de lo estrechamente unidos que estamos todos los seres humanos. No
en vano, las etiquetas con las que subjetivamente describimos y dividimos la
realidad son sólo eso, etiquetas. Y por muy útiles y necesarias que sean para
manejarnos en el día a día, no deben separarnos de nuestra verdadera
naturaleza: EL AMOR INCONDICIONAL.
Igual que los árboles ofrecen
sus frutos cuando crecen en condiciones óptimas, los seres humanos emanamos
amor cuando nos liberamos de todas nuestras limitaciones mentales. De ahí que
si queremos saber cuál es la mejor actitud que podemos tomar en cada momento,
tan sólo hemos de responder con nuestras palabras y acciones a la siguiente
pregunta:
¿QUÉ HARÍA EL AMOR FRENTE A ESTA
SITUACIÓN?
No hay comentarios:
Publicar un comentario